Los venezolanos ya no pueden viajar como antes al extranjero; y algunas líneas aéreas corren el peligro de cerrar definitivamente.
El motivo es que las deudas contraídas por el Gobierno con las líneas aéreas y la última devaluación del bolívar han dificultado enormemente el funcionamiento de las compañías y han bloqueado muchos de los planes de negocios y de turismo previstos en las últimas semanas.
Varias aerolíneas internacionales han decidido suspender la venta de billetes y reservas desde Venezuela porque el Gobierno les adeuda unos 3.300 millones de dólares (2.440 millones de euros) desde el año pasado. Y ni siquiera saben si el Ejecutivo va a reconocer les la deuda y a qué tipo de cambio.
Las empresas esperan que el Gobierno se aclare en el actual laberinto de múltiples tipos de cambio a la hora de saldar deudas. El ministro de Economía, Rafael Ramírez, ha anunciado que se estudiará cómo afrontar la deuda en divisas contraída con diversos sectores, pero no ha aclarado el tipo de cambio –oficial, semioficial o paralelo– que se les va a aplicar.
Las únicas compañías que operan viajes al extranjero son la portuguesa TAP y las nacionales Conviasa, Avior y Santa Bárbara. Pero sus precios se han disparado hasta alcanzar unas cotas prohibitivas. Por ejemplo, un billete ida y vuelta a Madrid puede costar hasta unos 3.000 euros.
La incertidumbre se está apoderando del sector turístico porque las medidas anunciadas el 23 de enero para el nuevo ajuste cambiario no sólo afectan a las aerolíneas, sino a toda la hostelería en general. Las agencias de viajes tienen prohibido informar a la prensa sobre la crítica situación por la que atraviesan. Solo se puede conocer la situación real cuando se va a comprar un billete de avión.
Más prohibiciones
Lo único claro que tienen las agencias de viajes es la prohibición de vender billetes de vuelo a los extranjeros que no tengan residencia permanente en el país. Además, antes de reconocer la deuda contraída con las aerolíneas el Gobierno está fiscalizando todas sus ventas de pasajes.
Este proceso de verificación es lento y complicado, teniendo en cuenta que más de un millón de pasajeros venezolanos viajaron en 2013. En este complicado proceso ocurre también que el Ejecutivo intenta evitar por todos los medios que los venezolanos viajen al extranjero para hacerse con divisas que después venden en el mercado negro o utilizan para comprar artículos escasos en el mercado oficial.
El resultado de todo ello es que, sin establecer prohibiciones oficiales, a los venezolanos les resulta prácticamente imposible viajar con normalidad al extranjero.