Considero que nuevamente nos estamos metiendo varios autogoles porque impidiendo el libre tránsito afectamos a nuestra gente, lo que sin duda termina generando rechazo
Noel Álvarez *
Sin lugar a dudas esta es la crisis más fuerte que ha vivido Venezuela en los últimos tiempos, es verdad que ya habíamos tenido otras, pero ninguna con todos los factores concurrentes de la actual. Debacle en lo económico, en lo social, en lo político, en lo institucional que nos conduce por el sendero de una crisis moral.
En medio de todo esto se desarrolla el siguiente panorama: ante las protestas, legitimas por demás, mientras sean pacíficas, el gobierno, que tiene el poder de la violencia legitimada, responde como un guapetón de barrio, utilizando toda la fuerza represiva contra los manifestantes, cuyas vidas han estado y posiblemente sigan en riesgo. El gobierno no va a disolver las protestas practicando detenciones, se requiere un cambio de rumbo. Las protestas arrojan un saldo lamentable de varios muertos, múltiples heridos y decenas de detenidos. El terror se apodera de las calles de gran parte del país ante los ataques de grupos de paramilitares que actúan con la mayor impunidad.
El gobierno olvida que el uso de las armas debe ser para cuidar al pueblo y no para atentar contra él, a menos que considere que los manifestantes no son pueblo. Al otro lado de la acera ocurre una situación no menos contradictoria, que expongo arriesgando que me tiren piedras: defiendo el derecho a la protesta, a solicitar la renuncia a cualquier funcionario público, ocupe el cargo que ocupe, pero con lo que no estoy de acuerdo es con hacerle el juego a un gobierno que ha hecho de la violencia su principal fortaleza para mantenerse en el poder.
Es necesario revisar las dos realidades que se observan en el país: las protestas no se han registrado masivamente en todos los sectores. Mientras en algunas zonas reina la tranquilidad, en otras se impide el paso por calles. Considero que nuevamente nos estamos metiendo varios autogoles porque impidiendo el libre tránsito afectamos a nuestra gente, lo que sin duda termina generando rechazo.
Sobran los motivos para protestar, pero sin impedir el libre tránsito. Hay que exigir que se castiguen a los responsables de las muertes, que se investigue a fondo las denuncias de las torturas a los detenidos, el cese a la represión., pero eso no ha sucedido, el gobierno habla de paz, pero reprime, no responde a las denuncias de torturas ni rechaza los asesinatos. Tenemos derecho a seguir alzando la voz ante la escasez de medicamentos, alimentos, de insumos en los hospitales. Y quizá lo más importante: pidamos el desarme del hampa, que de una vez por todas veamos acciones contundentes para que nos garanticen la vida. El país exige cambios profundos, es hora que el gobierno entienda que la mitad piensa distinto y merece respeto, desconocerlo es fomentar la violencia.
*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente