Ponerse ropa interior amarilla y al revés, salir por las calles con maletas, sentarse y volverse a parar con cada una de las campanadas de las doce, atragantarse de uvas, tener dinero en la mano a la medianoche, lanzar cosas viejas por la ventana y comerse un plato de lentejas son algunas de las costumbres que practicamos los venezolanos para tener suerte a partir del 1ero. de enero de cada año.
Sin embargo, una de las cosas más significativas de la última noche del año es la cena. La comida del 31 de diciembre, al igual que la de la víspera de la Navidad es un derroche de alta gastronomía donde se conjuga el sabor de exquisitos platos que han colocado a la cocina venezolana en un lugar privilegiado a nivel internacional.
La mesa estáfull
La hallaca, el pernil, la ensalada de gallina, el pan de jamón y el dulce de lechosa son los protagonistas indiscutibles de la cena de Navidad y fin de año, sin embargo, el 31 de diciembre agregamos dos alimentos más, las lentejas y las uvas, ambos enmarcados en la tradición de ingerirlos para que tengamos mejor suerte en el año que va a comenzar.
Estos sabrosos platos, resultados de diferentes tradiciones gastronómicas fusionadas por el encuentro de razas negras (África), blancas (Europa) e indígenas (América), pero también de migraciones árabes registradas durante el siglo XX, se degustan en ambientes inevitablemente festivos, porque se acompañan con música y actividades populares de cada región como fuegos artificiales y pequeñas reuniones en las entradas de las casas.
Ahora, la reina indiscutible de la cena de fin de año y de toda nuestra Navidad es, definitivamente, la hallaca. Creación original de la cocina nacional, cuya preparación obliga a la reunión de familiares y amigos, quienes gustosamente asumen la tarea de cocinar, amasar o amarrar una serie de ingredientes que conjugan desde harina de maíz y hoja de plátano, hasta suculentos guisos en los que la carne y el cochino son infaltables, uniéndose con variedad de recursos como aceitunas, pasas y pimientos.
Conforme a las necesidades, gustos y tradiciones de cada región, la hallaca, como se basa en un guiso de carnes envuelto en harina de maíz y hojas de plátano, tiene variaciones en sus modos de preparación, relacionadas al aprovechamiento de los ingredientes más populares y abundantes de cada estado. Así ha surgido la denominada hallaca caraqueña o central, la andina, la llanera, la oriental, la de pescado, la de plátano, la angostureña, la guayanesa, la de caraota y hasta la vegetariana. Hay para todos los gustos.
Con respecto al pernil, hay diversas formas de preparación, pero lo más importante es asegurarse de que la pieza de cochino que vamos a ingerir lleve bastante candela. Yo lo prefiero sencillo: sal, ajo, cerveza y fuego lento durante todo el día, queda sabroso y bien jugosito, siempre que la cocinera o el chef no dejen que se seque totalmente.
La ensalada de gallina también presenta sus variantes, pues hay quienes sustituyen la gallina por pollo, otros le echan guisantes o manzana y a quienes, en busca de mantener lo “light” sustituyen la mayonesa por yogurt. Yo les recomiendo la receta de mamá: piquen todo chiquitico y échenle guisantes, manzanas y full mayonesa…nada de yogurt.
El pan de jamón se come durante todo diciembre y tiene un exquisito sabor al mezclar lo salado del jamón y la aceituna con lo dulce de la pasita. Con respecto al dulce, en Venezuela hay una gran variedad de postres que típicos de la Navidad pero el de más fácil preparación y exquisito sabor es, sin duda, el dulce de lechosa con papelón.
Como mencioné antes, a la cena de 31 le agregamos un suculento plato de lentejas, pues dice la tradición que comerlas nos trae prosperidad. Desde la época del neolítico, las lentejas se utilizaron como comestible y la civilización egipcia se encargó de reproducirlas en cultivos extensivos y durante la Edad media fueron, junto con los garbanzos, un alimento fundamental.
Edda Pujadas / @epujadas