En tanto, medios de comunicación se hacían eco de denuncias de especulación en los precios de los alimentos, al tiempo que los habitantes de la zona alzaban el tono de su demanda por respuestas más rápidas para los cortes en los servicios públicos y de medidas para atender las viviendas dañadas
El norte de Chile seguía temblando el jueves mientras aumentaba la frustración entre los afectados por el terremoto que sacudió esta semana esa zona, en el primer desafío para la presidenta Michelle Bachelet al comienzo de su nuevo mandato.
La mandataria socialista sobrevoló la región y visitó unas pequeñas localidades agrícolas que quedaron aisladas debido a deslaves, causados por el sismo de magnitud 8,2 que dejó el martes seis muertos y desató un moderado tsunami en las costas del mayor productor mundial de cobre.
«Son los más afectados porque estaban aislados, de hecho todavía no se puede llegar porque hay grandes derrumbes. Hay maquinaria trabajando pero todavía va a tomar un poquito más (de tiempo)», dijo Bachelet a periodistas en la fronteriza Arica luego de visitar la localidad de Camarones, reseñó la agencia Reuters.
Entre las al menos 150 réplicas del sismo, la más fuerte hasta ahora -de magnitud 7,6- ocurrió en la medianoche del miércoles, cuando volvió a activar por segunda noche seguida las alertas de tsunami para toda la zona costera de la nación sudamericana.
También llevó a la evacuación preventiva de los pobladores e incluso de la propia Bachelet, quien viajó a Arica desde el miércoles para supervisar la entrega de asistencia y evaluar los daños en terreno.
La gobernante, que despidió su primer mandato entre el 2006 y 2010 con un devastador terremoto que golpeó la zona centro sur del país, asumió el poder nuevamente hace tres semanas con la promesa de profundas reformas en un país marcado por la desigualdad social.
De acuerdo a analistas, Bachelet parece haber aprendido las lecciones del sismo anterior por el que fue criticada debido a la no declaración de una alerta de tsunami que terminó cobrando la vida de cientos de personas.
«Tuvo una buena reacción, bastante mesurada. Fue una reacción muy pensada, tomando en cuenta una de las críticas del 2010», dijo el jefe de un centro de opinión pública de la Universidad de Chile, Robert Funk.
Una encuesta privada, correspondiente a marzo, reveló el jueves que la mandataria inició su nuevo período con una aprobación del 54 por ciento.
Bachelet declaró zona de catástrofe al área afectada, lo que permite mayor acción de las fuerzas militares así como una mayor disposición de recursos para atender la emergencia.
Diversos daños
En la región crece el nerviosismo entre los pobladores por las viviendas dañadas, los caminos bloqueados y la demora en la restitución de los servicios públicos.
A pesar de la intensidad del movimiento del miércoles cerca de la medianoche, no hubo reportes de víctimas ni daños de importancia, según las autoridades, que pidieron a las personas retornar a sus hogares poco más de dos horas después.
Tampoco se registró una importante variación en el oleaje, a diferencia del martes cuando la marea alcanzó cerca de dos metros, destruyendo barcos pesqueros y dejando daños en puertos y en infraestructura costera que aún no han sido contabilizados.
La Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) informó que en las zonas afectadas los servicios de electricidad y agua están repuestos en más de un 70 por ciento.
Imágenes de televisión mostraban casas con daños estructurales, muros derrumbados y otros daños en sectores residenciales. Más de 2.600 viviendas fueron dañadas por el movimiento telúrico del martes, según las estimaciones preliminares.
En el puerto de Iquique, una ciudad de 180.000 habitantes, una buena parte de las pequeñas embarcaciones quedaron dañadas y los pescadores intentaban rescatar lo posible.
Una comisión de ministros del Gobierno llegó por su parte a la norteña localidad de Alto Hospicio, vecina a Iquique y una de las más golpeadas debido a la concentración de viviendas pobres, para intentar buscar soluciones a las miles de familias afectadas.