Al realizarle varias pruebas, apenas si se le notan los temblores y muestra signos de debilidad muscular. Cuando se lo levanta por la cola, un casi imperceptible movimiento en las patas traseras basta para indicar al especialista que sirve para la investigación. Puede que se vea y actúe como un roedor pero, para todos los efectos, es un «modelo»: creado y modificado genéticamente para desarrollar una enfermedad de humanos.
Lo mismo puede decirse de miles de ratones de laboratorio, más pequeños que la palma de una mano, marrones, negros y de rayas blancas y negras, que habitan en decenas de miles de cajas debidamente clasificadas en hileras y en grupos de cuatro a cinco roedores, en el laboratorio de ratones Mary Lyon Centre (MLC), en Inglaterra.
Casi tres millones de ratones se utilizan cada año en el Reino Unido para la investigación. Si bien su aspecto exterior es totalmente distinto al de los humanos, las similitudes genéticas son asombrosas. El genoma de un ratón tiene más del 95% de coincidencia con el del humano.
«El ratón no es un modelo exacto, pero lo podemos usar para comparar cómo funciona el corazón, el hígado y el sistema neurológico«, le dice a BBC Mundo el doctor Martin Fray, gerente de Recursos Biológicos del laboratorio.
En el caso del roedor que nos ocupa, lo crearon para desarrollar esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que afecta a dos de cada 100.000 personas en el mundo. El doctor Abraham Acevedo, experto en enfermedades neurodegenerativas, intenta determinar qué ratones tienen ELA a través de simples pruebas de resistencia y de respuesta a estímulos.
«El problema que hay con ELA es que, en la gran mayoría de los casos, actualmente no sabemos qué tipo de mutación la produce», le explica a BBC Mundo.
Quienes padecen de esta enfermedad sufren de una parálisis muscular progresiva, para lo que no hay cura y -en cuestión de años- puede llevar a lamuerte. «No hay modelos en ratones para el gen que hoy estamos estudiando en concreto», agrega Acevedo.
¿Por qué estudiar la ELA con ratones? «Porque podemos manipular el genoma para crear mutaciones, quitar genes y poner mutaciones de vuelta. Esto nos permite explicar por qué se desarrolla ELA y por qué una mutación que se produce en un gen particular puede dar lugar a una enfermedad como esta», explica el experto español que también trabaja en Mary Lyon Centre, mejor conocido como «La Casa del Ratón».
Pero también pueden ser creados para muchas otras enfermedades.
En los laboratorio se estudian los genes que tienen que ver con el metabolismo, funciones neuronales, así como diabetes, Alzheimer o la otitis media exudativa. También han descubierto genes relacionados con la masa corporal y la obesidad, entre otros.
¿Aceptable?
No hay discusión de que los ratones sufren dolor, estrés y otras afecciones, dependiendo del tipo de estudio. Al fin y al cabo, están creados para desarrollar alguna enfermedad. Y es aquí donde se oponen grupos en contra de la investigación de animales.
«Para nosotros, el uso de animales en investigaciones científicas es extremadamente anticuado», le dice a BBC Mundo Fleur Dawes, de Animals Defender International, un grupo internacional de activismo que hace campaña en contra de la experimentación con animales.
De acuerdo con esta organización, cada año se utilizan más de 100 millones de animales para la investigación, más del 80% serían roedores y aves.
Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, un tratamiento debe probarse en dos animales antes de dar el salto a las pruebas clínicas en humanos. Los ratones forman parte del primer grupo de experimentación.
Una vez que el estudio ha tenido resultados positivos en estos pequeños roedores, el experimento pasa a otras especies de animales como perros, cerdos y primates.
Una vez que estos ratones han cumplido con su misión para la ciencia, deben morir.
De ser así, ¿existen alternativas?
«Sí las hay y son muy buenas. Hay un gran campo que se está desarrollando en alternativas que nosotros seguimos y apoyamos», comenta Sara Wells.
La portavoz del grupo Animals Defender International enumera cuatro de ellas: colocación de chips en órganos humanos para estudiar su funcionamiento, cultivo de células, estudio con tejido humano, tratamientos a humanos con microdosis y modelos computarizados.
No obstante, Wells -del laboratorio de ratones- considera que a día de hoy estas opciones no son tan efectivas como los estudios en animales.
«Hay quienes dicen que (los trabajos en) modelos computarizados pueden ayudar en el conocimiento de las enfermedades, pero todavía no sabemos cómo programar esos computadores con suficiente conocimiento como para modelar qué pasa con esa enfermedad», señala la directora de MLC.