La cadena de distribución en Venezuela está herida de muerte y por si el gobierno no lo sabe, ella es estratégica para la economía de un país
Miguel Méndez Rodulfo
Los comicios del 8D reflejaron una realidad distinta a la que se atribuye el gobierno en cuanto a una supuesta victoria. Por el contrario, haber ganado en las más importantes ciudades del país y tener, junto con otros factores que no votaron por el gobierno el 51% de los votos, indica que si de victoria hablamos los factores adversos al gobierno pueden reclamar para sí el triunfo en esta jornada electoral. Sin embargo, en aras de la objetividad, uno puede concluir que el resultado estuvo más cerca de un empate que de un claro triunfo de una de las partes. Lo que hay que analizar es que hasta hace un mes, estaba cantada la derrota del gobierno, así lo indicaban las encuestas, pero sobre todo el malestar en la calle y la tensión en el ambiente. El rechazo a la gestión oficialista era palmario y se había incubado un deseo de cambio, con características de urgencia, en la mayoría de la sociedad venezolana. Eso lo sabía el régimen y por ello se jugó a Rosalinda con la carta de los saqueos y los controles de precios.
Esta jugada, burda a todas luces, inconveniente para la salud económica de la nación, generadora de una gran desconfianza por parte de los factores que sostienen la inversión y el empleo, fue bien recibida por los estratos populares, aunque hay que decir también que mucha gente humilde entendió que aquello era un robo autorizado por el gobierno. En todo caso, el oficialismo logró atenuar su caída libre y por lo menos confundió al electorado, derivando una cantidad significativa de votos que le permitió este empate técnico y poder dar al traste con la intención plebiscitaria con que la oposición signó a estas elecciones municipales. Lo que pasa es que esta acción desesperada tendrá un alto pecio en el corto y mediano plazo. La cantidad de negocios que están cerrando para no subir otra vez su Santamaría, es importante. La cantidad de personas que quedarán sin trabajo por culpa de estas insensatas medidas, es significativa. El temor que tienen los comerciantes que tuvieron la fortuna de no ver asaltados sus negocios por turbas a las que había que vender la mercancía por debajo del costo, es muy grande.
La cadena de distribución en Venezuela está herida de muerte y por si el gobierno no lo sabe, ella es estratégica para la economía de un país. De manera que haber alentado su depauperación, fue un error que el régimen pagará en el corto plazo. Por cierto que la disminución en la recaudación impositiva, será el menos malo de los efectos perniciosos que estas medidas traerán a la gestión gubernamental. A la escasez de leche, harina pan, aceite, pollo, carne, azúcar y pare de contar, se agregarán ahora la de electrodomésticos, enseres del hogar, ropa, zapatos, etc. Al alto nivel inflacionario se sumará una persistente escasez. El régimen promete importar artículos, pero ya sabemos en qué estado se encuentran Lácteos Los Andes, Agroisleña, Sidor, Pdvsa, etc., etc.
Como decía el prócer portugueseño: “A comprar alpargatas, porque lo que viene es joropo” Dios nos agarre confesados porque a Venezuela le vienen tiempos muy difíciles y si el gobierno ahora puede reírse porque logró correr la arruga, no tardará en llorar lágrimas negras por los acontecimientos muy difíciles que sobrevendrán luego de las navidades y del campeonato de béisbol. El primer trimestre de 2014 será crucial para la sobrevivencia del régimen.
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