WASHINGTON. El habitualmente sosegado fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, perdió hoy la calma con un congresista republicano crítico con él, al que espetó: «No vayas por ese camino, colega».
Después de tres horas y media de audiencia en la Cámara de Representantes, Holder no consiguió mantener su imperturbable calma cuando le tocó responder a la interpelación del congresista republicano por Texas Louis Gohmert, uno de sus mayores azotes en el Comité Judicial, reseñó Efe.
Gohmert criticó a Holder por no haber respondido adecuadamente a su petición de información sobre una organización islámica en Texas y le recordó el voto de la cámara baja de 2012 que acusó al fiscal general de desacato por la respuesta de su Departamento al escándalo de tráfico de armas hacia México conocido como «Rápido y Furioso», que pretendía dar con los intermediarios en ese comercio ilegal.
Holder no recibió con humor la sugerencia de desacato de su señoría y reclinado en su asiento y señalándole con el dedo le dijo: «No vayas por ese camino, colega. No quieres ir por ese camino».
«No debería asumir que esto (la petición de información) no es importante para mí. Esto es inapropiado e injusto. No se piense que no es un asunto importante, ni se le ocurra eso», explicó Holder recobrando la compostura.
Holder opinó que el voto de desacato sobre «Rápido y Furioso», un fiasco del Departamento de Justicia, que perdió el rastro de las armas, fue orquestado por los grupos de presión pro tenencia de armas.
La cosa no acabó ahí y el congresista, que no es la primera vez que se enzarza con Holder, le dijo que no aceptaba lecciones suyas sobre desacato. «Ni yo necesito las suyas», respondió el fiscal general.
Una vez completado el tiempo reservado para Gohmert se produjo el comentario más surrealista, cuando Holder le deseo «suerte con los espárragos».
El comentario se refiere a un episodio similar el año pasado en el que Gohmert no quiso darle la última palabra a Holder y cerró advirtiéndole: «No voy a dejarle que calumnie a mis espárragos».
La surrealista greguería, que nadie entendió, motivó una buena dosis de chistes y bromas, a veces tan necesarias en el Congreso de Estados Unidos.