La librería Lugar Común, al frente de la Plaza de Altamira, lleva dos semanas operando a medias.
«Hubo días que no abrimos del todo y varios que solo abrimos por dos horas», le dice a BBC Mundo el dueño de la librería, mientras señala las materas del frente de la tienda que fueron desplazadas por los manifestantes para trancar las calles en forma de protesta.
«No estamos acá para quejarnos», añade, pero admite que el martes fue el primer día que abrió la jornada completa en las últimas semanas.
Venezuela lleva dos semanas funcionando a media máquina debido a las protestas contra el gobierno que se han extendido por todo el país y han dejado al menos 17 muertos y cientos de heridos y detenidos.
Mientras tanto, el presidente, en una movida que para muchos busca apaciguar la tensión, decretó el jueves y viernes días no laborables con la intención de conmemorar los 25 años del estallido social conocido como el Caracazo.
A eso se le suma que el lunes y martes son fechas de carnavales, una fiesta tradicional en Venezuela que a pesar de haber sido suspendida por algunas localidades -aquellas gobernadas por la oposición- porque «no es momento para celebrar», el gobierno insiste en celebrar ya que, dicen, se trata de un «derecho de paz y de cultura».
Es la economía
La economía venezolana pasa por uno de los momentos más críticos de su historia reciente: la inflación es una de las más altas del mundo, el desabastecimiento de alimentos roza el 23% y el elevado déficit fiscal sigue sin resolverse a pesar de las diferentes devaluaciones que hizo el gobierno recientemente.
El miércoles, en una reunión «por la paz» promovida por el oficialismo a la que asistieron diferentes sectores, uno de los comentarios más sonados fue aquel del presidente de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, quien indicó que el crítico estado de la economía se ha visto desplazado de la agenda nacional.
«95% (del debate) se lo está llevando la política y 5% la economía», dijo. «El país requiere una reflexión profunda en cuanto a la economía».
El presidente Maduro dijo estar de acuerdo en que la economía es un tema central: «Vamos a parar las guarimbas y la violencia, y establezcamos un buen nivel de respeto a la Constitución, para que nos concentremos más en la economía».
Las llamadas guarimbas, aquellas barricadas instaladas por manifestantes para trancar las calles, continúan en varias zonas del país, sobre todo en el Táchira, donde la violencia desatada por las protestas antigubernamentales aún no cesa.
Y la pregunta es qué va a pasar con las industrias si la tensión política sigue igual.
La distribución
Mientras haya protestas, la gente cierra sus puertas. Durante las últimas semanas, los restaurantes se han visto vacíos, las tiendas cerradas y la gente -quien puede- trabaja desde casa.
Pero si bien la venta al por menor y los comercios se ven afectados por los cierres y el resguardo de los consumidores, quizá el sector de la economía más golpeado por las protestas es la distribución.
El mismo Maduro dijo que la escasez es culpa de las protestas: «Nos están quemando los camiones de carne, de comida. Ayer quemaron el Súper Líder en Maracaibo, y ahora me van a echar la culpa a mí si hay escasez, si no dejan pasar gandolas con arroz, con granos, con leche, con harina a San Cristóbal».
Por su parte, el presidente de la confederación de industriales, Conindustria, Eduardo Garmendia, le dijo a BBC Mundo que «la posibilidad de entregar productos en puntos de venta se ha visto restringida, y eso hace que la escasez sea mayor».
¿Preocupación de todos?
«Le dijimos al gobierno que no se puede ir de vacaciones y parece que el departamento que distribuye estas guías trabajará», asegura.
«Y es que si pasamos cinco días más sin distribuir, no habrá nada en los anaqueles el miércoles», concluyó.
Por su parte Pumar, de la librería Lugar Común, no está preocupado porque la excepcionalidad de estos días afecte la viabilidad de su negocio.
Lo que sí que le inquieta es que las protestas «sigan pidiendo la improbable renuncia del presidente en lugar de concentrarse en los problemas urgentes que hay que resolver».
Pero sobre sus finanzas, dice, «no hay negocio en Venezuela que no esté preparado para uno o dos meses de baja rentabilidad».