Una vez más el resultado electoral era el esperado, por lo menos para aquellos que estamos bastante claros del panorama político real del país.
A pesar de ello muchas personas se sienten defraudadas porque aspiraban algo distinto, lo que sin duda lleva a que cada tendencia evalúe política y partidistamente sus resultados para que tomen las estrategias que consideren más adecuadas. Se leía a través de las redes sociales comentarios poco corteses, por no decir sumamente mal educados, en contra de los alcaldes que unos y otros consideran adversarios políticos, de distinta tendencia al que critica. Quizá resulte normal en medio del calor post electoral, sobre todo para aquellos para quienes perder no se consideraba una opción. Y es que hasta entre candidatos de la misma tendencia política sucedió este fenómeno de indirectas, insultos velados y hasta uno que otro “te lo dije, esto sucedería” se dejó ver en cuentas tuiter de algunos políticos.
Qué poco se ha aprendido a pesar de tener 15 años en este proceso de adversos y adversarios. Mientras tanto quedan los resultados, pero sobre todo los electos con una gran y difícil responsabilidad: gobernar para todos y por todos por igual, independientemente de su tendencia, su filosofía política y el partido al que pertenezcan. Quedó demostrado que los candidatos inadecuados del oficialismo o de la oposición no alcanzaron el voto popular y en eso se coincidió una vez más. En cambio, aquellos candidatos que tenían algunas características posibles de valorar y rescatar llegaron a los espacios que les correspondía, inclusive alguno de ellos ni pensaron obtener el cargo, pero ahora deben asumirlo con gran compromiso. El reto en un país polarizado es concentrarse en los derechos de los ciudadanos y no olvidar que todo liderazgo se construye de abajo hacia arriba. Los problemas locales se resuelven desde las competencias y responsabilidades y no desde el discurso político. La seguridad, la vialidad, los desechos sólidos, la prevención, la cultura, el deporte, no tienen, ni deben tener, un tinte político, pues un ciudadano no acudirá a un despacho municipal a buscar una prebenda partidista, sino que asistirá a exigir que se cumplan las obligaciones, que se traducen en claros derechos para ellos.
Observo interesantes y nacientes liderazgos en oposición y oficialismo que se harán sentir a nivel de algunas alcaldías, sólo si saben mantenerse en el marco de sus competencias; si se desvían y comienzan a atacar lo nacional golpeando y dividiendo a los municipios, el buen augurio poco tiempo durará. La estrategia esencial es empezar a trabajar haciendo sentir que las diferencias no son suficientes para dejar de lado las exigencias de una comunidad, que si bien pretenden dividirla los de arriba, los locales deben saltar ese discurso sólo con acciones concretas, porque en el momento que un alcalde electo arregle una acera, o fortalezca su policía aún los adversos sabrán agradecerle y serán neutralizados ante una gestión eficiente que desarma cualquier argumento político. Los alcaldes que pretendan utilizar sus alcaldías para impulsar liderazgos nacionales como propósito de su gestión no serán compensados, sino más bien criticados. Hay experiencias claras que demuestran cuan golpeados han estado algunos municipios por la ceguera de sus alcaldes que descuidan sus gestiones para cazar peleas que no son de su competencia.
El acercamiento más cercano, más directo, más importante políticamente, el que va de frente con el ciudadano es el municipal y se trata de atender cientos de problemas, algunos pequeños, pero que por cotidianos son los más trascendentes para la calidad de vida de los habitantes. Centrarse en este momento en una discusión estéril sobre cuál es la tendencia del gobernante sólo restará calma, generará conflictos, angustias y retraso en el cumplimiento de las metas.
Los 100 primeros días de gobierno local servirán para que los ciudadanos evaluemos muy bien quién ganó las elecciones municipales. Surge inclusive el fenómeno de aquellas alcaldías que fueron ganadas por la misma tendencia política, pero que sus antecesores hicieron gestiones pésimas, enlutando a sus propios partidos, como es el caso de Chacao gobernada por la oposición y Guaicaipuro, gobernada por el oficialismo. Estos alcaldes tienen un reto adicional, pues sin golpearse políticamente, deben reconocer y admitir que las gestiones defraudaron a los electores y que enmendarlas será parte de un reto de alto costo ciudadano, político y partidista.
No es tarea fácil asumir gestiones que están manchadas por la corrupción, la ineficiencia, la polarización y la ausencia de planes y proyectos concretos, muchas de ellas con presupuestos en déficit y pésima gerencia pública. Los liderazgos individuales, la selección adecuada de sus directores de gestión, la realización de tareas concretas que den respuestas a corto y mediano plazo, son esenciales a la luz de la evaluación que haremos los electores, por lo menos aquellos que votamos por propuestas y no por partidos. La política venezolana ha mostrado de manera clara que hay quienes siendo de una tendencia u otra, si son eficientes y generan logros ganan electoralmente por acciones y liderazgo, caso por ejemplo de Henry Falcón, o por el contrario si no hay nada de esto y el rechazo electoral es mayor a la empatía con la tendencia política, pierden aún siendo los elegidos, caso Ismael García. La política seria es sumamente interesante de analizar y en el fondo todos saben que sus gestiones deben enfocarse a dar respuestas, soluciones, no a vender ilusiones ni futuros inciertos.
Los ciudadanos queremos acciones que nos brinden vigencia y respeto a nuestros derechos humanos. Ganar por poco margen se constituye además en un reto adicional porque la legitimidad sólo se va a alcanzar a través de la gobernabilidad local, donde el liderazgo y la solución efectiva tienen un gran peso. Ejemplos como Santiago de Chile, Lima en Perú, Bogotá y Medellín en Colombia no deben ser citados sólo para copiar sus planes, algunos no aplicables a Venezuela, sino por el contrario deben ser evaluadas como gestiones que aún adversas y diversas entre la derecha y la izquierda, supieron sobre pasar la filosofía para transformarse en gobiernos locales modelos para Latinoamérica, precisamente por la habilidad de sus gobernantes. Ya no es hora de tendencias, es hora de gobiernos y de líderes locales. El reto es gobernar con todos y para todos.
Sólo aquellos que lo entiendan, lo asuman y así lo ejerciten, perdurarán en el ambiente político electoral. El tiempo dirá si ganaron por imposición partidista o por características personales y planes concretos para el elector. Cada quien decidirá con quién y cómo escribe su historia electoral municipal y su futuro político. A gobernar se ha dicho!
PARA QUE TE DEFIENDAS ////// Monica Fernandez