La ausencia de un control gubernamental efectivo y la incapacidad de ejercer las funciones básicas del Estado son terreno fértil para su funcionamiento. O quizá estemos en realidad en presencia del funcionamiento de grupos paraestatales encargados de hacer control social y limpieza política, auspiciados desde el poder
Rocío San Miguel e-mail: rociosm@cantv.net
Los eventos que vienen sucediéndose a partir del 12F en Venezuela, apuntan a la existencia de grupos paramilitares, parapoliciales y de colectivos armados, que bajo un mando responsable están realizando un trabajo de exterminio político de personas
En muchos continentes, como preludio de graves tensiones interiores y de conflictos armados no internacionales, la llamada limpieza sistemática y selectiva con fines políticos y de control social ha sido utilizada criminalmente por el poder. Estaría por determinarse si eso está ocurriendo en estos momentos en Venezuela, ante la evidencia de un patrón de conducta que parece estar confirmándolo. Por lo pronto, al Ministerio Público no parece interesarle, pues no adelanta investigación al respecto.
Los asesinatos de Bassil, Roberto, Juancho y Génesis, tienen en común el haberse perpetrado con disparos en la cabeza. Tres de ellos por ser opositores al oficialismo. El de Juancho, un reconocido miembro del colectivo «tupamaro», probablemente por ser un disidente permanente y crítico a lo interno de la Revolución.
Sobre los asesinatos de Bassil Alejandro Da Costa y Juancho hay suficientes evidencias públicas y comunicacionales de la participación de efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
Y a Roberto Redman lo asesinaron de un tiro en la nuca, porque vio quién había asesinado horas antes a Basill Da Costa. Incluso personas que acompañaban a Roberto en el momento que fallece, recibieron tiros en las piernas según testimonios. Solo él lo recibiría en la nuca.
También está el «allanamiento a la sede de Voluntad Popular en Caracas», realizada por un grupo paramilitar, parapolicial o colectivo armado, que ha operado con total impunidad y siguiendo el mismo patrón de actuación que los que cometen asesinatos desplazándose en motos. En ninguno de los casos mencionados, los crímenes han sido firmemente condenados desde el poder.
¿Frente a qué estamos? Acaso lidiando con escuadrones de la muerte o mercenarios. Sin duda es la acepción más correcta para identificarlos en el marco de la responsabilidad internacional de Estado que tiene la obligación de impedir su reclutamiento, utilización, financiamiento y entrenamiento.
La ausencia de un control gubernamental efectivo y la incapacidad de ejercer las funciones básicas del Estado son terreno fértil para su funcionamiento. O quizá estemos en realidad en presencia del funcionamiento de grupos paraestatales encargados de hacer control social y limpieza política, auspiciados desde el poder.
Por lo pronto, cabe preguntarse el porqué la Fiscalía no investiga. Y el porqué la Fuerza Armada Nacional,institución que tiene asignado el control de las armas y municiones en Venezuela, de conformidad con lo previsto en el artículo 324 de la Constitución, no impide la existencia de estos escuadrones de la muerte.