El nuevo mandatario podría verse obligado a negociar o incorporar a adversarios políticos en el Gobierno para poder lidiar con un Congreso dividido, una economía debilitada y una cruenta violencia desatada por las pandillas, según analistas
El candidato oficialista Salvador Sánchez Cerén ganó por exiguo margen las elecciones del pasado domingo en El Salvador, para convertirse en el primer ex comandante de la guerrilla marxista en llegar a la presidencia del país centroamericano.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció el jueves que el recuento final de votos ratificó la ventaja del ex rebelde de 69 años en la segunda vuelta, pero su proclamación esperará unos días hasta que se resuelva una solicitud de anulación de los comicios hecha por su rival de derecha.
Sánchez Cerén, del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que como un grupo militante luchó contra una serie de gobiernos apoyados por Estados Unidos en la guerra civil de 1980 a 1992, obtuvo un respaldo del 50,11 por ciento, según los resultados del conteo.
Su adversario Norman Quijano, un ex alcalde de San Salvador de 67 años y candidato de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), obtuvo el 49,89 por ciento de apoyo. Quijano presentó una demanda para anular la elección por considerar que hubo fraude.
Sánchez Cerén, actual vicepresidente y relevo del periodista Mauricio Funes, asumirá el 1 de junio y ha prometido forjar un «pacto nacional» con partidos conservadores y empresarios a fin de llevar adelante un Gobierno de políticas moderadas.
«Ahora vamos a construir juntos todos los salvadoreños un país más incluyente, más desarrollado, donde tengamos paz, justicia y vida digna para todos. Este es el compromiso del próximo Gobierno», dijo en una conferencia de prensa el jueves.
«Nosotros volvemos a reiterar nuestra actitud de diálogo, de apertura, de pluralidad y de consenso. Abrimos nuestros brazos a la oposición política para que construyamos juntos una agenda de país, que busque darle respuesta los problemas que tenemos la mayoría de los salvadoreños», agregó.
• A NEGOCIAR
Quijano, quien aún no se había pronunciado sobre el recuento, aseguró el miércoles que tenía pruebas de que 20.000 personas habían votado dos veces, pero declinó compartirlas con la prensa.
No obstante, observadores internacionales afirmaron que no habían visto evidencia de un fraude generalizado.
El reñido resultado de los comicios fue sorpresivo pues las encuestas previas a las elecciones auguraban una victoria cómoda de Sánchez, quien además le sacó casi 10 puntos de diferencia a Quijano en la primera vuelta comicial en febrero.
Después de su derrota en primera vuelta, Quijano lanzó toda su artillería contra el izquierdista, acusándolo de querer instaurar un Gobierno socialista similar al de Venezuela. Y su estrategia pareció dar frutos.
Ahora, con la estrecha victoria, Sánchez Cerén podría verse obligado a negociar o incorporar a adversarios políticos en el Gobierno para poder lidiar con un Congreso dividido, una economía debilitada y una cruenta violencia desatada por las pandillas, según analistas.
El ex rebelde, quien fue ministro de Educación en el actual Gobierno, ha prometido continuar con una amplia agenda de programas sociales para beneficiar a los más necesitados, en un país donde un tercio de la población vive en la pobreza.
El Gobierno afirma que gracias a estos programas la pobreza se redujo del 40 por ciento en el 2009 al 29 por ciento el año pasado, ayudando a desalentar la masiva migración salvadoreña a Estados Unidos.
No obstante, el gasto social ha dejado aún más debilitadas a las finanzas públicas, según ha reconocido el propio Funes, un carismático periodista que llevó por primera vez al FMLN a la presidencia en el 2009.