Lastimosamente, estos 14 años de la era Chávez-Maduro, no han sido los ejemplos mas afortunados en materia de gobernabilidad, pero tampoco lo han sido para los dirigentes que han estado al frente de la oposición. No se trata analizar cuantitativamente sus resultados, sino sus resultas éticas
Soy enemigo acérrimo del extremismo y del radicalismo, y no quiero ser uno más atizando el fuego con gasolina, ni crear un nuevo caldo de cultivo para avivar mas la repulsa que siente una gran parte de la sociedad civil opositora por los últimos acontecimientos que ocurren, pero llega un momento que tanto descaro desborda las mas elementales normas de paciencia, concluyendo finalmente en una profunda decepción con la cual no deseo contaminar nadie.
Siempre he sido partidiario de diálogos y acuerdos. Prefiero el encuentro al desencuentro. Como gestor de relaciones públicas he sostenido como norma profesional o lo largo de mi profesión que siempre es mejor un mal arreglo que un buen pleito. Promuevo la tolerancia por encima de rencores y rémoras con el pasado, si ese fuera el caso. Soy contrario por naturaleza a los vejámenes, a la injusticia y al abuso, pero a estas alturas de mi vida hay cosas que rompen el molde de la tolerancia posible que terminan a uno asqueándolo. Durante los últimos años me he dedicado a interactuar en la política, nunca en plano exhibicionista ni con ánimos de ser «dirigente preponderante» ni aspirando tan ni una junta parroquial. La única motivación que me mueve es el país.
Creo en Dios y en los hombres. Apuesto a la buena intención, pero detesto el engaño y mas si este ocurre bajo la premisa de querer insultar la inteligencia de los venezolanos.
El problema no solo
fue Chávez…
Lastimosamente estos 14 años de la era Chávez-Maduro, no han sido los ejemplos mas afortunados en materia de gobernabilidad, pero tampoco lo han sido para los dirigentes que han estado al frente de la oposición. No se trata analizar cuantitativamente sus resultados, sino sus resultas éticas. Durante toda esta era, es penoso reconocerlo, muchos de los camastrones del pasado han participado en un contubernio que ha impedido a muchos ver el horizonte. La historia no es letra muerta. Y quienes apelan a la memoria corta para sobresalir en medio de esta tempestad pululan como aves de rapiña conviniendo tras bastidores con el proceso mientras la gente en la calle padece y vive todos los desmanes de una forma de gobierno inviable.
El problema no solo fue Chávez, ni la culpa total es de Maduro, porque en el juego hay cómplices que son consecuencia de una causa. Y lamentablemente llegamos a esta instancia donde el hartazgo ha creado una calle caliente de un pueblo insubordinado.
Tan grande ha sido la inconformidad que el proceso y la Mesa se tambalean y en caso de un tsunami podría arrastrarlos a ambos en combo.
Hay historias de historias. Chávez llegó al poder cargado por muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras como opositores. Hay casos mas graves, los que fueron y vinieron y nos amenazan seguir con ese jueguito. Todo esto viene al caso por el estado de cosas donde estamos y dónde llegamos. Es cierto lo dicho por Gramsci. Estamos en medio de un proceso que no muere y otro que no nace.
Así creció el
monstruo bolivariano
En estos 14 años han crecido las distorsiones. Los políticos, los de antaño y algunos delfines de ahora, han pretendido manejar la oposición como un juguete personal sin privilegiar el interés nacional. Los llamados notables y honorables de una sociedad acartonada entran en un mismo saco de podredumbre. Los cuentos de contubernio entre unos y otros no vienen al caso. Las zancadillas irresponsables, tampoco, pero la manipulación tiene un límite. La era del dedo comienza a ser incómoda.
Así fue creciendo el monstruo bolivariano, ayudado por la complicidad de los mismos que le ayudaron a llegar al poder y que después se refugiaron en la oposición manteniendo sus cuotas. Es muy fácil hablar de unidad para quienes esta es solo una apariencia. Es sencillo pedir sindéresis y sentido común para quienes han quedado desnudos sin autoridad moral para recobrar la confianza de la gente que lo ha apostado todo a cambio de Venezuela.
Hoy cuando se desata esta inmensa marejada de espontáneas manifestaciones, a los actores políticos, los mismos de ayer y algunos de hoy, son devorados por la fuerza natural de los hechos. Se mantuvieron al margen y si acaso han mostrado solidaridad ante la gravedad del momento.
Por eso el diálogo promovido no es mas que una mascarada de algunos que luchan por guardar las apariencias y fortalecer su sobrevivencia. Es inaudito dialogar escribiendo acuerdos con la sangre de los demás. No es un encuentro auténtico porque carece de confianza. No hay condiciones. No hay signos de algo trascendente con tres figuras públicas electas destituidas de manera arbitraria, con un comisario y muchos otros que se secan en una cárcel por el delito de pensar distinto.
Más de lo mismo
¿Cómo dialogar cuando una de las partes tiene un puñal perfumado en una mano y as debajo de la manga? Venezuela no está para seguir permitiendo que los vivianes de siempre, de aquí y de allá sigan conviniendo en aras de sus intereses mientras los jóvenes se desgarran en la calle reclamando su futuro. Hay personajes de personajes. La lista no es tan grande como la de Tascón, pero es verdaderamente sorprendente. Y por supuesto, tiene sus excepciones.
Es triste que en vez del diálogo se acepte un monólogo. Y como corolario ya el gobierno advirtió que es un debate. Con estos penosos antecedentes es difícil construir una salida. Ya veremos que esto no es más que lo mismo. Un retrato similar al ocurrido cuando se pensó que dejando de asistir a las elecciones legislativas, el gobierno quedaría ilegitimado.
Sería importante saber quién nos paga todos esos desvaríos legales que ocurrieron durante el tiempo que a los genios de la oposición se les ocurrió dar forfait en la Asamblea Nacional. Todo esto que he dicho es el contraste de la forma como he actuado en mi modesta trayectoria, pero se llega a estos extremos ante tanta impunidad compartida.
Bien lo dijo Romero Pernalete en un tuit y con esto termino: «Prefiero un diálogo de iguales, no un diálogo entre cazador y presa».
¿Y a nombre de
quién hablan?
Un diálogo con acuerdos preestablecidos con unos cancilleres sin autonomía de vuelo jugando simplemente a la política. Los diálogos son tan buenos como lo contratos y la palabra empeñada, pero sin letras pequeñas ni intenciones leoninas. ¿Cómo sentarse hablar tras las graves afrentas a la condición humana con ánimas incluidas, con dos alcaldes presos y destituidos y una diputada con su inmunidad ultrajada? ¿O es que diálogo es solo para negociar los cargos de los poderes vencidos o es que se acaricia la idea de un gobierno de coalición… y su número sigue jugando?.
Y ahora cabe otra interrogante:
¿Y a nombre de quién hablan?. Que se sepa este pueblo no ha firmado un cheque en blanco para que algunos nos representen sin conocer lo que opinamos otros, los estudiantes, las amas de casa, los obreros…la gente. Y ante tanta decepción, no hay nada que indique que se trata de un acción política que busca resguardar nuestros intereses. Ya tenemos bastante con la actitud pusilánime de Insulza y del resto de los países de América Latina que se han puesto un antifaz para no ver lo que pasa en Venezuela
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Jairo Cuba
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