Las cuentas bancarias de las agencias de festejos deben estar a reventar por la cantidad de combos de refrigerios que les compra el Gobierno para alimentar a la cada vez más depauperada multitud que por lo exiguo de la nutrición y lo extenso de los discursos, solo alcanza a proferir un canto lastimero: ¡Así así, así es que se gobierna!
Noel Álvarez*
Twitter: @alvareznv
Cuando observo un acto de los que convoca el Gobierno Nacional, me pregunto: ¿Cuánto nos cuesta esta guachafita a los venezolanos? Alguien acucioso y simpatizante del oficialismo me podría ripostar: ¿Cuánto costará cada acto que organiza la oposición? La respuesta es que son situaciones diametralmente opuestas, la oposición marcha auto convocada con recursos propios y el Gobierno Nacional lo hace afectando abusivamente el erario público.
Miles de autobuses pagados con fondos públicos recorren el país transportando el cada vez más agotado circo ambulante; cientos y cientos de personas amenazadas, unas con la pérdida de su empleo, otras con no darle o quitarle una casa o un crédito, en fin, todas aceptan someterse al lento trajinar por las peligrosas carreteras venezolanas para tratar de transmitirle, con su figura impenitente al mandamás de turno y por reflejo al país, una mentira cada vez más evidente: que el Gobierno sigue teniendo una fuerza arrolladora.
Las cuentas bancarias de las agencias de festejos deben estar a reventar por la cantidad de combos de refrigerios que les compra el Gobierno para alimentar a la cada vez más depauperada multitud que por lo exiguo de la nutrición y lo extenso de los discursos, solo alcanza a proferir un canto lastimero: ¡Así así, así es que se gobierna! También es notorio que al culminar un acto gubernamental el cielo se cubra de luces multicolores y el aire se torna enrarecido como consecuencia de los fuegos artificiales que se lanzan. Dicen en los mentideros políticos que una de las más grandes empresas de este ramo pertenece a altos jerarcas del oficialismo.
Capítulo aparte merece la confección de las franelas y gorras de color rojo. Hace algún tiempo, un amigo me comentó que lo habían contactado personas cercanas al gobierno para otorgarle la concesión para la fabricación de 8 millones de franelas y gorras. Reflexiono sobre la cantidad de cosas provechosas para el país que se podrían hacerse con estos recursos que nos pertenecen a todos. Podríamos escribir muchos artículos acerca de las innumerables formas de malversación de fondos que practican esta suerte de autodenominados “Robín Hood”, sin embargo, soy de los que piensa que cada Napoleón siempre tiene su Waterloo. Esperemos su pronto advenimiento y roguemos a Dios que no lleguemos a lo que vivió Roma en tiempos de Nerón.
*Coordinador Nacional de GENTE “Generación Independiente”