Según el Decreto No 725 de la Presidencia de la República, el salario mínimo fue aumentado en 10% a partir del 7 de enero de 2014, con lo cual alcanza a Bs. 3.270. «Este monto resulta inferior al valor de la canasta alimentaria que en diciembre de 2013, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas INE, se situó en Bs. 3.324», señala un comunicado de la Mesa de la Unidad Democrática.
A continuación el texto completo:
Para un trabajador y su familia, el nuevo salario mínimo no le alcanza ni siquiera para la adquisición de los alimentos básicos, ni por supuesto para cubrir el gasto en medicinas y de los servicios como el transporte, teléfono, electricidad, alquiler de vivienda, entre otros.
Este ajuste del salario se produce en el contexto de una alta inflación (56,2%) que en 2013 provocó que las remuneraciones reales de los trabajadores disminuyeran en 11,1%, una reducción considerable del poder adquisitivo, a pesar de las alzas del salario mínimo decretadas por el gobierno. Ello sugiere que tales aumentos del salario mínimo no son capaces de reponer el poder de compra de los trabajadores venezolanos, debido a que el alza de los precios supera los incrementos aprobados de los salarios.
Con una inflación general de 56,2% y en los alimentos de 80% aproximadamente, resulta difícil que la clase trabajadora pueda contentarse con un aumento de 10%, insuficiente para compensar al trabajador por el efecto perjudicial de la inflación. Hay que reiterar que en Venezuela un 35% de la fuerza de trabajo ocupada devenga salarios inferiores o iguales al salario mínimo. Ello condena a, aproximadamente, 4.500.000 trabajadores a pasar hambre por cuanto sus ingresos resultan inferiores al costo de la canasta alimentaria.
La Mesa de la Unidad ha venido proponiendo y explicándole al país que la forma más efectiva de recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores de Venezuela es mediante la aplicación de una política económica que restituya el crecimiento de la economía y contenga el aumento de los precios. De muy poco sirve un aumento del salario mínimo de apenas 10% si se espera una inflación de más de 70% para 2014. Se requiere una política integral, que no solamente tome en cuenta las alzas de los salarios de los trabajadores, sino, mucho más importante, que se preserve e incremente el poder adquisitivo de esos ingresos que es lo que finalmente le conviene al trabajador venezolano.