****La imagen de Elfriede Blauensteiner levantando un crucifijo de oro durante su juicio recorrió la prensa mundial
La señora Elfriede Blauensteiner, conocida en la historia del crimen como “La Viuda Negra Austriaca”, murió el 18 de noviembre del 2003 a los 72 años de edad en un hospital de Viena en Austria, a causa de un tumor cerebral. En vida, se dedicaba a buscar hombres mayores necesitados de cariño mediante anuncios en la prensa y luego, tras conseguir su herencia, los envenenaba.
Blauensteiner cumplía desde 1997 una condena de cadena perpetua en la cárcel Schwarzau am Steinfelde de Viena. Su historia causó conmoción nacional e internacional en 1996, cuando se descubrió que había matado, al menos a cinco hombres, para apoderarse de su herencia.
En ese momento, los medios de comunicación la bautizaron con el remoquete de viuda negra, comúnmente empleado para denominar a las mujeres que acaban con la vida de todos los hombres con los cuales mantienen una relación afectiva. Por su avanzada edad al momento de descubrirse sus crímenes, también fue conocida como la abuelita letal.
La prensa de Austria describió a Blauensteiner como una mujer obsesionada con los juegos de azar, por lo que siempre necesitaba altas sumas de dinero que le permitieran costear su vicio, así que tomó la decisión de buscar hombres adinerados de cuya fortuna apoderarse.
Se dice que buscaba a sus compañeros sentimentales por medio de la sección de clasificados en los periódicos. Una vez que entablaban una relación en la que ella lograba tener acceso al dinero del desafortunado sujeto, se deshacía de ellos administrándoles calmantes y fármacos que reducían el nivel de azúcar en la sangre hasta provocarles la muerte.
Las víctimas
“La Viuda Negra Austriaca” no fue enjuiciada por todos sus supuestos crímenes. Primero, fue condenada por la muerte del jubilado Alois Pichler de 77 años de edad en 1995 y dos años después, en 1999, fue sentenciada por el asesinato de su vecina Franziska Koeberl y el de un amigo suyo, Friedrich Doecker.
Otra de sus supuestas víctimas, un anciano de 83, falleció de cáncer. La justicia de Austria también investigó, en su momento, la muerte del marido de Elfriede Blauensteiner, quien tuvo que ser hospitalizado en ocho ocasiones por causas diversas y extrañas. La viuda mandó a incinerar el cuerpo del fallecido, contra la voluntad del resto de los familiares, antes de cobrar dos seguros de vida.
Irónicamente, sus vecinos la describían como una mujer generosa que hacía donativos a causas infantiles o regalaba alfombras a sus conocidos. No podían sospechar que era la misma mujer que luego confesaría: “No ambiciono el dinero. Sólo maté a quienes merecían la muerte”.
En los primeros interrogatorios tras su detención, Blauensteiner confesó varios asesinatos entre sus compañeros sentimentales, aunque luego se retractó. “Es cierto que le maté. Le odiaba. Era repugnante verle beber siempre de su feo vaso de metal y cómo se le caía el té por la comisura de los labios”, confesó con respecto a Alois Pichler.
La mujer había decidido envenenar a Alois Pichler, de 77 años de edad, una noche en la que diluyó en su té una fuerte dosis de antidepresivos, que le provocaron una larga agonía y terminó con la muerte del hombre en la bañera de la casa. Pichler había respondido al aviso de prensa puesto por la mujer y sólo sobrevivió cinco semanas tras conocerla.
La supuestamente afligida Blauensteiner llamó a una emergencia médica, pero también a su abogado, que la había ayudado con otros testamentos para que preparara la documentación necesaria para que ella pudiese cobrar la herencia respectiva.
Con la ayuda de su abogado, Harald Schmidt, Blauensteiner forjó el testamento de Pichler a su favor para obtener una ganancia aproximada de 190 mil euros, pero no contó con que el sobrino de la víctima (que esperaba ser el heredero) comenzó a sospechar y le informó la policía.
Este hecho puso al descubierto los asesinatos de Blauensteiner, así como las estafas cometidas por su abogado, quien debió presentarse ante la justicia y fue condenado por complicidad a siete años de prisión.
El 11 de enero de 1996, Blauensteiner, de 64 años de edad, confesó haber matado a cinco personas. A pesar de que más tarde se retractó de sus confesiones, las autoridades creen que ella fue la responsable de muchas más muertes en una matanza que abarcó más de una década.
Finalmente, Elfriede confesó haber asesinado a su esposo, dos-ex amantes y otros dos hombres, por lo que fue condenada a cadena perpetua, la cual cumplió hasta el día de su fallecimiento. En su última comparecencia pública, ante un Tribunal de Apelación de Viena, Blauensteiner había señalado: “¡Enciérrenme! Déjenme en la cárcel hasta que muera”.
No tengo nada que ocultar
En su primer día en la corte, Elfriede Blauensteiner apareció con un traje beige y agarrando un pequeño crucifijo de oro. “Mis manos están limpias. No tengo nada que ocultar”, dijo a la multitud de periodistas que se agolparon alrededor de los pasos de la corte en Krems, una ciudad a 30 kilómetros al oeste de Viena.
Cuando en el juicio le preguntaron si se declaraba culpable, ella respondió: “Yo nunca mataría yo creo en mi inocencia”. Luego, en un extraño momento existencial, proclamó: “La muerte es sólo el comienzo de la vida eterna”.
Edda Pujadas
@epujadas