Producción, producción y mas producción…

No se puede plantear  la Ley de Precios Justos como el alfa y el omega de la cuestión económica. Ser o no ser. O es la ley o no lo es

Producción, producción y mas producción, esa es la cuestión, el acertijo, el meollo del asunto. Siempre son bienvenidas y plausibles todas las leyes, medidas y resoluciones que apunten al combate de la especulación y el acaparamiento. No obstante, honestidad mediante, estas acciones tienen que ser mas disuasivas que ejecutivas, deben ubicarse más en el terreno de la guerra preventiva.

A las leyes hay que darles su justo valor. Son importantes, pero no lo son todo. El éxito de su cumplimiento debe complementarse con la creación de condiciones para que la misma se cumpla. En el caso del la especulación y acaparamiento no hay posibilidad de plantear un dilema tipo «to be or not to be, that’s the questions», ser o no ser, esa es la cuestión (traducción al español), frase inmortalizada por William Shakespeare en su obra Hamlet.

La analogía a la que quiero llegar es que no se puede plantear  la Ley de Precios Justos como el alfa y el omega de la cuestión económica. Ser o no ser. O es la ley o no lo es… en el camino del abecedario el tema del impulso a la producción, producción y mas producción de bienes y servicios es clave, porque la intención de toda legislación debe ser evitar tener que aplicarla, lo ideal es que las leyes sirvan para prevenir la violación de normas y reglas de una sociedad, y si en última instancia se violan, pues se aplica la sanción.

 

 

 

De allí que sea necesario que planteemos dedicar el mismo esfuerzo dirigido a la Ley de Precios Justos (o incluso más esfuerzo) en apuntalar los instrumentos de políticas  que detonen el incremento de la producción de mas bienes y servicios.

Es un parecer de los sectores productivos nacionalistas y progresistas del país, los que hemos mantenido nuestra producción, los que hemos soportado golpes de Estado como los del 11 de abril, los que siempre hemos dado la bienvenida a todas las leyes que -aun no favoreciéndonos a nosotros en particular- se apoyan porque favorecen al colectivo, a nuestros trabajadores, al pueblo en general.

De hecho, nuestra apreciación coincide con el Banco Central de Venezuela (BCV), porque la escasez si tiene un componente asociado al acaparamiento, pero es inocultable la disminución en nuestro país de los niveles de producción de muchos insumos, materias primas y bienes terminados (incluso  en empresas del Estado), un hecho contraproducente en una nación donde el Gobierno Bolivariano, motivado por su carácter humanista y socialista, incrementa el poder adquisitivo del pueblo, vía salario mínimo, o beneficios sociales como las bien conocidas misiones.

Miguel Pérez Abad

 

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