Con el permiso de mis lectores, me permito hacer pública esta carta que escribí con mucho sentimiento y con la dicha de sentirme un padre orgulloso de mi hija Zailuby Cuba, quien acaba de recibir su título de licenciada en comunicación social en la Universidad Católica Andrés Bello.
Querida hija.
No voy a caer en el lugar común de decirte que parece que fue ayer cuando llegaste a mis brazos. Lo realista y lo palpable es el disfrute de este maravilloso presente que me has regalado durante estos 23 años de vida esplendorosa que nadie, absolutamente nadie puede borrar de mi mente y que comparto solo con tu madre y posteriormente con la llegada de tus hermanas.
Tus primeros días también fueron mis primeros como padre. Tu infancia fue mi escuela de la vida que avanzó mientras tú crecías y yo iba madurando y abriendo caminos.
Tu vida, tus sueños, tu presente y tú realidad las he vivido intensamente. A veces frustrado por no haber correspondido con lo mucho que te mereces y la mayoría de las veces gratificado, honrado y orgulloso por los gratos momentos que como los de este 2014 nos estas regalando gracias a tu esfuerzo de pasar cinco años en medio de muchas limitaciones superándote para cada día y escalar la montaña que es el porvenir.
Disfrute mucho cuando iniciaste el preescolar y la primaria en La Consolación, guardo en mi mente de aquellos días como el tiempo detenido. No lo niego, me generan nostalgia tus momentos infantiles, tu compartir colegial, tus travesuras de niña, tu elocuencia y genialidad.
Viví intensamente tu etapa de formación y fui testigo de todo el empeño puesto para ser, como en efecto lo eres, una excelente estudiante.
En La Consolación escribiste una enseñanza de vida inolvidable. Fuiste parte de esa promoción 50 del colegio de toda tu vida, en los pasillos donde se labró tu esperanza y pasaste de niña a mujer, aunque para mi sigues siendo aquella pequeña de ojos soñadores.
Cuando pasaste por el Flamingo Elementary School también fuiste destacada a pesar de la barrera del idioma que superaste rápidamente. Esos días en la Florida son tu historia y son mi historia. Borrarlos es imposible, recordarlos es nostálgico para ambos. No fue fácil, pero lo logramos.
Más difícil fue para ti que de pronto te montaste en el vagón de sueños de tu padre. Digamos que la aventura salió bien.
Regresaste a Venezuela y superaste aquellos momentos difíciles. Te confieso que para mi ha sido duro no vivir todos estos años a tu lado, pero sería mezquino pensar que no hemos compartido grandes momentos.
La Universidad la abordaste como la misma determinación. Con sencillez, pero con firmeza. Te propusiste llegar lejos y estar entre las mejores y lo lograste. No encontraste barreras que no superaras, ni obstáculo que no saltaras.
Fueron cinco años de admirable esfuerzo que hoy ves coronado y que por ahora es solo una ruta más de tu camino que se visualiza brillante. Se que quieres y vas por más. Se que en esta sociedad que te está tocando vivir, tus oportunidades no son las mejores, pero también se, como lo haz hecho siempre que sabrás sobreponerte a ello.
No puedo obligarte a que te quedes aquí a pesar de lo mucho que quieres a tu país donde creciste y te formaste.
Formas parte de una generación que a diferencia de la mía, está sujeta a una difícil circunstancia donde el país que amas se despedaza en medio de una indolencia que conmueve y que pretende cercenarles la sonrisa, las oportunidades y los sueños a miles de jóvenes como tú.
Como padre te digo que hay que atravesar esas tinieblas y seguir avanzando. A mi me toca seguir avanzando y continuar abriéndote el camino que es tu presente y tu futuro y que con toda seguridad, ampliarás para tus hermanas.
Todos estos años viéndote crecer forman parte de mi guión. Cuando egresé de la universidad con mis sueños e ilusiones, jamás pensé que volvería 30 años después a sentir aquella emoción que me estremeció la vida.
Yo te agradezco infinitamente que hayas devuelto ese momento.
Hoy como padre te digo que no ha habido ningún instante de mi vida donde no seas mi inspiración.
He cometido muchos errores en mi vida, he tenido algunos aciertos pero la mayor satisfacción ha sido poder sentir esa sensación de padre orgulloso que ve como sus hijas crecen mientras el pelo encanece y crece el espíritu de sentir que la misión no ha concluido. Me queda tiempo para protegerte y devolverte todos estos momentos maravillosos.
Estoy seguro que esta nueva etapa de vida marcará el inicio de una nueva meta.
Lucha por tus sueños, voltea hacia atrás y visualiza todo cuanto haz logrado y no veas imposible ni inalcanzable nada. Todo lo tienes en tus manos, cerca…palpable, es solo cuestión de tiempo, que a unos asecha y a otros favorece.
Jamás pensé que adoptarías mi profesión y que lo harías en las mismas aulas donde me formé. Dicen que la vida del hombre la continúan sus hijos. Ya lo estoy creyendo.
Pido a Dios que te ilumine el camino y cuando toque el momento de abrir un nuevo horizonte, allende los mares, que es tu futuro inmediato, no dejes de incluir en tu maleta tu sencillez y tu sensibilidad.
Hoy escribo entre lágrimas y sentimiento esta carta que nunca pensé que podía concluir entre las muchas cosas que quiero decirte.
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Que Dios te bendiga, licenciada Zailuby Cuba y que el sol radiante de todos los días, las estrellas de los sueños inagotables y la luna inspiradora sigan presente en esta obra maravillosa que es tu vida.
Una última aspiración, que tus logros comiencen de este mismo momento ha estar muy por encima de los míos. Y creo que eso ya es un hecho.
Papá
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Jairo Cuba