*** Aquí toditos se tienen que poner los pantalones y asumir como gente adulta que el caos y la impunidad se han apoderado de Venezuela en un arrastrar pavoroso de la cultura de la muerte como la regla
*** Nadie asume sus responsabilidades y a los ciudadanos nos tienen en una constante zozobra mientras las autoridades, todas de un sector y del otro, han perdido legitimidad, credibilidad y sentido de responsabilidad social
La preocupación está resultando insuficiente comparado con el ritmo vertiginoso que toman los acontecimientos sociales y políticos nuestro país.
Estamos haciendo historia, pero no de la buena, sino de aquella que comienza a sentar las bases de un absurdo maremágnum de cosas que culturalmente se están enquistando.
El valor de la vida
ha desaparecido
La costumbre ciudadana de asumir lo irregular como normal es una suerte de muerte civil que nos condena a la inacción. Muchas cosas hay que desarrollar, pero la más sobrecogedora es la vinculada con asumir la muerte no sólo como normal, sino hasta justificada en algunas circunstancias. El valor de la vida ha desaparecido, tanto para el que mata, como para la sociedad que más allá de la indignación no cuenta con espacios imparciales en dónde desahogarse.
Noticias y más noticias, cubren de sangre mi mente y me llenan de un terror que no puedo describir porque podría parecer una persona con paranoia, como problema de salud mental.
Autoridades
sin legitimidad
ni credibilidad
Domingo, 4 de la tarde, para robarlo, asesinan a un padre, a la puerta de una farmacia mientras sus hijos pequeños lo esperan dentro de su camioneta, ven todo y además salen y descubren que su padre está muerto.
Horas más tarde una joven intérprete de señas, embarazada de siete meses, muere producto de la bala de un gatillo alegre, dueño del mundo, que dispara para que manifestantes violentos en una barricada lo dejen pasar.
Respuestas oficiales de ambos sectores políticos: La culpa de A la tiene B, pero para B la culpa de A la tiene C, y para C la culpa es de Adán y Eva sin cuyo pecado original no hubiese una sociedad tan deteriorada como la nuestra.
El punto es que nadie asume sus responsabilidades y a los ciudadanos nos tienen en una constante zozobra mientras las autoridades, todas de un sector y del otro, han perdido toda legitimidad, credibilidad y sentido de responsabilidad social.
Aquí TODOS tienen que
asumir su responsabilidad
Hablamos, ya no sólo de los muertos de la inseguridad; según última cifra oficial más de 16mil, sino que también el punto de concentración ahora es los muertos por razones políticas. Dependiendo quién sea el vocero sólo existirán “sus muertos”, “sus dolores”, “sus pesares”, los del otro lado, y que seguramente serán responsabilidad propia, esos no se nombran porque resultan políticamente inconvenientes.
Aquí toditos se tienen que poner los pantalones y asumir como gente adulta que el caos y la impunidad se han apoderado de Venezuela en un arrastrar pavoroso de la cultura de la muerte como la regla. No es posible, ni aceptable bajo ningún escenario, que no haya ya suficientes funerarias para velar los muertos venezolanos.
Me atrevo a decir que hasta en los propios familiares hay una resignación propia de la víctima, donde sabe que más allá de una despedida digna, no habrá una justicia oportuna y expedita como ordena la Constitución.
No parece comprensible, por lo menos para algunos, desde la ciencia y la razón, que a estas alturas nos estemos “peloteando” los muertos, convirtiéndolos en cifras del “muertómetro” de quienes rinden cuentas parciales ante los medios, porque no queda otro remedio que decir algo. He escuchado declaraciones tan absurdas y faltas de toda conciencia y humanidad que repetirlas acá me convertiría en cómplice de exabruptos jurídicos imperdonables.
Inculquemos la cultura
de la vida
Ciudadanos alienados y acostumbrados a la muerte, están sicológicamente enfermos y por ende incapacitados para ejercer roles importantes en la democracia. Sólo podremos avanzar en democracia y ciudadanía cuando sentemos las bases necesarias para hacer que la cultura de la vida sea lo predominante, no hay ningún indicio, que no sea propagandístico, de que estamos realmente inculcándola desde los más pequeños y en todos los rincones del país.
No condenemos a nuestros hijos y al futuro de este país a que vean un arma de fuego, la violencia, la muerte, y la desesperanza, como único camino a seguir. Rezar ya está resultando insuficiente. Asumir y avanzar es no sólo necesario sino impostergable para salvarnos como sociedad.
No es un tema de maduristas y oposicionistas, es un tema de LOS VENEZOLANOS. No quiero más miedo, ni más lágrimas por aquellos que bajo la misma bandera convivimos aunque no los conozcan, todos enlutan mi país.
Hay que despolitizar
a la muerte
Sin duda que cuando la política entra por la ventana de la Justicia, ésta muere para los ciudadanos para quienes es más que una utopía, un milagro. No asumir impedirá avanzar y nos enquistará en un terreno pantanoso del cual no podremos salir con facilidad. El no detener la impunidad, la corrupción y despolitizar la muerte, sólo nos condenará a reconocer la muerte como algo normal y hasta justificado en Venezuela. No podemos permitirlo, ni quienes se asumen como oficialistas, ni los que lo hacen como opositores.
Si hay algo que une en tristeza es la muerte de cualquier venezolano. Debemos llamar a la conciencia de quienes lideran o mejor dicho encabezan la polarización, sigan polarizados en la política, pero salgan de inmediato de la justicia y exijan y provoquen que haya un parado serio a esta mortandad aterradora, la de la inseguridad, la de los enfrentamientos políticos, la de las guarimbas, la de los guardias, la de los accidentes de tránsito, a cualquier muerte que nos está produciendo un ambiente de guerra que no es conveniente
Para que te defiendas
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez