Edin Balza Rojas fue asesinado por evitar que una unidad de pasajeros fuera atracada en La Dolorita
No era la primera vez que Edin Alberto Balza Rojas intercedía por los demás. No era la primera vez que evitaba que se cometiera un delito. El miércoles 27 de noviembre el joven de 24 años salvó a varias personas de ser víctimas de un robo, pero fue asesinado en medio de la proeza.
“Él vio que querían robar a la gente en una camioneta de pasajeros. Los testigos dicen que trató de hablar con el delincuente para que se quedara tranquilo. Supongo que algo salió mal y el tipo por no irse con las manos vacías le disparó. Mi hijo no lo dejó robar y por eso se llevó su vida como trofeo”, dijo Eduardo Alberto Balza, padre de la víctima.
Balza Rojas era conocido en la comunidad de La Dolorita, en Petare, por su carisma y gentileza. Durante sus 24 años de vida supo ganarse a los jóvenes de distintos sectores del barrio, conversando y pasando tiempo con ellos. Sus allegados aseguraron que no discriminaba a aquellos que tomaban el delito como manera de vida, sino más bien intentaba persuadirlos para que se integraran a la sociedad.
“En sus tiempos libres jugaba básquet en el polideportivo de La Dolorita. Aprovechaba esos momentos para hablar con esos muchachos que tenían hijos regados para que fueran responsables, para que entendieran que es posible surgir, por ejemplo”, recordó su padre.
La víctima era obrero de una constructora contratada para realizar mantenimiento al Metrocable de Mariche. En su lista de proyectos se encontraba la adquisición de un vehículo para su familia, por lo que estaba dedicado a su trabajo.
“Despertaba temprano, iba a la construcción. Regresaba a almorzar a la casa y salía de nuevo. En las tardes cuando llegaba a la casa se la pasaba con sus hijos”, manifestó su padre y agregó que los fines de semana acostumbraba a llevar a sus dos nietos a pasear o a comer.
La diferencia
Edin Alberto Balza Rojas fue criado junto con sus cuatro hermanos en el barrio La Dolorita de Petare, parroquia que tiene las cifras delictivas más altas del municipio Sucre. Pese a convivir con los delincuentes de cerca, el joven asesinado no tomó ese rumbo, aseguró su padre.
“Creo que la diferencia fue haberle enseñado a respetar la vida de los demás, a respetar a las personas mayores. También siempre estuve inculcándole que la familia nunca se abandona”, explicó.
Con esto en mente, una de las acciones más recordadas del joven en el barrio fue su ayuda a los niños de la calle. “Si veía a un niño descalzo, buscaba unos zapatos que no se usaran mucho y se los daba. Estaba pendiente de quién podría necesitar algo”, dijo.
Balza Rojas era el menor de los cinco hermanos y sus padres podían ver en él una cualidad que lo diferenciaba de los demás: su fortaleza. Según su progenitor, el joven no perdía el buen ánimo con los problemas y hacía suyo el refrán popular “Dios aprieta, pero no ahorca”.
“Tenía capacidad para resolver los conflictos. Era un líder comunitario innato, pero no tenía tiempo para dedicarse a eso. Siento que le trancaron su futuro, su sueño de surgir. Qué dolor cómo están acabando con la juventud del país”, dijo indignado Eduardo Balza.
Vía El Nacional