El señor Maduro pidió “no politizar el caso de Mónica”, es decir, quiere que nos callemos la boca y demos por buenas las declaraciones y actuaciones del régimen
Oswaldo Álvarez Paz
Todo Está dicho con relación al horrendo asesinato de Mónica Spear y su marido, así como lo referido a la huérfana herida. Pero muy poco se ha hecho. Rechazamos la tendencia creciente del gobierno de presentar sospechosos como culpables en tiempo record, trabajando para mejorar los pésimos índices existentes en la lucha contra el crimen organizado e impactar selectivamente a la opinión pública con una eficacia de dudosa credibilidad. Ojala y este caso sirva para desmentirme, aunque sea parcialmente pero lo dudo. No les creo nada de nada.
El señor Maduro pidió “no politizar el caso de Mónica”, es decir, quiere que nos callemos la boca y demos por buenas las declaraciones y actuaciones del régimen. Absurdo propio de un incompetente con el juego enredado sin saber que hacer para salir del complicado cuadro que se le cierra con peligro de asfixiarlo. Iba a escribir que Venezuela no se merece a este régimen, ni a quien lo dirige, pero debo abstenerme aunque lo piense.
No solamente el caso de Mónica, aquí llegó la hora de politizarlo todo en nombre de la libertad, la verdad y la justicia. A esos fines debemos seguir el camino planteado por la Conferencia Episcopal Venezolana con sus claras advertencias sobre el presente y la intencionalidad futura del aparato gobernante. Las máximas autoridades de la Iglesia Católica hacen un llamado a la nación para enfrentar ese manifiesto comunistoide llamado Plan de la Patria. Es una de los caminos para impedir la consolidación del régimen autocrático, totalitario y corrompido que, bajo la inspiración de un marxismo trasnochado, abandona aquello de “socialismo del siglo XXI” para asumir la dictadura a plenitud.
Es hora de la política con P mayúscula, de los políticos como apóstoles y servidores del bien común, de la búsqueda de la justicia social. COPEI esta cumpliendo 68 años. Debería tomar el mensaje de CEV como carta de relanzamiento existencial.
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