Luis Fuenmayor Toro
Los fanáticos chavecistas hablan y escriben con gran facilidad, para referirse a Chávez, como “el hombre que nos cambió la vida”, quizás tratando de expresar lo que internamente les ocurrió desde que el “comandante eterno” entró en el escenario político venezolano. Que hayan sido tocados por la mano “celestial” de Chávez no necesariamente significa que hoy estén en mejores condiciones que en el pasado adecocopeyano. “Nos cambió la vida” tampoco significa que haya habido un avance real para la patria, para la nación venezolana, para la inmensa mayoría de nuestro pueblo, ni que otros sientan la misma devoción o hayan sido “tocados” por su espíritu. En realidad, Chávez le cambio la vida a muchísima gente pero negativamente, por el estancamiento lamentable ocurrido del desarrollo nacional y por el retroceso en muchos aspectos de la vida diaria.
Hitler, y estoy muy lejos de establecer similitudes entre este personaje y Chávez, fue un hombre que le cambió la vida a millones de personas en Europa, Asia, África e incluso en América, y eso no significa per se nada bueno para la memoria del líder alemán ni para los pueblos que lo sufrieron. Estoy seguro, sin embargo, que la mayoría de quienes lo siguieron también fueron tocados en su momento por la mano, igualmente “celestial” para los “escogidos”, del hombre que desencadenó la Segunda Guerra Mundial y que estuvo muy cerca de dominar al mundo. Carlos Andrés Pérez fue un hombre que nos cambió la vida al anticipar la reversión petrolera y crear PDVSA, empresa de cuya actividad exportadora de crudo ha vivido Venezuela desde ese momento y a la cual le sacó el jugo el ex presidente Chávez y se lo sigue sacando el gobierno de Maduro. Muchos, en su momento, también sintieron su mano celestial.
Pero el resto de la población venezolana no fue tocada en forma positiva por esas manos celestiales. Sus vidas cambiaron pero en forma negativa y no como ocurrió con los ungidos. Así le ocurre al 65 por ciento del pueblo venezolano que no apoya a Chávez y así le ocurre a muchos de quienes lo apoyan, aunque su nueva “religiosidad” les impida darse cuenta. A todos afecta, menos a quienes están en el Gobierno, el cambio de vida generado por Chávez: Desabastecimiento (por encima del 30% según el BCV), devaluación (de 576 bolívares por dólar a más de 50 mil bolívares por dólar según el SICD II), inflación (de las más altas del mundo), corrupción gigantesca, inseguridad, represión desatada, insalubridad, desinformación, inopia productiva, entrega petrolera a empresas extranjeras (al contrario de CAP), para mencionar sólo las más importantes. Agreguemos ahora la represión, la criminalización de las protestas y el terror de las bandas paramilitares armadas: los pichones venezolanos de las “águilas negras” en acciones con la Policía y la Guardia Nacional, hecho del cual hemos sido testigos. Sin dudas, un gran cambio en nuestras vidas.