Un estudio realizado por un investigador israelí apunta a que la fragmentación del sueño, es decir, despertarse continuamente durante la noche, aumenta el riesgo de cáncer. El estudio, publicado el mes pasado en la revista científica «Cancer Research», señala que este patrón de sueño debilita el sistema inmunitario causando un cambio químico en las células conocidas como macrófagos.
«Cuando no se tienen unas horas de sueño continuadas, o sea, que el sueño no es limpio, estas células, que ayudan a combatir a las cancerígenas, comienzan a ayudarlas y estimulan el crecimiento de los tumores», comentó el doctor Fahed Hakim, pediatra especializado en pulmones y sueño del Centro Médico Rambam de Haifa, en Israel.
Hakim dirigió el estudio en la Universidad de Chicago y en la de Louisville en Estados Unidos y aunque en un principio la investigación se centró en la apnea del sueño y su relación con el aumento de cáncer en estos pacientes, quisieron expandirla a la fragmentación del sueño generalizada.
«Hace dos años comenzamos a estudiar la relación del cáncer y la apnea del sueño, que es cuando alguien se despierta repetidas veces durante la noche por que se queda, literalmente, sin oxígeno durante unos segundos, pero hay muchas otras personas que sufren fragmentación del sueño sin relación con la apnea», dijo Hakim.
Estos periodos de sueño fragmentado afectan a millones de personas en todo el mundo, señaló Hakim, sobre todo debido a la vida moderna y las nuevas tecnologías. «Puede parecer mentira, pero cuando uno duerme junto al teléfono móvil, como hacemos tantos, yo incluido, un mensaje, una llamada, puede interrumpir nuestro sueño varias veces, causando un sueño fragmentado que al final afecta a nuestra salud», señaló el investigador.
Durante el estudio, los investigadores separaron dos grupos de ratones durante cinco semanas. La primera semana fragmentaron el sueño del primer grupo de roedores, despertándoles varias veces durante la noche, mientras que al segundo grupo se le permitió un descanso continuado. Durante la segunda semana del experimento, se inyectó a ambos grupos con células cancerígenas y se prosiguió con el mismo patrón de sueño que durante la primera semana.
«Cuando vimos los resultados, comprobamos que los tumores eran el doble de grandes en el grupo al que se le había fragmentado el sueño. Además pudimos ver que la agresividad del tumor era mucho mayor, ya que penetró más profundamente en los tejidos y de forma mucho más rápida que con el segundo grupo», explicó el investigador.
La razón de semejante diferencia radica en que al no tener un descanso continuado, el sistema inmunitario del primer grupo se debilitó e hizo que las células macrófagas llamadas M2 comenzasen a ayudar a las cancerígenas a proliferar.
«Tampoco quiero que cunda el pánico y que la gente piense que por despertarse de vez en cuando en mitad de la noche va a tener un tumor», comentó Hakim, «pero la relación entre lo que se dice sueño limpio, o sea, para un adulto unas siete u ocho horas de sueño, y un estado relativamente saludable, es clara».
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