Tucanes extraterrestres, astronautas iluminados con verde luz de neón flameando banderas y legiones de mujeres con ligeras prendas de color negro y hombres bailando al furioso ritmo de samba encabezaron la ronda final de extravagantes desfiles del Carnaval la noche del lunes en Rio de Janeiro.
El espectáculo anual enfrenta a las 12 mejores escuelas de samba en una intensa competencia con ornamentados desfiles que incluyen 2.500 participantes cada una y el costo de producción asciende a más de 3 millones de dólares.
Los esfuerzos de estos artistas son evaluados en 10 categorías, con un ganador que será anunciado en el transcurso de la semana, que le da derecho a nada más que un año de derechos de alardear.
El enorme esfuerzo es realizado ampliamente por los residentes más pobres de Rio —las escuelas de samba por lo general están situadas en vecindarios pobres, y ejércitos de voluntarios de las barriadas aledañas se pasan nueve meses o más, cosiendo, sudando mientras ensayan las canciones de samba y los movimientos del baile, todo para una presentación durante 80 minutos delante de bien bebidos espectadores.
«La samba es la raíz que une a la cultura brasileña», afirmó Nanny Kammura, de 35 años, una maestra de kindergarten y madre de familia, que se convierte en una seductora reina de carnaval todos los años para la gran celebración durante la noche, mientras participa como una «passista», una especialista del baile de samba dentro de la escuela Mocidade.
«Estamos rindiendo homenaje a esa cultura, a nuestras raíces. Es nuestra, es brasileña», destacó la mujer antes que su escuela comenzar su desfile, durante la cual ella iba ataviada de una enorme pluma verde y un minúsculo bikini cubierto de lentejuelas plateadas. «Sí, es una fiesta. Pero también honramos nuestra historia y nos aseguramos que la samba nunca muera».
El Carnaval concluye el martes cuando la ciudad de Río se sumerge en el cansancio en la víspera del Miércoles de Ceniza. Además de los desfiles en el Sambódromo, desde el viernes casi 500 fiestas callejeras se han apoderado de la ciudad, mientras los funcionarios de turismo calculan que han llegado más de 900.000 turistas.
Se trata del último evento multitudinario que Brasil organiza hasta la Copa Mundial que se realizará en 12 ciudades de la nación en el mes de junio.