La diputada María Corina Machado se ha transformado en el rostro más internacionalmente visible de la oposición venezolana, en medio de la crisis de casi dos meses generada por las movilizaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro que ha dejado 36 muertos.
Este martes, Machado fue despojada de su cargo por la directiva de la Asamblea Nacional venezolana, en un polémico procedimiento que la aparta del Parlamento de manera definitiva sin que existiera acusación judicial en su contra, ni mediara el tradicional levantamiento de su inmunidad, por lo que la oposición lo calificó de inconstitucional.
El presidente de la Asamblea, oficialista Diosdado Cabello, justificó la medida argumentando que Machado aceptó un cargo de un gobierno «hostil», el de Panamá, que el viernes pasado la invitó a hablar como parte de su delegación ante la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington.
Desde Lima, donde asistía a un seminario político dirigido por el escritor Mario Vargas Llosa, Machado aseguró a BBC Mundo que no reconoce la decisión en su contra y aunque considera que goza aún de inmunidad parlamentaria dice no temer ser encarcelada como sucedió con su compañero Leopoldo López.
-Usted ha dicho a raíz de su destitución, decidida por la directiva de la Asamblea Nacional de Venezuela, que seguirá luchando en las calles, ¿significa eso que usted reconoce ya como un hecho su destitución?
-En lo absoluto. Yo soy diputada de la República. Tengo inmunidad parlamentaria y ni la directiva, ni el señor (Diosdado) Cabello tiene potestad para destituir un diputado. Un diputado solo puede ser destituido por su renuncia, por su muerte, por un revocatorio o por una sentencia firme de un tribunal después de haber tenido lugar un antejuicio de mérito.
-Pero la Asamblea ha decidido respaldar la decisión de la junta directiva y, de hecho, ha informado que usted ya no cuenta con la condición de parlamentaria.
-Eso es una violación total, brutal a la Constitución venezolana.
-En Venezuela las autoridades han sido instruidas para que ignoren su condición de parlamentaria, ¿cómo va a hacer cuando alguien pretenda detenerla o retenerla?
-Yo voy a ejercer mis derechos y estaré acompañada del pueblo de Venezuela que me eligió y que espera de mí que sea consecuente con esa confianza que he recibido. En Venezuela, hay un régimen que reprime, que persigue, que censura los medios y que ahora pretende de manera arbitraria desconocer la soberanía popular en mi persona y en los alcaldes (de San Diego, Carabobo, y San Cristóbal, Táchira) que a esta hora han sido perseguidos, apresados y condenados arbitrariamente. Estoy consciente de la responsabilidad y los riesgos que asumo.
-¿No teme terminar encarcelada como pasó con el dirigente Leopoldo López?
-Todos los venezolanos estamos muy conscientes del riesgo que corremos. Nuestros jóvenes estudiantes que están en las calles, sus madres, los trabajadores. Todos sabemos cuál es la naturaleza del régimen que hay en Venezuela. Pero estamos decididos a luchar. Mire a esos jóvenes estudiantes, que aunque sus compañeros están siendo atacados cruelmente siguen luchando en las calles. Eso es lo que se espera de un pueblo decidido a conquistar la democracia y la libertad.
-¿Pero qué efectividad puede tener esa lucha si implica que los líderes políticos terminan encarcelados o destituidos?
-Precisamente esos hechos son la razón por la que tenemos que seguir luchando. ¿Cuál es la opción?: ¿claudicar?; ¿doblegarnos?; ¿aceptar que la única opción que tiene Venezuela es una dictadura férrea que no respete los derechos de los ciudadanos? Todo lo contrario. En Venezuela se ha formado un movimiento cívico indetenible, irreversible. Podrán ponernos a un lado a algunos de sus líderes pero vendrán miles de ciudadanos a ocupar nuestro lugar.
-¿Cómo responde a la acusación de que al aceptar un cargo temporal en la delegación de Panamá ante la OEA ha incurrido en lo que la bancada oficialista argumenta puede considerarse traición a la Patria?
-Leyendo la Constitución. La Constitución establece que los ciudadanos y los diputados tenemos derecho a ejercer funciones accidentales. Yo conozco mis derechos y conozco mis deberes. Actué en la OEA atendiendo a un mecanismo que tiene la organización y que se ha usado muchas veces en su historia, el cual le da el derecho a un ciudadano de otro país a tomar la silla de una nación, de un Estado, para alzar la voz y denunciar atropellos y violaciones a la democracia. Este mismo régimen venezolano le ofreció esa oportunidad al excanciller del (expresidente Manuel) Zelaya de Honduras. Así que no hay autoridad moral por parte de este régimen para desconocer mi derecho o calificarlo como una traición a la Constitución. Actué en ejercicio de mi condición de parlamentaria y lo volvería a hacer una y mil veces si con eso puedo hacer que la voz de los ciudadanos, la voz de las víctimas, sea escuchada en este foro.
-Yo si hablé en la OEA. Logré al final de la sesión desde la silla de Panamá hablar en nombre de mi país. Y con la pretensión de censurar, como censuran en Venezuela, también en la OEA, la atención del mundo se volcó sobre nuestro mensaje. Este es el momento en el que yo le hago un llamado a los pueblos democráticos del mundo, y en particular a los de América Latina, que le hagan saber a sus respectivos jefes de Estado que nos acompañan y que esperan comportamientos firmes, leales, solidarios con los derechos humanos y con la democracia dejando de lado los intereses económicos, ideológicos o geopolíticos.
-¿La crisis venezolana exige entonces una intervención desde el exterior para solucionarse?
-La solución del problema de los venezolanos es responsabilidad nuestra, pero la complicidad internacional ha sido uno de los pilares de apoyo del régimen de los últimos años, le ha dado legitimidad, le ha dado protección. Por eso en este momento lo que pedimos es solidaridad con los principios, no permitan que un régimen dictatorial pueda ser validado por las democracias del mundo.
-Después de seis semanas de movilizaciones callejeras, 36 muertos, centenas de heridos, detenidos y la interrupción de la vida cotidiana en muchas partes de Venezuela, ¿cree que la estrategia de «La Salida» que promovió junto a Leopoldo López valió la pena?
-En estas semanas se han logrado avances extraordinarios, desde luego, con un dolor infinito que no es producto de la protesta sino de la represión. Entre esos logros está haberle arrebatado una careta, una fachada pseudodemocrática a un régimen que el mundo empieza a llamarlo como lo que es: una dictadura. Y más importante aún, se logró que Venezuela despertara y se demostró que la calle es del pueblo, que el señor Maduro perdió el respaldo popular, incluso a pesar de todo el aparato del Estado, de sus recursos, de la intimidación y el manejo hegemónico de los medios de comunicación. Es un logro que debemos atribuírselo a los jóvenes venezolanos que han actuado con valentía.
-Pero la estrategia de «La Salida» no parece haber movido las bases del gobierno…
-Este es un gobierno que está más débil que nunca. A lo largo de la historia ha quedado demostrado que los regímenes totalitarios terminan cediendo ante los movimientos cívicos y pacíficos. La represión y la violencia han generado aún mayor indignación y aún más fuerza para la movilización ciudadana. La violencia solo le conviene al gobierno y la violencia no es responsabilidad ni culpa de la protesta, es culpa de la represión que impone el señor Maduro. Maduro ha cruzado una línea roja, una línea roja.