La pantalla, espacio para el debate ciudadano, para el descanso del trabajador, no puede llenarse de mentiras como las que se han hecho haciendo creer la llegada de Chávez al cielo
Max Romer
Si hay algo que han tocado de más los gobiernos del difunto Chávez y Maduro es el discurso informativo. Se han enfocado en inventar una moralidad que ellos mismos no han profesado con sus acciones. Gestos altisonantes como cargar armas, apuntarlas sobre objetivos, golpear el puño sobre la palma de la mano, además de una andanada de insultos en las interminables cadenas de radio y televisión.
La televisión
Hoy, luego de que la violencia está desatada como quien abre una caja de truenos, buscan soluciones en la televisión, el espacio mancillado por ellos mismos. Se han ocupado de quitar concesiones, de hacer una ley de contenidos para radio y TV que no ha hecho más que alejar a los realizadores y a los espectadores de la pantalla. Buscan, ahora sí cuando las cosas no tienen recursos ni atisbos de solución, tocar los elementos educativos que la televisión podría proporcionar al ciudadano.
“Construir un nuevo modelo cultural de televisión», en palabras de Delcy Rodríguez no es creíble en manos de un partido político y poder gubernamental que no han sabido administrar los ingentes recursos comunicacionales de los que se han apropiado bien sea a través de las cadenas, de las expropiaciones o de Conatel.
Los antivalores de los que habla Maduro esos “de la violencia que se transmiten en las telenovelas venezolanas», no son precisamente los relativos a los que representaba Mónica Spears, sino los que le propinaron a “Mi querida Ciela”, y no por encarnar a una chica en la pantalla, sino por ese afán de odiar todo lo que no se pinte del tricolor manido y manipulado por el rojo-rojito de la revolución.
La pantalla, espacio para el debate ciudadano, para el descanso del trabajador, no puede llenarse de mentiras como las que se han hecho haciendo creer la llegada de Chávez al cielo, o las manipulaciones de un agro que languidece a ojos vista cuando no hay legumbres que se produzcan en el suelo de la patria de Bolívar.
La prensa
La carta abierta del diario El Nacional en la que claman por la justa distribución de las divisas para la importación de papel de prensa, es la antesala que desveló la estrategia de Maduro en su nueva consigna contra la prensa escrita. El gobierno al negar la entrega de dinero para la importación de papel, coloca a la información en un plano anticonstitucional, condenan a los periódicos a su extinción, al derecho de la información se le pisotea y lo que es peor, dejan al ciudadano sin opciones informativas.
Corolario
Ya el derecho a la vida en Venezuela tiene un valor igual al del costo de una bala. La democracia venezolana hace tiempo que dejó su cara feliz para darle paso a una morisqueta cargada de votos.
Para construir un modelo cultural e informativo, el primero que debe pensar en lo que quiere es el altisonante gobierno. No puede exigirse que la programación de TV sea de un modo, cuando es el propio poder político el que actúa facinerosamente en materia de discurso. Tampoco se puede exigir sindéresis informativa cuando la prensa está en momentos de angustiosa supervivencia.
La propuesta no es qué tienen que hacer las televisoras y los periódicos, sino qué va a hacer el presidente con sus palabras y gestos de ahora en adelante para bajar los indicadores violentos de su discurso para propugnar la paz, proporcionar justamente las divisas a quienes de alguna manera reflejan la realidad del país y, lo que no debe olvidarse en esta ecuación, que son los ciudadanos que tienen, de acuerdo a la constitución y las leyes, derecho a la información.
romer.max@gmail.com