En un emplazamiento inusual, el presidente Nicolás Maduro amenazó a un diputado con encarcelarlo si regresaba al país
Increíble pero cierto. Maduro en persona, por TV, amenazó al diputado Miguel Cocciola, quien estaba en Miami en visita a su nieto recién nacido: “bandido aquí te espera la justicia”. Aquel fue un emplazamiento inusual. Quien está donde está por carambola no tiene derecho a llamar “bandido” a un ciudadano que ni siquiera ha sido sometido a juicio. Por los medios nos hemos enterado que es un empresario maderero próspero que decidió ingresar a la política. Fue aspirante derrotado a la alcaldía de Valencia, luego fue electo diputado a la Asamblea Nacional y ahora aspira de nuevo a la Alcaldía de Valencia.
Siguiendo el lamentable ejemplo del jefe máximo, el gobernador de Carabobo, Ameliach, excediéndose en sus atribuciones, declaró a Cocciola, “persona no grata en el sur de Valencia, por haber robado al pueblo a través de su empresa maderera Imeca. Una persona que sabe que roba al pueblo no merece la confianza. Por eso Cocciola es persona no grata en el sur de Valencia. Aquí no se roba al pueblo. Cocciola no puede evadir la justicia, pa’ Tocuyito es que vas”. Por su parte, el impoluto diputado Diosdado Cabello informó que la bancada oficial solicitó al Ministerio Público el allanamiento de la inmunidad parlamentaria del diputado Cocciola.
La acometida contra el diputado Cocciola tiene múltiplos propósitos. Uno de ellos es atemorizar al sector empresarial, para disuadirlo de hacer manifestaciones de inconformidad o de protesta contra la insoportable situación de encarecimiento de la vida y de escasez. Los dirigentes empresariales hasta ahora se han mostrado exageradamente cautos para salir en defensa de los afiliados a las distintas cámaras que reúnen al sector empresarial. A pesar de esa prudencia exagerada, el gobierno busca acentuar más la prudencia para que guarden absoluto silencio frente al cuadro desastroso de desabastecimiento y altos precios en artículos de primerísima necesidad y en otro tipo de bienes necesarios para un nivel aceptable de calidad de vida.
Al mismo tiempo, resulta preocupante la inquina que los altos personeros del régimen muestran hacia los inmigrantes. En los últimos sesenta años los inmigrantes han jugado un papel de primera importancia en el desarrollo económico nacional. Millares, si no millones, de italianos, de portugueses, de canarios, de gallegos, y de otras nacionalidades españolas, arribaron a Venezuela, convirtiéndose en factores de desarrollo y de progreso tanto a escala nacional, como regional y municipal. Muchos de ellos prosperaron, se hicieron ricos, algunos muy ricos, a fuerza de consagración al trabajo. Un ejemplo que no debe olvidarse es el de Agroisleña, empresa constituida por inmigrantes canarios, con organización admirable que en la práctica fue como el ministerio de agricultura para los productores agrícolas para quienes el MAC era simple dependencia burocrática, consumidora de recursos cuantiosos pero absolutamente nula en la prestación de los servicios requeridos por los productores agropecuarios. Haber sido un empresario exitoso es el pecado que pretende cobrarle al diputado Cocciola.
Octavio Lepage
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