Más de cien líderes mundiales se encuentran hoy en Sudáfrica para despedir a Nelson Mandela, un símbolo de la lucha por la libertad y la reconciliación que también fue un hombre con algunos aspectos no tan conocidos:
De nombre: «Revoltoso». Es la traducción de su nombre en lengua Xhosa «Rohilhlala» que literalmente significa “arrancar una rama de un árbol» pero cuyo significado se aproxima más a «revoltoso». Nelson, su nombre cristiano, lo recibiría durante su infancia en Qunu de su primera maestra.
Aficionado al boxeo: «Mi mayor decepción en mi vida fue no haber sido campeón del mundo en peso pesado de boxeo», dijo en 1998.
La «Pimpinela negra». Recibió este apodo por sus múltiples disfraces durante su vida clandestina. Se vistió de chófer, jardinero o cocinero para pasar desapercibido y viajar por todo el país. Aún nadie parece saber cómo Mandela, que disponía de una identidad falsa, fue finalmente descubierto y arrestado.
De terrorista a Nobel de la Paz: Mandela hizo en 1961 un llamamiento a la lucha armada en la que se implicó creando el Umkhonto we Sizwe (Lanza de la nación), a imagen de los movimientos guerrilleros judíos. Fue considerado un terrorista tanto por el régimen como por la ONU. Treinta años después, el mismo año de su salida de prisión declararía en un mitin en Durban que «la ira y la violencia no pueden edificar una nación» y en 1993 recibiría el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, hasta 2008 figuró en la lista de vigilancia terrorista de EE.UU. y necesitó de un permiso especial del secretario de Estado para visitar el país.
Sobrevivió a un complot frustrado: El servicio secreto sudafricano ideó en 1969 una falsa operación de fuga para asesinarle simulando su captura, pero el espionaje británico frustró la operación, según relató el agente Gordon Winter en su libro «Inside Boss».
Marisco, no: Era el único sustento en la isla-prisión de Robben Island donde estuvo preso. En aquellos años de cárcel se convirtió en undevorador de periódicos; más preciados que el oro para los presos políticos. Se hacía su cama todos los días, incluso si estaba en un hotel.
Con sentido del humor: «No me llaméis, ya os llamo yo», dijo con sorna en 2004 al despedirse de la vida pública. «El sentido del humor y la distensión, incluso cuando tratas cosas serias, te ayuda a conseguir aliados», admitía Mandela, quien leía a Maquiavelo y al mismo tiempo escribía en un bloc de notas con dibujos de Garfield.
Más de 250 premios y reconocimientos recibió a lo largo de su vida, entre ellos el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1992.
La marca Mandela: La fundación de Mandela tiene 66 marcas registradas entre «Mandela», «Madiba» y «Nelson Mandela», con derechos sobre joyería, numismática, mobiliario, servicios financieros o ropa. Es la segunda marca más conocida después de Coca-Cola y su número de preso, el 46664, figura hasta en una línea de ropa. La familia de Nelson Mandela ha iniciado ya la batalla para hacerse con sus derechos de autor y de imagen, que se disputan con los administradores de sus fundaciones y fondos patrimoniales, elegidos por el propio expresidente sudafricano en vida
Una fortuna: La familia Mandela posee hasta 110 empresas activas y una fortuna repartida en 24 fondos familiares. Su hija Makaziwe, la más adinerada, con un patrimonio cercano al millón de euros, forma parte del consejo de 16 corporaciones, entre las que se encuentra el gigante suizo de la alimentación Nestlé.
El Día de Mandelase celebra el 18 de julio de cada año, coincidiendo con la fecha de su nacimiento.
67, su número: Cada año la ONU llama a dedicar en el Día de Mandela 67 minutos para ayudar a los demás, en referencia a los 67 años que el héroe de Sudáfrica dedicó al servicio de la humanidad, como abogado defensor de los derechos humanos, como preso de conciencia y como primer presidente elegido democráticamente. «Ruta 67» es precisamente el nombre que recibe un recorrido por 67 obras de arte que simbolizan la lucha política de Mandela. La mayoría de los lugares en los que vivió o trabajó Mandela son hoy museos.