La advertencia del Ministro sobre las consecuencias de la secesión coincidió con unos documentos divulgados ayer por el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social
El primer ministro británico, David Cameron, apeló ayer al patriotismo para pedir a los escoceses que «se queden» en el Reino Unido y advirtió de que un voto a favor del «sí» a la independencia puede mermar la influencia del país en el mundo.
En un discurso pronunciado en la Villa Olímpica de Londres, Cameron decidió tomar el timón de la campaña en favor de la unión con un discurso apasionado, en el que recurrió a sus raíces escocesas y al éxito del equipo británico en los Juegos de 2012 para evitar que los escoceses apoyen el «sí».
Los habitantes de Escocia mayores de 16 años acudirán el 18 de septiembre a las urnas para decidir si votan o no a favor de la independencia de la región, unida con el resto del país a través de la llamada Acta de Unión de 1707.
La elección de la Villa Olímpica, al coincidir con el comienzo hoy de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi (Rusia), fue rápidamente criticada por el ministro principal escocés, el nacionalista Alex Salmond, que acusó a Cameron de tener «pánico» por el avance en los sondeos del apoyo a la independencia.
«La razón de este cambio de enfoque es que las últimas siete encuestas de opinión muestran que la campaña por el sí gana terreno», declaró el político nacionalista a la cadena BBC.
Un sondeo elaborado por la firma ICM y recientemente publicado reveló que la tendencia a favor de la independencia ha subido cinco puntos, del 32 al 37 por ciento, mientras que la campaña que apoya la unión descendió del 49 al 44 por ciento y el resto no contestó.
En su discurso, Cameron admitió que no soportaría ver «destrozado» su país si Escocia se independizara e insistió en que quedan siete meses para salvarlo de la secesión, por lo que pidió a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte que envíen un mensaje claro a los habitantes de Escocia: «Queremos que se queden».
Al argumentar las ventajas de la unión, el «premier» dijo que la escisión le puede costar al Reino Unido su «influencia» económica, política y diplomática en el mundo, por lo que insistió en «salvar el país».
«Estoy orgulloso de mi herencia escocesa, así como lo estoy de mi herencia inglesa», dijo el conservador Cameron, cuyos antepasados proceden de Escocia y después emigraron a Inglaterra.
Según afirmó, el mundo puede perder «algo muy poderoso» si «la familia de naciones» del Reino Unido se separa para siempre.
«Nuestro gran Reino Unido, valiente, genial, bucanero, generoso, tolerante, orgulloso, es nuestro país», resaltó Cameron, antes de defender que el país fue construido por todos.
«Y lo construimos juntos, ladrillo a ladrillo, Escocia, Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte (…) Este es nuestro hogar y no podría soportar ver la casa destrozada», destacó.
Cameron apeló además al espíritu olímpico del equipo británico para defender la importancia de la unión de Escocia con el Reino Unido. «Para mí, lo mejor de los Juegos Olímpicos (de Londres) no fue ganar, sino el rojo, el blanco y el azul (los colores de la bandera británica ‘Union Jack’)», dijo.
Si bien reconoció que la palabra la tiene «únicamente» la población que vive en Escocia (unos cinco millones de personas), Cameron observó que los 63 millones de habitantes del país resultarán «profundamente afectados por la decisión» y «disminuidos sin Escocia».
La advertencia de Cameron sobre las consecuencias de la secesión coincidió con unos documentos divulgados ayer por el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, en los que se advierte de que la independencia afectaría a la economía escocesa y al equilibrio político del Reino Unido.
«El resultado del referéndum puede tener importantes consecuencias para el resto del Reino Unido y ciertamente para el mundo», subraya el Instituto.
Los analistas también hicieron una evaluación de la opción monetaria después de que Salmond defienda que una Escocia independiente conservará la libra esterlina y el Banco de Inglaterra será la entidad de crédito de último recurso.
El Instituto evaluó tres opciones monetarias: formar parte de una zona libra esterlina, la adopción del euro y tener una moneda totalmente independiente, sin decantarse por ninguna.
Agencias