“¿En qué parte del Plan de la Patria dice que hay que devaluar al Bolívar seis veces en un año?”… “Esto se veía venir, están gobernando los mismos que le ocultaban las verdades a mi Comandante”… “Lo que no hizo mi Presidente Chávez en tanto tiempo lo está haciendo Maduro en menos de un año”… “Yo que me burle tanto de los escuálidos cuando Maduro dijo que no iba a devaluar, ahora no sé qué cara poner”… “Ellos saben que esto no aguanta mucho tiempo, por eso están raspando la olla con furia, les importa un carajo la Revolución”… “le dije a mis camaradas y familiares que no hicieran compras nerviosas, que los precios bajos de diciembre se mantendrían, ahora se burlan”… “Los pajúos esos dicen que la devaluación no nos afecta a los pobres porque no usamos dólares: ¡Que se vengan a hacer colas como las que hace uno, de cinco y seis horas, para comprar tres pendejadas en el mercado, y después me dicen si la devaluación nos afecta o no!”
Expresiones así están siendo utilizadas por compatriotas, hermanos nuestros, simpatizantes del proyecto político que fundó el fallecido Presidente Chávez. En redes sociales, en portales pro-oficialistas, en la calle, en el mercado, en el Metro, se escuchan expresiones como las citadas y aún más fuertes. “Traición” es la palabra con la que en el barrio muchos definen los actuales acontecimientos, que tuvieron su punto de inicio en la madrugada del 14 de abril de 2013…
Esa mañana Raúl supo que Nicolás no servia
Efectivamente, esa madrugada los Castro se llevaron un susto de muerte: Una campaña brevísima realizada con el cronograma más ventajista posible, pues empezó en los propios funerales de Chávez y terminó en medio de las jornadas conmemorativas del 11, 12 y 13 de abril; que comenzó con más de 20 puntos a favor de Maduro en todas las encuestas, que arrancó con la ventaja de ocho puntos que le había sacado Chávez a Capriles el 7 de Octubre, terminó de manera muy distinta a como lo habían planeado en La Habana. Casi un millón de personas que en Octubre habían votado por Chávez decidieron en Abril hacerlo contra Maduro.
Los Castro vieron con claridad lo que se les venía: Sin Chávez de por medio es imposible mantener por medios relativamente “democráticos” la hegemonía que permite al régimen cubano sobrevivir gracias a las riquezas petroleras venezolanas. Era necesario entonces violentar la ya precaria institucionalidad venezolana y transformarla aceleradamente en un Estado como el cubano, donde la gente vota pero no elige, donde la oposición esta arrinconada, criminalizada, presa o asesinada, donde la población no tiene libertad para vivir de su trabajo y tiene que depender de las migajas que el Estado le “asigne”…
¿Traición? ¿Paquetazo? ¡Golpe de estado!
El susto del 14A les hizo ver a los Castro que era urgente lanzar de una vez el “Paquetazo Rojo”. Que no es, como suponen algunos, un “paquete de medidas económicas”. Es en realidad un Golpe de Estado contra la Constitución. Esta misma Constitución que establece que el Estado Venezolano no es “socialista” sino un “Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia”, esta misma Constitución que ordena que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana “no estará al servicio de individualidad o parcialidad política alguna”, esta misma Constitución que determina que el corazón de la vida institucional es el municipio y no la “comuna”, es decir, la que alguna vez Chávez llamó “la mejor Constitución del mundo”, ahora se transforma en un obstáculo para quienes desde La Habana quieren seguir viviendo de las riquezas venezolanas.
Por eso ocurre lo que está ocurriendo: Se centralizan las importaciones y se restringe brutalmente la entrega de los dólares que la empresa privada necesita para comprar materia prima, insumos y tecnología para que estas empresas quiebren, “pacten” o se vayan del país, dejando en la miseria y el desempleo (es decir: a merced del poder del Estado) a millones de venezolanos; se restringe a la clase media la posibilidad de viajar para que cunda el pánico y se terminen de ir cientos de miles de compatriotas, dejándole el campo libre a los peores, los genuflexos, los impresentables; Se obliga al pueblo a hacer colas interminables para adquirir harina de maíz, se raciona el pan, y hasta las bombonas de gas para cocinar, para que el pueblo este tan ocupado luchando por la subsistencia que no pueda dedicar ni un minuto de su tiempo a cobrar conciencia de la destrucción de Venezuela…
Se disipa la ilusión que encubre el saqueo
Y todo esto lo están haciendo ya, ahora, porque saben que dentro de muy poco tiempo ya no podrán hacer nada. Este “topo a todo”, esta suerte de “corralito” financiero y humano La Habana lo está imponiendo a los venezolanos de esta forma abrupta, atropellada y violenta no porque tengan demasiada fuerza, sino porque los Castro (más sabios que sus marionetas locales) saben que dentro de poco la crisis económica, la inseguridad generalizada y el agudo conflicto interno entre las mafias que se disputan el botín petrolero terminaran de disipar la ilusión de que aquí hay algo parecido a un “gobierno”. Y junto con esa ilusión se disipará la posibilidad de la élite castrista de seguir fundamentando su poder en el saqueo de las riquezas venezolanas.
Caminos para enfrentar y vencer el golpe
Frente a una realidad como esa, a los hijos de esta Patria (tanto los que algunas vez simpatizaron con el Presidente Chávez como a los que siempre se opusieron a su gobierno, venezolanos todos) solo nos quedan cuatro caminos: Confrontar (que es lo que quisiera la cúpula teledirigida, para hacer uso de su actual ventaja en el uso de la violencia legal e ilegal); Resignarnos (que para algunos se traduce en exilio y para otros en frustración); Evadir la realidad (“hacernos los locos”, dedicarnos al Carnaval, a la Semana Santa y luego al Mundial de Futbol, para seguir quebrando al detal a manos de la burocracia o muriendo al detal a manos del hampa) o, finalmente, el que nosotros consideramos el único camino posible, eficiente y decente: RESISTIR.
Y para explicar en que consiste “resistir”, en que conductas se traduce esa palabra, para mostrarnos no solo con el discurso sino con el ejemplo, es que este país necesita en este momento a su liderazgo democrático, ese mismo que no vimos por ninguna parte el pasado 23 de Enero. No para que compitan entre ellos, posando quien es “más radical”; No para que le echen la culpa a “la gente” por lo que hizo o no hizo el 8D, olvidando que lograr la participación es precisamente unas de las responsabilidades del liderazgo.
Los venezolanos necesitamos que nuestro liderazgo democrático modele y conduzca la resistencia, de manera eficiente y victoriosa. La MUD como espacio de articulación y Capriles como líder son activos del país alternativo, que es necesario preservar en vez de “canibalizar”. Pero hace falta más, mucha más conciencia, organización y movilización. Necesitamos una ciudadanía que solidariamente le exija calidad a su liderazgo.
Necesitamos un liderazgo que respetuosamente responda con orientación y hechos a la ciudadanía. Ya no basta con que un líder “deje el pellejo” en una campaña electoral. Ahora TODOS tenemos que echar el resto. Todos los días. En todos los espacios. Por este país que debe volver a ser de todos. Para que no nos irrespeten. Para que no nos maten. Para que haya futuro ¡Palante!
Jesús Chuo Torrealba | @chuotorrealba