Arabia Saudí está viviendo una etapa de cambios. La avanzada edad del rey Abdalá (en agosto cumplirá 90 años) obliga a pensar en la sucesión y en dejar un país lo más estabilizado posible. Y este es el fin de las nuevas leyes aprobadas directamente por el monarca que incluyen que los ateos serán considerados como terroristas, enfrentándose a duros castigos, tal y como recoge en su último informe Human Rights Watch, la asociación de derechos humanos.
El nuevo paquete de medidas quiere poner freno al terrorismo en general, pero se ha incluido este polémico punto que persigue a los que no profesan ninguna religión. Una reacción visceral e injusta con el objetivo de mantener el orden social y evitar que las personas que han ido a combatir a Siria y vuelven no contaminen con sus ideas al resto. Y es que esta es una de las mayores obsesiones de Abdalá; los posibles intentos de derrocar la monarquía en Arabia Saudí por parte de los retornados.
Por eso ha emitido un decreto que tipifica como delito «la participación en hostilidades fuera del reino» con el objetivo de que no se marchen al conflicto y si lo hacen, que no regresen. Las penas oscilan entre los 3 y los 20 años.
Agencias