350 metros. Así de larga era la fila principal para entrar el sábado al supermercado Red Abasto Bicentenario, en la urbanización Terrazas del Ávila, en Caracas.
A esa hilera se añadían una de carros, el doble de larga, y otra para personas de la tercera edad bastante más corta.
Una vez adentro, el interesado debía hacer una fila para tomar el carrito de compras, otra de 150 metros para pagar y una más para que le aprobaran el recibo y pudiese salir.
«Salimos de la casa a las 4 de la mañana y de acá saldremos por ahí a las 12 del mediodía», le dijo a BBC Mundo Amanda, una ama de casa que frecuenta este supermercado todos los sábados después de cruzar la ciudad desde su casa.
Hasta que fue expropiado por el fallecido expresidente Hugo Chávez en 2010, el Bicentenario era una sucursal de la red de supermercados Éxito, una de las empresas privadas más grandes de Colombia.
Desde entonces se ha convertido en uno de aquellos lugares controlados por el Estado donde el caraqueño tiene mayor oportunidad de encontrar los productos que escasean, como el aceite, la leche o la harina de maíz.
Aunque se veían antes, en los últimos años las colas se han vuelto parte de la rutina de los venezolanos, no sólo en supermercados, sino en el banco, en la farmacia e incluso en la cafetería. «Tome un turno y siéntese» es lo que recomiendan buena parte de los establecimientos.
La paciencia, así como las maniobras para hacer menos cola, se volvieron atributos muy valorados en este país. Y vender turnos privilegiados es un negocio tan común como vender café al pie de las filas.
Escasez
Durante la última década, el gobierno venezolano ha reforzado la regulación de precios de algunos productos básicos, lo que para muchos desincentiva su importación y producción. Y eso, dicen economistas de línea opositora, es una de las causas de la escasez.
En promedio, los productos considerados básicos no se encuentran en 22,2% de las tiendas de Venezuela, según el Banco Central.
Mientras que en Caracas se reporta el índice de escasez más bajo, en otras ciudades como Barquisimeto o Valencia la tasa es de casi el doble.
«La cola es una característica principal de la escasez», le explica a BBC Mundo el economista Ángel Alayón.
«Cuando la demanda es mayor que la oferta se necesita de métodos de racionamiento como lo es la cola y la limitación a la cantidad de productos que puedes comprar».
En la Venezuela de hoy, el número de rollos de papel higiénico o cajas de leche que uno puede comprar suele estar limitado para que se garantice el acceso a una mayor cantidad de personas.
«Guerra económica»
Muchas de las quejas de los venezolanos por las filas apuntan a que «nos estamos volviendo como Cuba», puesto que los isleños -también acostumbrados a la escasez- llevan décadas esperando en hileras.
«Acá se hace cola para todo», le dice a BBC Mundo el periodista cubano Rafael Grillo. «Para pagar las facturas de la casa, para hacer los trámites burocráticos, para comprar la comida, para tomar un ómnibus, para entrar a un espectáculo».
En los países gobernados por socialistas con economías centralizadas y de planificación, como la Unión Soviética o Yugoslavia, las filas por la escasez y el racionamiento fueron siempre una característica de la cotidianidad de los habitantes.
Sin embargo, muchos creen que la escasez en estos países no se explica por los problemas del modelo económico socialista, sino por una «guerra económica» dirigida por el capitalismo en contra de estas naciones.
Para el gobierno venezolano, de hecho, la escasez es producto del acaparamiento y el boicot de unos cuantos que quieren sabotear a Venezuela.
«Una cola es una manifestación de que algo no está funcionando», le dice a BBC Mundo el sociólogo David Smilde. «Sea por las carreteras, la escasez o la burocracia, la cola es un producto de la ineficiencia».
Pero además de la ineficacia de las instituciones, explica Smilde, en Venezuela la renta petrolera y la inflación alargan las colas, porque hay mucho dinero en las calles y el ahorro no es buen negocio.
En Venezuela, en general, los pobres tienen que hacer más fila que los ricos, sea porque se puede pagar a alguien para que la haga o porque se pueden comprar los productos escasos a los vendedores ambulantes -conocidos como «buhoneros»-, que los venden a un precio hasta 10 veces más altos que el oficial.
«Por eso yo prefiero hacer mi cola», dice Gregoria, una mujer que habló con BBC Mundo en el Bicentenario. «Porque así evito que el bolsillo se me quede vacío».
Cuando ve una cola, el venezolano corre a hacerla, porque «algo de bueno deben estar vendiendo».
Información de BBC Mundo