Si se impide el ejercicio pleno del derecho a reunión o el de la libertad de expresión, extensivamente se está lesionando el derecho a la libertad, de forma que respetar el derecho de los demás, es sin duda el mejor medio para garantizar nuestros propios derechos
Sergio Penott Contreras
DE LA EXPRESIÓN DE
LOS DERECHOS HUMANOS
Enraizados a nuestra conciencia política se encuentra la idea de Derechos Humanos. El respeto inherente a la condición humana, ha dado entendimiento de que un orden -cada vez mayor- de estos derechos y prerrogativas naturales, irrenunciables y universales, pertenecen a todos, en cualquier lugar y tiempo. Los derechos humanos son reconocidos por la mayoría de los estados contemporáneos. Siendo posible reclamar su tutela efectiva ante instancias nacionales e internacionales.
Ahora bien, debe hacerse notar que este catálogo de derechos históricamente estuvo marcado por una lenta evolución. Pues no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se acordó poner en primera línea del debate político internacional, la necesidad de trabajar en conjunto para evitar la autodestrucción de la humanidad. Así, en 1945 se firmó la Carta de Las Naciones Unidas. Tres años más tarde (1948) se hizo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ambos eventos supusieron el inicio de una esperanzadora nueva era para el mundo. Promesa que el devenir futuro se encargaría de mancillar tras el estallido continuo de nuevos conflictos bélicos. Algunos que todavía hoy persisten.
Paradójicamente, la violencia parece agudizarse aún cuando los agentes de cambio se muestran sensibles a los nuevos paradigmas sociales y culturales, donde el atributo humanista reclama un lugar permanente. Pese a los esfuerzos, el sufrimiento humano a causa de la violencia dista de ser erradicado. La discriminación por diferencias, étnicas, culturales y religiosas, así como, la escisión social producida por la pobreza, a menudo fungen como caldo de cultivo para el enfrentamiento. En un clima de desavenencia, fuerza política y población civil, justifican el uso de sus acciones (violentas) en defensa de legítimos derechos. Por un lado, el gobierno intenta contener toda tentativa de revelación que ponga en riesgo el orden interno y el control político. Del otro, las minorías afectadas reclaman su derecho de acceso a bienes y servicios, de justa representación, y en general, mayor autonomía e independencia. Así entonces, como dijo Hegel, la violencia y por ende las verdaderas tragedias humanas, no resultan del enfrentamiento entre un derecho y una injusticia; sino de la colisión entre dos derechos.
DERECHO DE ASOCIACIÓN,
REUNIÓN, LIBERTAD DE
EXPRESIÓN VS. BARRICADAS
Y OTROS GRUPOS
Los derechos de asociación, reunión y de libertad de expresión, son pilares fundamentales del estado democrático. Su ejercicio favorece el pluralismo político e ideológico. Invita a la ciudadanía a participar en la formación y control del gobierno. La restricción de estos derechos comporta un serio obstáculo a la configuración de nuevas alternativas democráticas que promuevan el cambio y la reivindicación de otros derechos fundamentales. Nuestra constitución los reconoce a plenitud en sus artículos 52, 53 y 57.
El derecho de reunión es un instrumento indispensable para formar opinión pública. La libertad de expresión, por su parte, permite difundir las ideas del mundo y las soluciones a los diversos problemas que plantea la realidad social, política y económica. Estos elementos suponen la columna de legalidad de un espacio deliberativo común, pero uno claramente sentado en la manifestación pacífica. Un mal entendimiento del alcance de estas prerrogativas no debe ponernos en línea con el abuso del derecho. Ni los poderes estatales, ni el de los particulares, deben en amparo del ejercicio de un derecho fundamental, atacar otro derecho fundamental. Tampoco desviarse de los límites intrínsecos que este mismo impone. Lo que en palabras de Martí es: “el que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo”. Sin embargo, advertimos un discurso encendido, sugestivo e irresponsable de los dirigentes políticos. Del tipo que exalta el ánimo del pueblo y lo conduce a respuestas emocionales, llevando por el camino de la violencia lo que es transitable a través del razonamiento.
Durante las últimas semanas, la tensión política y social en Venezuela ha suscitado protestas de determinados grupos civiles. Las manifestaciones que han tenido lugar en todo el territorio nacional, conllevaron en su etapa más crítica, a la construcción de barricadas en avenidas y calles. En su mayoría, estas fueron impuestas por grupos que no sólo impidieron el libre tránsito y circulación de vecinos y transeúntes, sino que degeneraron en vulneraciones permanentes al orden público y en acciones vandálicas que produjeron daños a la propiedad pública, privada y al medio ambiente. Como una medida reaccionaria y neutralizadora, se torna obscura la aparición de otros grupos de civiles armados, que acudieron a eliminar las barricadas con igual violencia, procurando enfrentamientos entre la muchedumbre. Los resultados nada inadvertidos fueron múltiples lesionados y hasta la pérdida de vida de varios ciudadanos.
TODA CONDUCTA VIOLENTA
E IRRACIONAL DEBE
SER CONDENADA
Desde una perspectiva de paz y ampliamente democrática, es reprobable el accionar vehemente de ambos grupos manifestantes. Toda conducta violenta e irracional, sea particular o colectiva, debe ser condenada. Demandar la tutela de nuestros derechos menoscabando los del prójimo, es lo mismo que pedir respeto al vecino mientras le proferimos insultos. Recordemos siempre, el ámbito de ejercicio de un derecho esta en conexión directa con el ejercicio de otro derecho. Este aspecto unitario revela por tanto, que el quiebre de un derecho conduce automáticamente al de todos aquellos con los que guarda conexión.
“Respeto al derecho
ajeno, es la paz”
Si se impide el ejercicio pleno del derecho a reunión o el de la libertad de expresión, extensivamente se está lesionando el derecho a la libertad, de forma que respetar el derecho de los demás, es sin duda el mejor medio para garantizar nuestros propios derechos. Como señaló HYPERLINK «http://www.frasedehoy.com/autor/895/benito-juarez»Benito Juárez: El respeto al derecho ajeno, es la paz
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