Hacer peregrinaje todavía forma parte esencial de la vida de millones de personas. Pero este hombre mantiene la tradición de un modo muy personal.
Es imposible ignorar a Lindsay Hamon cuando se aproxima por la calle. Este trabajador social de 61 años lleva una cruz que pesa 25kgs al hombro.
De madera y con una rueda en la punta, Hamon ha llevado la cruz por todo el Reino Unido y rincones remotos del mundo, incluidos Bangladesh, Nepal, India y Sri Lanka. Los últimos 26 años ha viajado más de 8.000kms. «Empezó en forma modesta, en el suroeste de Inglaterra, con un recorrido de Land’s End a Plymouth (unos 144kms)», dice Hamon. «Unos meses después, fui de Plymouth a Londres, y después di la vuelta a Irlanda… Eventualmente viajé de Londres a Berlín, de Berlín a Moscú, y de Berlín a París, Eslovaquia y Hungría», añade.
Como cristiano, Hamon comenzó a caminar con la cruz después de que un amigo cercano perdió la fe. «Pensé en caminar a la ciudad donde vivía y rezar cada día para que volviera a Dios. No estoy seguro de si lo hizo, pero pensé en llevar la cruz como una especie de testigo. El efecto que tenía entre la gente fue increíble: detenían sus carros y venían a hablar conmigo. Me invitaban a los bares locales. Completos extraños querían saber qué y por qué lo estaba haciendo».
Rompehielos
Hamon sostiene que la cruz sirve para romper el hielo y que, como sociedad, tendemos a colocar muchas barreras. «Cada vez nos metemos más en nuestras pequeñas burbujas. El principal problema es la soledad y que las personas realmente no están dispuestas a abrirse a los demás», añade.
La que carga ahora es la tercera cruz que ha llevado encima, y se la hizo un amigo que es constructor. «La primera me la robaron en el festival de rock de Reading y la segunda me fue decomisada por la aduana de India, hace unos años», explica.
Se desarma en tres partes, que van unidas por tornillos, pero aun así es un objeto difícil de transportar a través de aeropuertos. En una oportunidad, oficiales de aduanas de Hong Kong creyeron que se trataba de un monociclo.
Hamon cuenta que recibe muchos comentarios sobre la rueda en la base de la cruz. «Todos quieren hacer alharaca con el asunto y dicen cosas como que Jesús no tenía una rueda en su cruz. Si me hubieran dado una moneda cada vez que alguien me dijo eso, ya sería millonario», señala.
Viajar a partes remotas del mundo a través de paisajes aislados y terrenos difíciles es una tarea que exige mucho físicamente. «Se paga por las ampollas», afirma.
Llevar una mochila no le es posible por la cruz en el hombro, así que debe asegurarse de empacar todo lo que necesita en bolsas pequeñas que lleva al cinto. «Si olvidas sólo una cosa puedes terminar en una situación muy difícil. Recuerdo que una vez dejé la linterna y me tocó caminar en la oscuridad total en Bangladesh. Caí en un hueco y creí que me había fracturado el tobillo, pero podría haber sido mucho más serio si no me hubiera preparado bien».
Reacciones variadas
También es importante mantener la concentración, dice. «Hay ocasiones en las que estás por tu cuenta. Puedes estar atravesando Bulgaria o cualquier otro sitio por un período largo y tener mucha, mucha sed».
La reacción que obtiene en diferentes partes del mundo puede diferir dramáticamente. «La mayoría del tiempo es increíblemente gratificante y las personas te reciben con la mente abierta, pero de tanto en tanto llegas a un pueblo donde puedes sentir la tensión», dice Hamon.
«Algunas veces simplemente sabes que debes detenerte y conversar, mientras que otras debes seguir tu camino, seguir caminando».
También suele recibir una mezcla de comentarios amigables e insultos. «A veces me encuentro con cosas joviales por parte de taxistas; otras, la gente me maldice una forma muy vil, y en ocasiones me dicen ‘muy bien, amigo, sigue adelante'».
«Hay una reacción auténtica a la situación simple de un hombre que camina llevando a cuestas una cruz enorme», señala Hamon.
Cuando era niño sufría de asma y se enfermaba con frecuencia. Le parece increíble sentirse más fuerte ahora, a la edad de 61 años, que cuando estaba más joven. También dice que cargar una cruz lo ha llevado a encuentros más intensos con la gente.
«Es casi como convertirse en un sacerdote, pero en la calle, sin la parafernalia de la iglesia. En realidad eres muy vulnerable. Puedes estar atravesando un vecindario peligroso o un país entero y no tener idea de cómo te van a recibir. Como eres vulnerable, también eres accesible», agrega.
¿Cuál es el próximo paso para Hammon?
Le gustaría visitar China, África y América del Sur en algún momento. Mientras, continuará caminando con la cruz hasta que le den las fuerzas. «En cierta forma, de lo único de lo que me arrepiento es de no haber empezado antes. Me gustaría llegar a lugares y a gente con la que no interactúo frecuentemente. Me gustaría ir a Kazajistán y Uzbekistán», afirma.
BBC