¿Las telenovelas generan violencia? En su cruzada contra la criminalidad, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó a este género de promover antivalores, abriendo un nuevo debate en un país ávido de culebrones y otrora famoso exportador de grandes éxitos como «Cristal» y «Kassandra».
Tras el asesinato de Mónica Spear, una exreina de belleza y estrella de telenovelas, Maduro reforzó su campaña por la pacificación de Venezuela y ordenó revisar la programación de todos los canales privados y por cable, asegurando que los culebrones fomentan «antivalores de la muerte, culto a la droga, culto a las armas, culto a la violencia».
«Yo no veo novelas porque no me da tiempo, pero me mostraron una donde la protagonista mata hasta a su propia madre. ¿Cómo puede ser esta la heroína de la trama? ¿Es que los venezolanos no podemos ver cosas buenas?», cuestionó recientemente Maduro, en alusión a la popular «De todas maneras Rosa».
Pero para varios dramaturgos y expertos, ni las tramas violentas ni sus villanos acrecientan la tasa de homicidios, que en 2013 se ubicó entre 39 y 79 por cada 100.000 habitantes, según cifras oficiales o de ONGs, respectivamente.
«Poner la lupa sobre las telenovelas en Venezuela es un error y una irresponsabilidad porque todos los venezolanos sabemos que las razones de tanta delincuencia no tienen nada que ver con el discurso de la ficción melodramática, sino con razones estructurales mucho más complejas», dijo a la AFP el guionista Leonardo Padrón.
Para el creador de «País de las mujeres», el gobierno busca «escamotear su verdadera responsabilidad», cuando hechos como que un 92% de los homicidios queden impunes o que las autoridades no persigan con «mano dura» a los delincuentes sí «estimulan la delincuencia».
En una carta pública, el guionista de «De todas maneras Rosa», Carlos Pérez, aclaró a Maduro que el personaje que criticó no es la protagonista, sino la villana, «que está irreversiblemente condenada al fracaso y a ser castigada por su maldad».
«Los dramas telenovelescos siempre establecen una batalla entre el bien y el mal, en la que termina imponiéndose el primero sobre el segundo para que reine la dicha de los que son buenos en el mundo», explicó Pérez.
Según la experta en medios masivos Carolina Acosta, «no se puede decir que la telenovela incita la violencia», porque no hay estudios de comunicación que hayan demostrado esa relación directa.
«Narco-novelas» versus «telenovelas socialistas»
Pero Maduro, tildando de «insensatos» a sus críticos, prometió incluso usar sus poderes especiales para gobernar por decreto durante un año para construir «una nueva cultura comunicacional televisiva y cinematográfica» para los venezolanos, que en promedio ven seis horas diarias de televisión, según la empresa AGB Medición TV.
El presidente continúa los pasos de su fallecido predecesor y líder, Hugo Chávez, que prohibió en 2011 en Venezuela a las exitosas «narco-novelas» colombianas o mexicanas, que para muchos reflejan la realidad del narcotráfico y para otros alientan el crimen y la prostitución.
En 2010 ya había planteado la producción de «telenovelas socialistas». «Las telenovelas son co-formadores de modelos de conducta. A través de historias entretenidas, de amor o de acción se pueden hacer valer valores humanistas», aseguró Delfina Catalá, productora de «Teresa en tres estaciones» (2013), considerado el primer culebrón «socialista».
Más escépticos, Padrón y Acosta cuestionan las limitaciones que impone a los guionistas la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (o Ley Resorte), de 2004, que prohíbe la difusión de escenas explícitas de violencia o sexo.
«Por ejemplo, no puedes poner escenas de un ludópata en un casino o sala de bingo», dijo Acosta, profesora asociada a la Universidad de Georgia, en Estados Unidos. Se hace «muy cuesta arriba» tocar temas como el sexo, las drogas o el alcohol, opinó Padrón.
Para el actor Javier Vidal, esta ley también llevó a la autocensura en los medios, que evitan incluir parlamentos que hablen de política o los principales problemas de la población. «Pueden herir la susceptibilidad de las autoridades», añadió Padrón.
Menos culebrones en la tele
Maduro, quien considera que series como la estadounidense el «Hombre Araña» fomentan la violencia entre los jóvenes, critica constantemente la programación de las televisoras en Venezuela.
Tras una reunión el lunes con representantes de los medios, el gobierno pidió a los canales respetar las franjas de horario infantil y que reduzcan de ocho a cuatro horas diarias las transmisión de telenovelas, como señala la Ley Resorte.
Asimismo, el Ejecutivo recordó que el 50% de telenovelas emitidas deben ser nacionales, cuando la mayoría de las producciones vistas en el país se hacen en Telemundo en Miami o de Televisa en México, un claro signo de que la próspera industria de la telenovela venezolana se vino a pique en los últimos siete años.
El canal Radio Caracas Televisión (RCTV), que cerró en 2007 cuando el gobierno no le renovó la concesión, y Venevisión, que empezó a mudar su producción fuera del país, eran los principales productores de melodramas, muchos hitos internacionales en los años 1980 y 1990.
AFP