El presidente Maduro, que ha hecho llamados a la paz mientras acusa a sus adversarios de ser «fascistas» empeñados en derrocarlo, decretó el jueves y el viernes como días no laborables en conmemoración de los fuertes disturbios sociales ocurridos en 1989 conocidos como el «Caracazo»
Venezuela iniciaba el jueves un largo asueto de una semana con el que el presidente socialista Nicolás Maduro busca bajarle la temperatura a las mayores protestas contra el Gobierno en más de una década, aunque en algunas regiones del país se mantenían focos de tensión.
El presidente, que ha hecho llamados a la paz mientras acusa a sus adversarios de ser «fascistas» empeñados en derrocarlo, decretó el jueves y el viernes como días no laborables en conmemoración de los fuertes disturbios sociales ocurridos en 1989 conocidos como el «Caracazo».
El asueto se sumará al tradicional feriado de Carnaval, el lunes y el martes de la semana próxima, fecha en la que los venezolanos tradicionalmente migran en masa hacia las cálidas playas caribeñas del país petrolero.
Y el próximo miércoles está previsto el inicio de varios días de conmemoraciones por el primer año del fallecimiento del líder izquierdista Hugo Chávez, el mentor político de Maduro.
La oposición, sin embargo, salió a las calles el jueves.
Cientos de manifestantes se mantenían congregados en algunos sectores de la zona del este de Caracas, cerrando calles con barricadas de basura, mientras las fuerzas públicas los vigilaban de cerca.
La policía antimotín utilizó gases lacrimógenos para mantener a los manifestantes alejados de las autopistas principales, algo que ha venido ocurriendo en las últimas semanas de protestas.
«Es mejor un año sin Carnaval que una vida sin libertad», se leía en muchas de las pancartas de los manifestantes.
«Estamos cansados de lo que estamos viviendo, que es escasez, delincuencia y maltrato. Por ese cansancio, podrán decretar vacaciones todo el año pero nosotros vamos a seguir protestando», dijo Jennifer Díaz, asesora en una agencia de viajes, de 40 años, cargando una gran bandera venezolana.
Las autoridades opositoras han suspendido actividades populares relacionadas con la festividad.
«Decidimos suspender los eventos que teníamos pautados por Carnaval, porque aquí no hay razón para celebrar», dijo el alcalde opositor Ramón Muchacho, del municipio capitalino de Chacao, donde se han registrado constantes protestas.
Refiriéndose a sus adversarios, Maduro dijo el miércoles: «Si ellos vinieran aquí a Miraflores (el palacio de Gobierno) entonces impondrían una dictadura para quitarnos el Carnaval».
• TACHIRA TRAS
BARRICADAS
El jueves, mientras muchos venezolanos comenzaban a viajar hacia las playas, Caracas lucía semidesierta, con algunos focos de protesta opositores en el este y los seguidores de Maduro congregados en el centro de la ciudad para recordar el Caracazo.
En San Cristóbal, capital del occidental estado de Táchira -en la frontera andina con Colombia y donde se iniciaron las protestas-, los manifestantes seguían bloqueando calles con alambres, planchas de metal corrugado y rejas. También se reportaban saqueos a comercios y escasez.
«Esos caraqueños están enfocados en pura (…) fiesta, y no en sacar esta porquería de Gobierno», dijo un defensor de una de las barricadas en un barrio de clase media de San Cristóbal, quien no se identificó.
La fiscalía venezolana informó el jueves que hay 55 detenidos, entre ellos varios agentes del orden, por los hechos de violencia que han sacudido al país.
La violencia llevó esta semana a que tanto el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como el Papa Francisco instaran al fin de los enfrentamientos violentos y a un diálogo entre las partes.
Ban pidió «gestos concretos de todas las partes para reducir la polarización» y «dar a conocer las diferencias y quejas pacíficamente y de acuerdo con la legalidad».
Mientras tanto el Papa, el primer latinoamericano en el trono de San Pedro, pidió «que cesen lo antes posible las violencias y hostilidades».
La principal organización opositora del país, la Mesa de la Unidad (MUD), a la que pertenece Capriles, se negó el miércoles a participar en una conferencia «por la paz» convocada por Maduro alegando que no se prestaría a un «simulacro de diálogo».