**** Maduro anunció que las sesiones continuarán, pero ha dejado claro que se podrá hablar de cualquier cosa, menos de cambiar el modelo. ¿Significa eso que prolongarán los controles de precios aunque hayan aumentado los costos de la materia prima, de los fletes, de los empaques y de las nóminas de las empresas?
Las protestas callejeras contra la creciente represión del Gobierno se han multiplicado en los últimos dos meses, al igual que han ido mimetizando la violencia con la que han sido enfrentadas.
La imagen del Gobierno que gana elecciones ha sido sustituida más allá de las fronteras nacionales por la de burócratas sanguinarios que violan derechos humanos, capaces de cualquier abuso para acallar el descontento. Eso los obligó a una operación cosmética para asomar que en Venezuela hay convivencia y un gobierno que oye. De allí el montaje del diálogo.
No es el primer intento de aproximación entre el Gobierno y sus críticos. En abril de 2013 los empresarios fueron convocados por Maduro, quien ofreció flexibilizar la Ley del Trabajo, proveerles dólares suficientes para las operaciones de sus empresas y eliminar papeleo e innecesarias trabas en las oficinas públicas. Dos meses después eran acusados de mantener una guerra económica contra el país y ninguna de las promesas señaladas se cumplió.
A comienzos de 2014, alcaldes y gobernadores de oposición fueron recibidos en Miraflores, en curioso acto de segregación que pone a Maduro y a los ministros a sesionar unas veces con los “suyos” y otras con gente “extraña”. Seguramente las agendas y los resultados son también distintos. A los pocos días se rompió la magia y a esos alcaldes no chavistas se refería Maduro como representantes de oscuros intereses extranjeros y conspiradores.
“No habrá cambios
del modelo”
El nuevo intento de civilidad tiene como interlocutores a dirigentes de partidos que integran la Mesa de la Unidad Democrática, quienes presentaron un amplio memorial de agravios denunciando violaciones a la Constitución, indiferencia ante la creciente corrupción en el manejo de los dineros públicos, manipulación de la Fuerza Armada para operaciones políticas del partido de gobierno, desmantelamiento del aparato productivo y dependencia de importaciones masivas, así como injerencia abierta del régimen cubano en la conducción del Estado venezolano. También hubo intervenciones de poca entidad, referidas a asuntos anecdóticos y a quejas personales.
Los representantes del Gobierno, por su parte, optaron por presentar una imagen fantasiosa de Venezuela, creyendo así engañar a los diplomáticos extranjeros. Se refirieron a desaciertos de los gobiernos anteriores a 1998, como si esa distante crónica los absolviera de sus desaciertos actuales. No faltaron, de este lado, algunos caletres propios de discursos de cafetín en primeros años de liceo.
Maduro anunció que las sesiones continuarán, pero ha dejado claro que se podrá hablar de cualquier cosa, menos de cambiar el modelo. ¿Significa eso que prolongarán los controles de precios aunque hayan aumentado los costos de la materia prima, de los fletes, de los empaques y de las nóminas de las empresas? Si los productores continúan obligados a vender por debajo de lo que les cuesta producir, el resultado será el mismo: se dedicarán a otra cosa, crecerán el desabastecimiento y la escasez, con lo que la inflación se encumbrará a cifras insospechadas.
¿No “abandonar el modelo” apunta a atornillarse en el control de cambios que ha deteriorado las relaciones comerciales de empresas venezolanas con proveedores internacionales incidiendo en el desabastecimiento y la inflación?
Si no se enfrenta un cambio serio del modelo económico que ha multiplicado el desempleo y deteriorado la calidad de vida de los venezolanos, esta inesperada apertura del Gobierno no será sino un diálogo por encimita, un fracaso total.
Reclamo de todos
Venezolanos de diversas tendencias políticas coinciden en que es urgente que el gobierno se comprometa a desarmar y desmovilizar las bandas de paramilitares que en estas últimas semanas han actuado en connivencia con la Guardia Nacional y otros cuerpos policiales, al igual que deben ser liberados los estudiantes arrestados e imputados como si fuesen delincuentes. Sin esas decisiones y sin el enjuiciamiento de funcionarios del SEBIN, de la Guardia Nacional y de otros cuerpos policiales, cuyas actuaciones han enlutado el país, no habrá paz
Luz para afuera,
oscuridad para adentro
Ante la escasez de alimentos, que el Banco Central de Venezuela ubicó en 26.2% para el pasado mes de enero y la empresa Datanálisis en 47% para febrero, Maduro decidió importar carne, pollo y leche por un monto de 4.134 millones de dólares. Los productores argentinos facturarán 716 millones de dólares y los ganaderos brasileños 1.765 millones de dólares. También nos venderán los nicaragüenses y los dominicanos. Lástima que a centenares de afiliados a la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (CAVIDEA) no se les aprueben 2.700 millones de dólares para pagar proveedores y recuperar el crédito que necesitan para mejorar el abastecimiento. Tampoco se definen políticas para apoyar y fortalecer a los productores nacionales
La odisea de producir
en Venezuela
Los asalariados tenemos ingresos que no se equiparan a la escalada de precios de los alimentos, medicinas, automóviles y viviendas. Lo peor, sin embargo, es quedarnos sin trabajo, lo que se ha hecho frecuente por las dificultades a las que son sometidos los empleadores: expropiaciones, invasiones, aumento desconsiderado de impuestos y tasas diversas, persecución política, irracionales regulaciones de precios, imposibilidad de acceder a divisas controladas por el gobierno, sin lo cual no pueden disponer de insumos y materia prima para mantener la producción. Ese maltrato conspira contra la generación de empleo y la soberanía de un país que casi todo lo compra en el exterior
La voz de Claudio
Claudio Fermín