“A mí me mataron a mi hermano hace años, y no han hecho nada, nada por eso”. Evimar Anyul es casi una niña y su voz tiembla, no de miedo sino de indignación: “Yo estoy aquí por la inseguridad y porque me da dolor todo lo que está pasando en nuestro país. Yo estoy estudiando Comunicación Social porque sé que algún día voy a descubrir que pasó con mi hermano. Y yo voy a salir siempre, siempre, por mi Venezuela”. Era 12 de Febrero, en una Plaza Venezuela llena de estudiantes, de pueblo, en la que un poco más adelante conversamos con otro ciudadano, también muy joven: “Estoy protestando porque ahorita los venezolanos no tenemos derechos, no tenemos seguridad, no tenemos alimentación, y esto no es un problema de los estudiantes, ni de los chavistas o de los opositores, esto es un problema de todos los venezolanos…”. Daniel Ramírez quizá no haya cumplido aún 19 años, pero tiene la madurez para entender la necesidad de unir al país: “Todos tenemos que salir a la calle porque ni chavistas ni opositores tenemos que comer y porque nos están matando todos los días…” (http://www.youtube.com/watch?v=TLkF6DGjFoE).
“POR ALGUN LADO TENIA QUE EXPLOTAR ESTA VAINA…”
¡Que nadie se equivoque! La protesta estudiantil NO ESTA desconectada del malestar social que hoy embarga a toda Venezuela. En un país en que la moneda no vale nada, en el que conseguir los productos de la canasta básica es un martirio cotidiano, en el que comprar una bombona de gas o un saco de cemento es una hazaña y en el que las bandas criminales matan, secuestran y ahora hasta toman pueblos enteros, como pasó en Ocumare del Tuy, “en nombre de la Paz y la Vida”, en medio de la más absoluta impunidad; En una Venezuela en la que elementos vinculados al gobierno conforman mafias para lucrarse con cada irregularidad, desde los manejos dolosos con el dólar hasta el contrabando de extracción de combustible y alimentos, desde el mercado negro para comprar cabillas o cemento hasta los hospitales sin insumos porque el presupuesto para dotarlos “se pierde en el camino”; en un país así es absolutamente lógico que el malestar social sea lo que ya es: un hervidero. En los barrios, en las fábricas, en la calle, el malestar crece. Un malestar que no tiene color político ni signo partidista, pero que ya no acepta las explicaciones fáciles que se dan desde el poder. Ese es el malestar que lleva a que incluso personas que no tienen absolutamente nada que ver con la protesta estudiantil la vean con comprensión, y hasta con simpatía. Es el malestar que llevó a un obrero chavista a decirnos: “Claro, por algún lado tenía que reventar esta vaina…!”
LA REPRESIÓN, TERMÓMETRO DEL MIEDO OFICIAL…
Eso lo sabe también el aterrorizado gobierno. El uso desproporcionado de la fuerza militar y policial en la represión contra estudiantes que solo portan pancartas y banderas, el darle luz verde a las bandas paramilitares oficialistas -mal llamadas colectivos- para que ataquen las protestas estudiantiles e incluso a los vecindarios que presumen opositores, el discurso alarmista y exagerado que lleva a calificar de “golpe de estado” a una simple protesta estudiantil cuyo final, como ha ocurrido tantas veces, fue secuestrado por minoritarios grupos violentos de uno y otro signo, es la patética sobrerreacción de un gobierno que se sabe sentado sobre el barril de pólvora de la crisis que ellos mismos crearon. Conscientes de que las necedades sobre la “guerra económica” le serán de muy poca utilidad cuando dentro de pocas semanas la escasez se agrave aún más y la inflación se convierta en insoportable, el gobierno ve en cada esquina un fantasma, en cada queja una “agresión” y en cada protesta un “intento desestabilizador”. Ese pánico lleva al gobierno al desborde represivo. La intensidad de la represión no es la medida de la fortaleza del gobierno. Al contrario: es el termómetro del miedo.
LA TORTURA DEL SIGLO XXI
Tres muertos, medio centenar de heridos, centenar y medio de presos no son, sin embargo, la expresión más lamentable del miedo oficial trasformado en agresiva compulsión contra el pueblo. Hay otro aspecto, aún más vergonzoso: La tortura. En efecto, según organizaciones como el Foro Penal Venezolano y abogados como el Dr. José Vicente Haro se han practicado maltratos crueles contra los estudiantes detenidos, muchachas y muchachos, en su mayoría post-adolescentes apenas: Desde el uso de descargas eléctricas e inmersiones forzadas contra los muchachos (http://www.laverdad.com/politica/46482-foro-penal-denuncia-descargas-electricas-contra-estudiantes.html) hasta la brutalidad desplegada contra las muchachas: una, presa y esposada, con las rodillas rotas y ensangrentadas por haber sido arrastrada de manera salvaje durante su arresto; otra a la que le vino la menstruación en pleno centro de detención y la dejaron esposada, manchándose, para humillarla y vejarla aún más… (Información del abogado Haro sobre las jóvenes detenidas http://ondalasuperestacion.com/categorias-principal/alfredo-romero-director-foro-penal-venezolano-informo-sobre-situacion-de-estudiantes-detenidos-con-graciela-beltran-carias-escuchalo-aqui/). Como ocurrió en Barquisimeto en Abril de 2013, nuevamente se usa la violencia ya no para “disuadir o reprimir”, sino para aterrorizar a un sector de la población, buscando su desmovilización.
ESTUDIANTES Y PUEBLO, UNA SOLA CORRIENTE DE CAMBIO
La estrategia de “desmovilización por el terror” (tecnología de control social importada de Cuba, que a su vez la heredó, perfeccionándola, de la antigua República Democrática Alemana, la Alemania comunista anterior a la caída del Muro de Berlín) no ha tenido éxito en Venezuela. Los estudiantes han seguido en la calle. Y el resto del pueblo, también: Según registros del Observatorio Venezolano de la Conflictividad, en el año 2013 hubo en Venezuela un total de 4.410 protestas. Esto da un promedio de doce protestas DIARIAS, a razón de UNA PROTESTA CADA DOS HORAS. Tales protestas se han originado en demandas populares por seguridad, empleo, vivienda, salud, vialidad precaria o inexistente, fallas graves en el servicio eléctrico y en la recolección de basura, entre otros motivos, y al menos la mitad de las mismas han estado lideradas por sectores descontentos de la base chavista. De cara al futuro inmediato es evidente la prioridad que tiene el movimiento estudiantil y el movimiento popular venezolano: conectar más y mejor ambos ríos de protestas, convertirlas en una congruente corriente de protesta social para juntos buscar, promover y construir los cambios que la mayoría del pueblo necesita y reclama. Esa corriente de protesta social necesita tener una agenda clara de luchas a nivel nacional, que se articule con las agendas locales y regionales que también hay que construir. Para hacer lo que hay que hacer hay que acompañar la indignación con la organización, la protesta con la propuesta, el enfrentamiento claro y tajante con la cúpula gubernamental y la mano franca tendida hacia el chavista del barrio y de la fábrica, tan agredido por el gobierno como todo el resto del pueblo.
Así será nuestra “primavera”, venezolana y DEMOCRÁTICA. Ni por el camino “rápido” de la aventura, ni por el “lento” de la institucionalidad secuestrada. ¡Avanzaremos, en forma pacífica y contundente, por el CAMINO SEGURO, el de un pueblo unido en lucha por sus derechos! ¡Palante!