Campesinos del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil se reunieron el jueves con la presidenta, Dilma Rousseff, a la que acusan de atrasar la reforma agraria, tras una tensa manifestación en la víspera que terminó con 42 heridos.
El MST le reclamó a la presidenta tierras para 100.000 familias que esperan por un lote en precarios campamentos de barracas en todo el país, explicó Alexandre Conceiçao, de la Coordinación Nacional del Movimiento.
«Este será un año de mucha lucha y movilizaciones para que podamos asentar a todas esas familias», dijo Conceiçao a periodistas tras la reunión.
Al respecto, el ministro de Desarrollo Agrario, Pepe Vargas, dijo a la prensa que el gobierno podría entregar tierras a unos 30.000 brasileños este año, y acordaron también que estudiarán la posibilidad de acelerar la entrega de lotes en áreas de nueva irrigación en el noreste del país.
Ante las críticas, el ministro afirmó no conocer «un país en el mundo que en el siglo XXI distribuye esa cantidad de tierras en la reforma agraria».
Los Sin Tierra atribuyeron la decisión de la presidenta a recibirlos a las escenas de violencia registradas en la marcha del miércoles que aglutinó a 16.000 campesinos dejó 12 agricultores y 30 policías heridos.
Antes, «ella no tenía previsto recibirnos», dijo Conceiçao, cuyo grupo entregó una cesta con alimentos del campo a la presidenta.
Según el dirigente, la marcha del MST fue «pacífica» pero fueron víctimas de «una provocación severa de un grupo de policías», a los que acusó de disparar no sólo balas de goma sino también munición convencional.
Por su parte, el ministro Vargas indicó que el tema no fue tratado con la presidenta, aunque elogió que tras la violencia, el MST enseguida «paró los excesos» y dispersó la marcha.
AFP