Lo más importante para la oposición es seguir el camino que se han trazado de conquistar espacios y voluntades. Tiene que seguir oponiéndose democráticamente a las políticas perjudiciales para el país que adelanta este gobierno
Oscar Hernández Bernalette
El resultado de las elecciones municipales es clarísimo y más o menos reflejó lo que los análisis previos asomaban lo que seria el mapa electoral de esa jornada. Sin pasiones de por medio y con la objetividad posible hay que concluir que esta jornada fue buena para la oposición venezolana. No tanto para el PSUV y el Gobierno. Sus objetivos y a su deseo de tener un país apabullado con su visón de mundo no lo lograron. No es cualquier cosa poder afirmar que el país esta dividido en dos partes y que con una mayoría mínima se impuso el electorado que no votó por las opciones del Gobierno con 51%. Una abstención sobre el 40% no es halagadora para ninguna de las dos partes y sobre todo para el gobierno que decretó el día de las elecciones en una fecha patria para reconocer al Presidente Chávez y demostrar la lealtad y amor a su figura.
Por el contrario, los resultados demostraron el poco apego al llamado cuando solo menos del 30% del patrón electoral se sumó a ese reconocimiento. Ya lo dijimos en una nota anterior que era un error tamaña aventura.
Por otra parte, la convocatoria de la oposición en el sentido de querer convertir estas elecciones en un plebiscito fue una buena estrategia aunque no resultó. Sin embargo, allí están los números y si algún sector debe estar complacido es el opositor. Fue una buena cruzada y los resultados son en mi opinión alentadores. Que pudieron ser mejores, seguramente, que podríamos haber alcanzado más alcaldías, es posible pero desde una perspectiva electoral el rango de los resultados se había evaluado dentro de las opciones. En esta contienda la oposición creció y además en calidad. El sector oficial obtuvo menos alcaldías y menos votos. Ello es significativo, sin duda son una fuerza electoral apabullante aunque no ética toda vez que sus métodos abusivos preelectorales y su poco apego a respetar los resultados cuando se lanzan en esa política de designaciones de procónsules en las entidades más importantes que perdieron.
Ahora bien, lo más importante para la oposición es seguir el camino que se han trazado de conquistar espacios y voluntades. Tiene que seguir oponiéndose democráticamente a las políticas perjudiciales para el país que adelanta este gobierno.
Sin duda que hay espacio para reflexionar, evaluarse, criticar y también oxigenarse. Pero siempre dentro de la Unidad. Si hay algo que está demostrado es que la lucha es desigual y llena de tropiezos y abusos. La única manera de irlos superando es con la constancia, trabajo, honestidad, y sobre todo con apostolado para demostrarle a los sectores que más dependen de las dádivas y las políticas del gobierno, sobre todo en los sectores más pobres y rurales del país, que ellos también serán debidamente atendidos en sus necesidades pero con diferencia y es demostrando que para repartir y dar no es necesario robar las arcas del Estado.
Los factores democráticos del país seguirán marcando la pauta siempre y cuando estén unidos. Aquellos partidos o personalidades que crean que les llegó su tiempo solos, se equivocan y arriesgan su capital político. La Venezuela civilista no lucha contra Maduro, Cabello o el PSUV, lucha es contra una visión de mundo que ellos encarnan y que no va a llevar al país a un mejor sendero. No superaremos la crisis moral, económica y social dentro de un esquema totalitario que quiere imponer su visión dejando de reconocer que existe una mitad del país que también es sujeto de nuestra única Constitución que representa el pacto social que nos dimos los venezolanos.
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