Probablemente los ha visto en su vida cotidiana. Extraños con rostros rojos, sobrepeso y sudorosos que le hacen pensar que tienen la presión alta.
Si son amigos o colegas y se quejan de dolores de cabeza o hemorragias nasales, quizás tema que les pueda dar un ataque al corazón o un derrame.
Pero, ¿es posible adivinar que alguien tiene la presión alta con sólo mirarlo?
En rojo
Nuestro rostro se pone rojo cuando los vasos capilares que están debajo de la piel se dilatan y permiten un pequeño aumento en el flujo de sangre.
Hay dos tipos de sonrojado: el repentino, cuando la cara inesperadamente se siente caliente, quizás por vergüenza, y el gradual, que puede tomar hasta 20 minutos en llegar a su tope.
Éste último también puede ser una señal de vergüenza o ser causado por factores como temperaturas extremas o ejercicio vigoroso.
Ambos están acompañados de una subida de la presión arterial, pero el enrojecimiento de la cara causado por ir en bicicleta en una montaña, caminar en un día frío o toparse con el ex novio no indican un problema de hipertensión.
Si el enrojecimiento facial es persistente, puede deberse a la rosácea, una condición en la que los pequeños vasos están crónicamente inflamados. La presión arterial alta la puede exacerbar, pero el que alguien sufra de rosácea no significa necesariamente que tenga la presión alta.
Sudando la gota gorda
Por otro lado, así como en las manos, axilas y pies, en la cara hay una alta concentración de glándulas sudoríparas ecrinas, que secretan sudor.
Son controladas por el sistema nervioso simpático, cuya tarea es controlar las respuestas de lucha o huida cuando detectamos peligro.
La sudoración excesiva, conocida como hiperhidrosis, puede ser genética o un síntoma de varias otras condiciones, pero no es señal de hipertensión.
Además, los eventos estresantes no siempre tienen que poner nuestra vida en riesgo para estimular respuestas de lucha o huida.
Perder el bus cuando uno va tarde o tener un altercado con un amigo puede hacer que el corazón lata rápidamente, lo que hace que suba la tensión. Una vez uno llega a su destino o resuelve el problema con el amigo, estos signos vitales retornan rápidamente al nivel normal.
La relación entre el estrés y la presión alta es compleja. Si una persona experimenta alzas repetidas en la presión arterial debido a situaciones muy estresantes, eso puede contribuir a la hipertensión. Pero alguien que se enfurece de vez en cuando no sufre de hipertensión necesariamente.
¿En la cabeza?
¿Y qué de esos dolores de cabeza por tensión?
Los doctores solían pensar que eran causados por hipertensión pero la evidencia indica que es lo opuesto.
Cuando a uno le toman la presión arterial, hay dos medidas. El número más alto es la presión sistólica, que es la presión en las arterias cuando los músculos del corazón se contraen.
Los investigadores encontraron que la gente con presión arterial sistólica alta era menos propensa a los dolores de cabeza.
Y quienes tenían las diferencias más grandes entre las dos medidas -la presión sistólica y la diastólica- también sufrían menos dolores de cabeza.
Un estudio brasileño confirmó que la gente con presión arterial alta es menos propensa a sufrir de migrañas.
Hasta en la espalda
Curiosamente, los medicamentos que a veces se usan para controlar la hipertensión también se prescriben como un tratamiento efectivo para las migrañas, lo que presenta una paradoja.
Una hipótesis es que el dolor se reduce por los otros efectos de la medicación, no porque se baja la presión.
Y no es sólo dolores de cabeza y migrañas. Un estudio noruego reciente le hizo seguimiento a 17.000 personas durante varios años para ver si desarrollaban dolor de espalda. Un tercio de la muestra empezó a padecerlos pero también notaron que los que tenían más alta era su presión sistólica y pulso, eran menos propensos.
Esta sensibilidad reducida al dolor como resultado de la presión arterial alta se llama hipoalgesia asociada a la hipertensión.
También explica porqué algunas mujeres dejan de sufrir de migrañas durante las últimas etapas del embarazo, cuando su presión sanguínea naturalmente sube.
Nadie está completamente seguro de la razón, pero una teoría es que el endurecimiento de los vasos sanguíneos causado por la presión alta impide que las terminaciones nerviosas funcionen apropiadamente y, como resultado, el dolor no es tan fuerte.
Eso no significa que la hipertensión es buena, sino que algunos síntomas, incluyendo los dolores de cabeza, pueden ser una indicación de una presión sanguínea normal, no alta.
Sangre por la nariz
Pero, si los dolores de cabeza tampoco son una señal de presión alta, ¿lo son las hemorragias nasales?
Los estudios sobre el tema han arrojado resultados contradictorios.
Un equipo austriaco, por ejemplo, encontró que los pacientes que llegaban a emergencias del Hospital General de Viena con hemorragias nasales imparables efectivamente tenían la presión más alta que otros pacientes. No obstante, un estudio brasileño no encontró ninguna asociación.
Sin embargo, estos estudios se concentraron en personas con hemorragias nasales. Si realmente queremos saber si las hemorragias nasales son una señal de presión alta, necesitamos saber cuán a menudo las sufren las personas con hipertensión.
En un estudio en Grecia de personas que llegaban al hospital por emergencias relacionadas con la presión alta, sólo el 17% sufría de hemorragias nasales persistentes.
Advertencia
Así que la respuesta sencilla es que la presión arterial alta es generalmente una condición sin síntomas, con una importante advertencia: si la presión arterial de una persona de repente alcanza niveles peligrosamente altos, es probable que experimente ansiedad severa, falta de aire, intensos dolores de cabeza y mareos.
Eso puede ser una emergencia médica y los síntomas no deben ser ignorados.
Pero sucede raramente. En el 90% de los casos, la causa precisa de la hipertensión es desconocida. La única manera de saber si uno sufre de presión alta a diario es medirla.
Así que si se compara con extraños o amigos sonrojados, sudorosos y estresados y piensa que sus arterias están en mejor estado, recuerde que no por nada llaman a la hipertensión «la asesina silenciosa».