Suena a una escena de una comedia sexy. Pero las historias de parejas que se quedan atascadas durante la relación sexual han estado con nosotros durante siglos… y algunas de ellas hasta pueden ser ciertas.
Una visita de emergencia al hospital nunca puede ser agradable, sobre todo cuando ocurre después del sexo. «No es el final más romántico que una pareja pueda imaginar», comenta el doctor Aristomenis Exadaktylos, autor de un estudio sobre 11 años recibiendo pacientes en su hospital en Berna, Suiza.
Junto a sus coautores, descubrió a muchos pacientes que han tenido problemas después del acto sexual, como migrañas, irregularidad cardíaca e incluso amnesia. Pero cuando en un programa de radio de la BBC sobre salud (Health Check) le preguntaron si había tenido algún caso en que la vagina de la mujer se aferra al pene, su respuesta fue No, y añadió que probablemente era un mito urbano.
El comentario fue de pronto contradicho por algunos de los oyentes de Health Check que escribieron al programa.
«Debo decirle que no es un mito», escribió una mujer que pidió permanecer en el anonimato. «Una noche nos pasó a mí y a mi difunto esposo. Literalmente no podía retirarse, se quedó ‘atascado’. Lo atribuí a la intensidad de la respuesta del músculo vaginal durante el orgasmo».
Otro oyente, quien pidió ser llamado John, dijo que cuando tenía 14 o 15 años recordaba haber escuchado la historia de un hombre que se quedó atrapado dentro de una mujer y tuvieron que llamar a una ambulancia para que los separaran en el hospital. Años más tarde, John se sumó a la marina mercante y tuvo una relación intermitente con una mujer en Japón.
En una ocasión, él y su pareja estaban teniendo «sexo muy agradable» cuando, de repente, encontró que no podía retirar el pene. «La acción llegó a su fin y decidimos que lo mejor era separarse», recuerda.
Les tomó dos o tres minutos de forcejeo y risas pero la experiencia no fue dolorosa para ninguno de los dos. John, que ahora tiene 75 años, nunca había mencionado el hecho y éste nunca le ocurrió otra vez.
Penis captivus
El doctor John Dean, médico de sexualidad en Reino Unido, comentó que ambos casos son ejemplos creíbles de un raro fenómeno conocido en el ámbito como «penis captivus» (pene atrapado).
«Cuando el pene está dentro de la vagina se va hinchando gradualmente», explicó al dar su hipótesis sobre cómo puede ocurrir el problema.
«Los músculos de la base pélvica de la mujer se contraen rítmicamente con el orgasmo. Mientras esos músculos se contraen, el pene se atasca y se hincha aún más».
Al final, los músculos vaginales se relajan, el pene se descongestiona de sangre y el hombre puede retirarse.
Muchos amos de perros habrán visto a sus mascotas quedarse pegadas durante la copulación. Sin embargo, hay razones anatómicas especiales para que eso ocurra, según Peggy Root, una experta en reproducción animal de la Universidad de Minnesota. El pene de un perro tiene un compartimento que se llena de sangre después del inicio del coito, efectivamente aferrando al macho en su lugar.
El doctor Dean dice haber discutido, a lo largo de los años, con varios de sus pacientes sobre sus experiencias de quedar atascados, más por curiosidad que por que se trate de un problema serio.
Él hace una distinción entre penis captivus y la condición más común y grave conocida como vaginismus, en la que los músculos vaginales de la mujer se contraen involuntariamente, impidiendo el coito.
Dos reseñas de la historia sobre penis captivus, publicadas en 1935 y 1979, resaltan una fascinación de larga data con el tema.
En 1372, Geoffery de la Tour-Landry relató como un libidinoso llamado Pers Lenard «tuvo relaciones carnales con una mujer» encima del altar de una iglesia y que Dios «los ató firmemente a los dos esa noche».
Al día siguiente todo el condado vio a la pareja todavía entrelazada «firmemente como un perro y una perra». Tras la pronunciación de oraciones el largo coito de la pareja llegó a su final (aunque se vieron obligados a regresar a la iglesia durante tres domingos, desnudos, y flagelarse públicamente).
BBC