El desabastecimiento y los reclamos empresariales por la falta de suministros crecen en Venezuela tres meses después de que el Gobierno anunciara una transformación del sistema de control de cambios en la que sigue trabajando y que mantiene a los actores económicos sumidos en la incertidumbre.
«Pase, pase, no se asuste», saludaba esta semana un vigilante a la entrada de uno de los comercios de una importante cadena de electrodomésticos en Caracas flanqueado por paredes repletas de estanterías vacías.
Como en esta tienda desde supermercados a farmacias pasando por tiendas de suministros de automóviles o de venta de celulares, la estampa de baldas y mostradores sin género o con un mismo producto se repite.
El Banco Central de Venezuela confirmó ayer el aumento del desabastecimiento informando de que el índice de escasez que publica mensualmente ha subido de un 22 % al 28 %, de forma que casi uno de cada tres productos medidos en el país hoy no puede ser adquirido o sustituido.
La noticia ha venido precedida de semanas de anuncios negativos para los diferentes sectores, como la suspensión de la producción de Toyota algo que puede seguir General Motors, que según el diario El Mundo tiene sólo inventario para dos semanas más.
El país arrastra, además, problemas que van desde la práctica parálisis de las operaciones de líneas aéreas internacionales al agotamiento de las reservas de papel de varios diarios del país por falta de reposición.
Los gremios empresariales se quejan de falta de suministros y el Gobierno acusa repetidamente al sector privado de una «guerra económica», que, según dice, se libra contra el país y ha llevado los márgenes de ganancia en ciertos productos importados por encima del 1000 %.
Más allá de la disputa, el Gobierno trabaja en una nueva estructura que reforme el sistema de control de divisas que rige en el país desde 2003, que en palabras del presidente, Nicolás Maduro, fue «perforado» dejando operaciones fraudulentas por alrededor de 20.000 millones de dólares el año pasado.
Como consecuencia, el grifo de las divisas, que monopoliza el Estado, apenas ha ido goteando a través de las subastas del SITME que pone 220 millones de dólares semanales en manos de diferentes sectores.
Maduro anunció a mediados de noviembre la creación del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex) para ordenar «todo lo que se importa y lo que se exporta».
«Hay una situación de transición por la creación de un nuevo marco institucional que tiene que ver con la eliminación de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) y la creación de un nuevo centro que en adelante va a administrar la asignación de divisas preferenciales», indicó a Efe el exministro de Industria Víctor Alvárez.
El exministro de Hugo Chávez señaló que la «perforación» de las instituciones ha obligado a tomar medidas para evitar el fraude y esto «ha afectado temporalmente, coyunturalmente, a los sectores productivos que dependen de un alto componente importado».
A pesar de que las reservas del país presentan un nivel inferior a 21.000 millones de dólares, Álvarez asegura que Venezuela tiene posiciones en cuentas, fondos, préstamos y la propia petrolera estatal así como instituciones como el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) que alcanzan los 130.000 millones de dólares.
«Es una situación coyuntural, el problema que el país está presentado es de iliquidez no es un problema de solvencia», dijo.
La cuestión de fondo para Álvarez pasa por un «manejo mucho más inteligente de la política cambiaria» y medidas como la reforma de la Ley de Ilícitos cambiarios, que prohíbe el comercio de divisas al margen del Estado, con la intención de activar «un mercado de divisas no petrolero no estatal».
Maduro anunció anoche que esa ley está prácticamente lista, pero no dio detalles sobre una alternativa que genera tanta expectativa como incertidumbre.
«El establecimiento del control de cambios ha llegado a un punto que amerita la revisión de la política de control de cambios y el Gobierno se resiste a hacer reformas profundas», indicó a Efe el director de la consultora Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros.
Para Oliveros, el año pasado dejó en evidencia que la tasa de 6,3 bolívares por dólar, valor que llega a ser diez veces superior en el mercado ilegal, «no alcanza» para hacer frente a la demanda y eso «está trayendo escasez y recorte de importaciones».
«Desde mediados de noviembre tienes paralizado el reparto de los dólares con las consecuencias que eso tiene (…) que no son mayores gracias a que en los últimos años hubo una acumulación importante en los diferentes sectores y la economía en cierta forma en los últimos tiempos está sobreviviendo gracias a esa desacumulación de inventarios», dijo Oliveros.
Ante esta situación la pregunta que se hace el sector privado es cuánto tiempo durará la transformación de este modelo y cuándo se volverá a la normalidad en el suministro de dólares por parte del Estado.
«Avizoro un primer semestre bastante malo en términos de operatividad de las empresas sobre todo de la actividad comercial y en términos de escasez para el país», indicó Oliveros. EFE