**** Quienes permanecen en un vínculo destructivo se han acostumbrado, desde pequeños, con mucha probabilidad, a ver el abuso como algo normal
Por lo general, cuando somos víctimas de una relación destructiva, en que el componente principal de la misma es la agresividad, en vez de enfrentar esa realidad lo más pronto posible y acabar con esa relación que nos hace desdichadas, esperamos que la llama del amor se vaya apagando con cada decepción recibida, con cada promesa incumplida y con cada palabra negada.
Asimismo, quienes permanecen en un vínculo destructivo se han acostumbrado, desde pequeños, con mucha probabilidad, a ver el abuso como algo normal, y no han podido cubrir sus necesidades afectivas porque alguno de sus progenitores, quizá los dos, ha estado ausente o ha recibido de él o ella maltrato físico y/o emocional.
I. La norma en
vez de la excepción
Un domingo en la mañana, Alberta se preguntaba por qué seguía al lado de Jaime. Eran como las 10:00 a.m. Todo parecía negro. Un profundo dolor como una imponente rabia la asfixiaba. Entre lágrimas, se reprochaba el tiempo perdido, al lado de quien, en los ratos compartidos, le había ocasionado más amarguras que alegrías.
Era Alberta víctima de esas relaciones destructivas, en que las crisis se repetían de manera continúa sin que se vislumbre una solución definitiva y en que los insultos nunca faltaban y las escenas de celos protagonizadas por Jaime se repetían sin motivo alguno.
Conoció a Jaime en una fiesta a la que asistió por casualidad. A los tres meses ya estaban viviendo un romance apasionado que, luego, se transformó en un tormentoso vínculo cuando se casaron, cuando él empezó a mostrar su temperamento agresivo, sin excusa justificada que validara su enojo.
Al principio, fue una relación bonita como todas las demás en sus primeros días. Después, ella comenzó a darse cuenta de que su amado tenía reacciones injustificadas, pues perdía la razón si lo contradecían en algo. Por ejemplo, ella salía del trabajo agotada, como a las 6:00 de la tarde, y deseaba llegar a su casa para descansar, a él se le antojaba salir a pasear. Al decirle Alberta que no, él armaba tremendo alboroto que un par de horas duraba, en que de tanto discutir terminaba más exhausta.
De igual manera, si Alberta invitaba a Jaime a algún evento de la compañía donde trabajaba, incluso por cuestiones de trabajo, se molestaba cuando alguien del sexo opuesto se le acercaba para conversar. En cambio, si no lo llevaba, se armaba Troya. Cuando ella se demoraba en una actividad laboral y, por falta de tiempo, no lo llamaba, enloquecía hasta perder control. Desafortunadamente, eso era la norma en vez de la excepción.
Algunas veces, Alberta se preguntaba por qué estaba al lado de Jaime. ¿Acaso no merecía alguien que la amara de veraz y que como prueba de ese amor la respetara? Parecía que ella tenía una baja autoestima, poco amor por sí misma. A lo que se le sumaba un profundo miedo a la soledad, no quería levantarse cada mañana sola y recibir la noche más que en compañía de su televisor y computadora.
2. Una relación
sin futuro
Discutían por varias horas hasta que, después, cansados, se contentaban. Ya llevaban cuatro años juntos, pero la paciencia como el amor a Alberta se le estaba agotando. Había perdido la cuenta de las veces que había jurado que lo dejaría definitivamente. Justo ahí, Jaime venía manso como una ovejita, le perdía perdón y le decía que todo va a ser diferente. Eso no volverá a pasar, repetía, con voz de arrepentimiento, expresando convencimiento.
Como amaba a Jaime, Alberta siempre lo había perdonado. No obstante, ese domingo, en la mañana, al rato de haberse levantado, se preguntaba si sería capaz de pasar el resto de su vida con él. No hubo una respuesta, sino que un extraño sentimiento de incertidumbre la embargó. Su instinto de preservación le alertaba que estaba en peligro. Esto le había pasado en varias ocasiones. Sin embargo, el amor que sentía por él salía a flor de piel haciéndola sorda e inmune a cualquier señal de alerta que su sexto sentido le enviara.
3. Curada de un
sentimiento malsano
A pesar de lo mucho que había llegado a amar a Jaime, ese domingo, en la mañana, algo extraño, pero muy bueno pasaba con Alberta. De repente, a pesar de la depresión que la embargaba, una especie de valentía se asomaba. Ya Jaime había llegado demasiado lejos, se decía de manera reiterada. Sus palabras habían sido tan hirientes y ofensivas la noche anterior que ella jamás, de su mente, las sacaría, pues tenía la humillación tatuada en su piel.
Como Jaime no estaba en casa, Alberta esperó que él regresara. Se sentó frente a él. Lo miró fijamente a los ojos y le dijo: Quiero el divorcio. Primero, él la insultó tal como acostumbraba. Luego, cuando la vio tan segura de sí misma, sintió tanto temor que sudó frío. Seguidamente, fue bajando el tono hasta suplicar, pero, curiosamente, ese domingo, las palabras de él no tenían ningún efecto en ella. Era capaz de verlo y de no sentir amor.
Alberta estaba entonces curada de un sentimiento malsano, que la había llevado a soportar tantos maltratos que había dejado de un lado su dignidad de mujer, por sentir un amor que en vez de darle felicidad la llenaba de angustia y tristezas, y mantener aquel vínculo significaba poner en evidencia lo poco que se valoraba al estar al lado de quien dolor y malestar le ocasionaba.
¿Víctima de algún
tipo de violencia
en tu relación?
*** Violencia física: Se puede manifestar de forma sutil, como, por ejemplo, con apretones, caricias bruscas con mala intención, o sin sutileza, con forcejos, empujones y golpes brutales.
*** Violencia psico-emocional: Toda acción u omisión que tenga por finalidad desvalorizar, intimidar o controlar. Involucra también insultos, intimidaciones, celos excesivos, humillaciones y chantaje.
*** Violencia económica: Acciones que afecten la economía a través de limitaciones o restricción injustificada.
*** Violencia sexual: Toda acción u omisión que pone en riesgo la libertad psicosexual de la persona, como hostigamiento, prácticas sexuales no voluntarias, acoso y violación
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas