Con excepciones, «en las Américas ha sido muy tímida la situación de defensa de principios y estándares de derechos humanos», dijo Liliana Ortega, directora de la organización Cofavic.
Ante las denuncias de abusos policiales contra manifestantes antigubernamentales y de una ofensiva judicial contra dirigentes opositores en Venezuela, la región sigue en un «silencio que ensordece», afirmó Ortega en un foro en el Diálogo Interamericano, un centro de análisis en Washington.
Desde que se iniciaron hace seis semanas, las protestas contra el presidente Nicolás Maduro han dejado al menos 34 muertos, 400 lesionados y más de un millar de procesados, mientras que la Fiscalía investiga 60 casos de abuso policial.
Además, en los últimos días, la diputada opositora María Corina Machado fue destituida y dos alcaldes fueron condenados a prisión y cesados de sus cargos por no impedir la violencia durante las protestas en sus ciudades.
Los casos guardan similitudes con los de la exsenadora Piedad Córdoba y el alcalde Gustavo Petro, que fueron cesados de sus cargos en Colombia, señaló la directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, Ligia Bolívar.
Pero «frente a la misma situación, Piedad Córdoba y Petro han recibido muchísimo apoyo y nosotros no hemos recibido ningún tipo de apoyo de otros países del continente», afirmó.
Ortega y otros activistas asistirán este viernes a una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, órgano autónomo de la OEA, luego de que el Consejo Permanente de la organización regional cancelara la semana pasada un debate sobre Venezuela, en el que tenía previsto intervenir Machado.
El 7 de marzo, la amplia mayoría de los países de la OEA se declararon en solidaridad con Venezuela, que a su vez ha denunciado las observaciones de Panamá y Estados Unidos sobre la crispación interna como intentos de injerencia en su soberanía.
Iniciadas por estudiantes en San Cristóbal (oeste) el 4 de febrero, las protestas se extendieron por todo el país, denunciando la crisis económica y la elevada criminalidad.
Las manifestaciones han ido perdiendo intensidad en las últimas semanas, aunque todavía quedan algunos focos con esporádicos episodios de violencia que aumentan el número de fallecidos.
AFP