Relatos impresionantes sobre el golfo de Paria, los cayos del Parque Nacional Morrocoy, Golfo Triste, Chichiriviche, entre otros, explican la hermosura natural de estas playas que reciben las olas del mar Caribe
Caracas, (Prensa Mintur). Maravillosos escenarios naturales se asoman en el mar Caribe. Sus costas llenas de magia, en donde los colonizadores pensaron llegar al edén, hacen que los historiadores concuerden en que la expedición de Cristóbal Colón calificó a las tierras venezolanas como “El Paraíso”.
Pero ésta es sólo una de las historias que yacen en tierras costeras, pues Alonso de Ojeda, tripulante de los navíos de Cristóbal Colón y luego capitán de su propia expedición a todo lo largo de las costas venezolanas, conoce el amor en una tribu indígena que habitaba en Coquivacoa, una historia de entrega inmersa en el primer mestizaje documentado en la historia.
Relatos impresionantes sobre el golfo de Paria, los cayos del Parque Nacional Morrocoy, Golfo Triste, Chichiriviche, entre otros, explican la hermosura natural de estas playas que reciben las olas del mar Caribe.
El 18 de mayo de 1499 comienza la expedición de Alonso de Ojeda hacia el “Nuevo Mundo”, sustantivo predominante en los proyectos presentados ante la corona española para los viajes hacia los mares caribeños.
Fue entonces cuando este personaje, junto a Juan de la Cosa y Américo Vespucio, hacen el primer recorrido en costas venezolanas, además de ser los primeros españoles en pisar la isla de Margarita y el litoral oriental de Mochima, descubren la isla La Tortuga y hacen el primer mapa de Venezuela.
Es increíble la cantidad de historias que se pueden desenterrar en las arenas de las playas venezolanas, y muchas de ellas reposan en isla La Tortuga, la segunda más grande de Venezuela y la última que queda en el mar Caribe con indicios de virginidad latente debido a la carencia de acciones de la mano humana, cubierta por arena blanca que resalta ante la diversa gama de tonalidades azules que proyectan sus aguas cristalinas.
Según una de las menciones más antiguas de la isla presentadas en el texto “Relación Geográfica de Nuestra Señora de Caraballeda y Santiago de León, de 1578”, en la isla se extraía sal, uno de los primeros comercios que se estableció en este territorio por holandeses, quienes en 1605 fueron expulsados por los españoles de las salinas de Araya, quedándose allí hasta 1631, año en el que se desató la primera batalla librada en alta mar por motivo de la sal.
Al visitar esta prestigiosa isla, parece increíble que allí los holandeses habían conformado un punto de producción de sal, pues según un viejo mapa que se encuentra en el Museo del Indio, en España, estos nativos de Holanda contaban con un fuerte construido con ladrillos. Las salinas se encontraban en la parte oriental de la isla y un puerto de embarque en la costa sur en donde construyeron un muelle para la carga de la sal.
Un buen indicio de esta historia, son los chivos asilvestrados que corren libremente en la isla.
En 1871 forma parte del denominado Archipiélago de Colón, conformado por las islas de Venezuela incluyendo el archipiélago de Los Roques, y no es sino hasta 1938 cuando isla La Tortuga fue integrada a las Dependencias Federales.
La Tortuga nace
con la tierra…
En 1974 fue denominada Zona de Interés Turístico bajo decreto número 1625, y es en el 2005, bajo el mandato del Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías, cuando se dicta el Plan de Ordenamiento, Reglamento y Uso de las Zonas de Utilidad Pública y de Interés Turístico para las Dependencias Federales: Isla La Tortuga, Las Tortuguillas, Cayo Herradura y Los Palanquines, publicada en gaceta número 38.179, bajo decreto número 3.448.
La historia cambia pero esta hermosa isla sigue en el Caribe latiendo y viviendo cada década, centenario y milenio frente a las hermosas costas venezolanas que piden ser rescatadas de la destrucción crónica en la que se han visto inmiscuidas desde la llegada de la invasión europea.
Nuestra isla es
patrimonio natural
Hoy día los esfuerzos del Gobierno Bolivariano por recuperar y preservar los campos naturales de las costas venezolanas, se están materializando con la contribución voluntaria del pueblo, iniciativa que se ha extendido a las islas y archipiélagos que están en una situación delicada debido al denominado calentamiento global y la contaminación ambiental.
El privilegio de contar con un pueblo entregado, trabajador, contribuyente y voluntario, abre paso a las estrategias implementadas por el Estado en el que la participación social y la preservación ambiental llevan a la posibilidad de un turismo sustentable, y generan entre sí la implementación de una política alternativa al capitalismo como lo es el Ecosocialismo.
Por esto, Venezuela sigue escribiendo historia en piedra, con la recuperación mediante jornadas de limpieza de las playas azules para la vida, para seguir disfrutando de todo aquello que la naturaleza nos regala.
La Tortuga no está lejos de ser afectada por la acción humana, pues durante años esta isla ha sido víctima del turismo irresponsable, ya que embarcaciones como yates y lanchas deportivas, arrojaban desechos sólidos en la isla, generando una gran acumulación de basura.
Además, las embarcaciones que llegaban a la isla, fondeaban muy cerca de las playas, generando el removimiento del suelo marino, y a su vez contaminación y deterioro del ecosistema.
También la irresponsabilidad de habitantes de tierras cercanas a La Tortuga, al arrojar basura al mar, contribuían indirectamente con su contaminación, ya que la acción de la marea y de las corrientes marinas, trasladan los desechos sólidos a sus orillas.
Así como nuestros antepasados cuidaron estas costas de la invasión española, al igual que en Chichiriviche, cuando los indígenas recibieron con una lluvia de flechas a la expedición de Alonso de Ojeda, protegiendo su espacio; los venezolanos contamos con las herramientas pacíficas para seguir protegiendo estas bellezas a través de la Ley, de la contribución, la unión y la voluntad de hacer de nuestras costas cada vez “Más Chéveres”.
Juan Carlos Baltazar