Mónica Fernández: Venezuela… ¿y después qué?

Nada ha cambiado desde la convocatoria a la paz, no hay más voceros, no hay acuerdos visibles, la violencia no cesa y las agresiones no se han detenido

Si a un animal se le entrena para ser asesino, su única respuesta será matar. Si una sociedad se empodera del odio y la ira como forma de acción, la suerte será la misma que la del animal asesino

Es imposible desprenderse del tema país, para entrar a analizar otros, que sin duda importantes, deben postergarse para tratar de centrarse en un conflicto que ya va a cumplir un mes.

Nada ha cambiado desde la convocatoria a la paz, no hay más voceros, no hay acuerdos visibles, la violencia no cesa y las agresiones no se han detenido. Seguimos encasillados en la proyección de culpas entre adversos, sin que nadie sea capaz de ceder en cada uno de sus ruedos y reconocer que los excesos pertenecen a ambos.

 

Un país detenido por el odio

Cada día que avanza el odio sigue siendo la consigna y la confrontación armada en algunas calles del país, mientras otras se mantienen lejanas a las acciones radicales de algunos grupos. Los problemas por los cuales se iniciaron las protestas continúan y hasta ahora no se ha mostrado avance alguno en los temas medulares que preocupan a todos por igual. Siguen aumentando los detenidos, algunos responsables de hechos violentos, otros que sólo manifiestan y caen dentro de los mismos grupos.

La basura, la destrucción, la agresión se han apoderado de espacios públicos de manera permanente afectando duramente a los vecinos cansados de este tipo de manifestación, así como de las respuestas de los cuerpos de seguridad. Hay escuelas que cumplen ya cuatro semanas sin actividades, por imposibilidad de que los alumnos lleguen. Los comercios cercanos a zonas en conflicto tienen más pérdidas de las que siguieron a un mes de diciembre catastrófico y a la dificultad de conseguir mercancía.

En definitiva, un país detenido en el medio del conflicto, sin avanzar, teniendo todo para ser el más próspero.

 

Los niños: herederos de la actual violencia

En algún momento el conflicto cesará, ojalá que no sea con un costo mucho mayor de lo que ha sido hasta ahora. Hay quienes insisten que con acciones irracionales lograrán un objetivo que luce poco claro. Necesariamente hay que hacer un ejercicio de proyección a futuro sobre estas circunstancias que producen mucha preocupación, que no es precisamente la del inmediatismo coyuntural. Hay toda una generación que está creciendo bajo el paraguas del odio y la violencia.

No sé en qué cabeza cabe que algunos padres sean capaces de disfrazar a sus hijos de productos que escasean o de funcionarios del Sebin con fusiles en mano. ¿Acaso no nos damos cuenta del daño grave que estas acciones ocasionan sobre niños, que están siendo obligados a heredar contiendas que no comprenden? Así como en algún momento se habló de una “generación boba”, creo que podemos ya hablar de una “generación del odio”, que será la que quedará en la Venezuela de mañana, la de después de la crisis.

Seguramente los llamados líderes de los polarizados están claros que el futuro está seriamente comprometido, pero lamentablemente el ansia de poder inmediato impide asumir posiciones serias de ciudadanía comprometida con un país que está en riesgo de heredar la cultura del odio, de la violencia, de la confrontación, sumada a la de la inseguridad, la escasez, y la corrupción como formas de vida.

 

El país del medio al que nadie le habla

 El irrespeto a la autoridad, y la postura de algunos funcionarios públicos de considerar a los ciudadanos sus enemigos es muy grave, puede producir un proceso peligroso e irreversible de mayor anarquía.

Ciertamente en algunos espacios los conflictos han disminuido, otros se mantienen igual, pero lo invisible es aquello que queda dentro de todos los implicados. Aquellos que hablan de odio inyectado o impuesto pierden de vista el poder ciudadano interior que impediría que cualquier odio sea asimilado como modo de vida. Sólo cae en ese odio enfermizo quien tiene debilidad de espíritu y de inteligencia.

Hay todo un país del medio, más grande que el de los polarizados, que está analizando silentemente cada acontecimiento, y que pronto tomará claras decisiones ciudadanas. Un medio que nadie está conquistando y que clama no sólo por la paz sino por la verdad y la justicia. De este tema volveremos en próximas publicaciones.

 

Sociedad de psicópatas

Algunos estamos muy preocupados por las secuelas, daños directos y colaterales de esta situación porque la descomposición social enquistada en estas manifestaciones que hemos podido ir registrando denota un futuro poco alentador, sino se trabaja desde ya en la resiliencia y en el manejo de las crisis de odio.

Se ha demostrado que el instinto asesino, el del hombre depredador, está más que presente, inclusive en aquellos que se han considerado ciudadanos con herramientas para controlar los bajos instintos. Muchos han dejado ver cuan delictivas pueden ser sus conductas, sin diferenciarse de cualquier otro delincuente.

Perder la vida en medio de un conflicto es sin duda dramático, pero tener secuelas sicológicas de los conflictos para siempre es más dramático aún porque nos va a llevar a una sociedad que no conocemos, a una sociedad de peligrosos psicópatas que por cualquier circunstancia pueden estallar generando daños irreversibles.

Si a un animal se le entrena para ser asesino, su única respuesta será matar. Si una sociedad se empodera del odio y la ira como forma de acción, la suerte será la misma que la del animal asesino.

 

De ti depende

Pensemos con calma, en silencio, cada uno en su espacio dedique unos minutos de reflexión a visualizar esa Venezuela de mañana y así podremos encontrar herramientas individuales para ir transformando nuestro entorno en un trabajo cuerpo a cuerpo, que no puede ser postergado para después.

No todo lo que se hace viene impuesto desde los llamados líderes, diría yo a estas alturas mal llamados como tal, sino que el poder ciudadano en su pequeño espacio tiene un trabajo muy importante que hacer. Dejar este trabajo para mañana nos colocará fuera de los tiempos adecuados.

Depende de cada quien convertirse en un generador de paz en medio de un gran conflicto más que político social, o ser el animal depredador entrenado para asesinar. De ti depende la Venezuela que quieras vivir después de mañana.

 

Cuatro recomendaciones claves

1. Urge conformar equipos en nuestras familias, escuelas, barrios, lugares de trabajo, sitios de esparcimiento, que tengan la capacidad de bajar las pasiones desatadas de quienes estén en nuestro entorno.

2. Jugar al abogado del diablo haciendo preguntas sobre aspectos en los cuales no se diferencian de sus opuestos puede ayudar a hacerlos despertar.

3. Conversar con claridad sobre los puntos que nos unen y vetar aspectos que polarizan pueden ser ejercicios importantes en los espacios donde nos desenvolvemos. No se trata de negar la existencia de problemas, menos aún negar que existen conflictos y hasta violentas confrontaciones, se trata de disminuir el nivel de violencia alienante que se respira en todos los espacios.

4. Estar sentados sobre un polvorín, o caminar sobre un cartón de huevos hace impostergable el llamado a la cautela, y a la canalización de los conflictos dentro de las estrategias que tengan menos costo para la integridad personal y también psicológica de los ciudadanos.

Para que te defiendas

Mónica Fernández

Twitter: @monifernandez

 

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