*** Yo te cuento que muchas veces el miedo me paraliza recordando mi secuestro y no puedo ni salir. Pasa como con las demás amigas o hasta con la familia, uno se ama, pero a veces se agota de ti y de la anarquía que te ronda
Chica siempre te hablo, y escribo sobre ti, hoy te escribo a ti, como si fueras una amiga. Necesito desahogarme. Sin duda eres mujer, padeces y sufres los mismos problemas que las mujeres que habitan tu tierra, entre ellos los síntomas de una violencia clara en tu contra, en manos de aquellos que dicen amarte, pero quiero decirte que quien te ama jamás te podrá hacer llorar.
Tienes tantos hijos que sé que es difícil atenderlos a todos por igual. Tus hijos, mis hermanos están brutalmente enfrentados, sabes, Venezuela, a unos niveles que yo jamás podría entender llegaríamos, para colmo hay quienes dicen que todavía puede ser peor lo que se viene.
Siento miedo, tristeza y sobre todo preocupación cuando todos te nombran pero todos te desatienden, cuando todos te mientan y dicen luchar por ti, pero te confieso que siento que muy pocos lo hacen con sinceridad, pareciera que la mayoría te usa como si fueras un comodín, de ti se saca mucho. Dinero, fama, cargos, cosas lícitas pero también ilícitas.
La realidad
supera el amor
Tienes todo para ser la mejor del mundo. Clima, vegetación, mar, montaña, petróleo. Eres rica y famosa. Pocos países tienen tantos recursos y sacan tantos suspiros como tú, pero vamos a estar claras, nada de eso sirve sino encuentras la familia adecuada y los hijos que con el amor real te saquen de ese abismo que es como una enfermedad, camino a ser terminal.
Tú sabes que la inseguridad, el problema del tráfico de drogas, la impunidad, la corrupción, la polarización y el desmadre cultural de muchos de tus hijos provocan que muchos se vayan a otros destinos. No es porque no te amen, sino porque tienes que estar clara que muchas veces la realidad supera el amor. Nadie quiere morir por ti de esa manera vil con la que están perdiendo la vida hombres y mujeres que ya no son libres ni de ir a su trabajo, ni bajar seguros las escaleras de sus barrios.
Yo te cuento que muchas veces el miedo me paraliza recordando mi secuestro y no puedo ni salir. Pasa como con las demás amigas o hasta con la familia, uno se ama, pero a veces se agota de ti y de la anarquía que te ronda.
Estamos enfermos y
te hemos enfermado
Sabes, lo más difícil de entender cómo padeciendo los mismos males, celebrando los mismos triunfos, llorando las mismas desgracias, aplaudiendo los mismos goles, estamos tan, pero tan irracionales matándonos e insultándonos unos a otros por una confrontación que ya no sólo agota sino que literalmente enferma. Sí Venezuela, estamos enfermos y te hemos enfermado, ojalá que no seamos capaces de asesinarte, así como vilmente asesinan los secuestradores y los ladrones que no tienen moral ni conciencia, pero que también son tus hijos.
Todavía hay quienes piensan que la culpa es de una persona, o de un partido, pero pocos se dan cuenta que la culpa es de todos. La anarquía reina, la agresividad acabó con la amabilidad; la falta de educación y de respeto es la regla. La intolerancia, las amenazas, la confrontación es no sólo el pan de cada día, sino que además a quienes no queremos caer en los dos polos somos insultados por unos y por otros. Imagínate tú para el oficialismo soy golpista y para la oposición soy chavista.
Te confieso no quiero arrimarme a nadie que desde la agresión y la violencia, o manipulando conciencias, o abusando de ti, busca votos y partidarios. Esa política es detestable, y muchos la practican. Basta revisar algunas historias y saber algunos cuentos y cuentas, para darse cuenta cuánta gente está engañada en tu nombre. Y es que hasta a Dios se le ha buscado tendencia política. ¡Carajo Venezuela! y es que acá uno no se puede ni morir sin que salga alguien a explicar qué fue porque el oficialismo hizo o porque la oposición dejó de hacer. ¡Qué agotador! ¡Qué pérdida de tiempo!
Veo dos países,
veo dos mundos
Qué sinfín de cosas inútiles están pasando, sin que nadie se esté ocupando de tu belleza, de tu riqueza real, de tu prosperidad, de hacernos útiles y no más dependientes y pobres de bolsillo, pero sobre todo de alma. Tus calles destruidas, tus hospitales sin recursos, tus escuelas en pedazos muchas de ellas, tus cárceles dominadas por los pranes, el sistema de justicia oprime a los buenos y honestos que hay por parte de los corruptos imperdonables. Tus tierras abandonadas, tu ganado peloteado entre dueños y expropiadores. Tus centros comerciales vacíos. Tus trabajadores tristes porque el dinero no les alcanza. Pero algunos haciéndose cada vez más ricos, aún en medio de tu desgracia. Es todo tan contradictorio que hasta muchas veces me confundo.
Veo dos países, veo dos mundos. Veo absurdos como páginas sociales llenas de brindis de ricos, mientras leo en sucesos la muerte de tus hijos más jóvenes. Mientras tanto, quienes dicen luchar por ti se insultan mutuamente en los medios.
Hay demasiado por hacer
La anomia se ha apoderado de tus suelos, pero aún seguimos disfrutando de un pescado frito a orillas de tus hermosas costas. Hay muchas cosas que valen la pena, pero aquí las decisiones o son de fondo o te perdemos. Aquí o reaccionamos o nos terminaremos matando entre nosotros mismos. Quiero expresarme sin ser juzgada.
Yo te cuento algo mientras muchos están en unas actividades, que no comparto, pero que respeto, yo salgo a trabajar todos los días para cambiar conciencias por convicción. Estoy empeñada en los cambios de abajo hacia arriba, no por interés partidista, sino por interés ciudadano. Por ti y también para ti. Creo en la igualdad social, en la justicia que forjan los ciudadanos con sus acciones y en la capacidad de cambiar con educación y respeto a las ideas de todos.
Hay demasiado por hacer, poco que se está haciendo. Así como una víctima de violencia contra la mujer, puedes perdonar mil veces, volver con tu agresor, recibir flores de él, tener días de idilio total, pero la historia termina igual: o te cansas y lo abandonas, o llega otro y te enamora y te das cuenta que otras cosas no eran adecuadas.
La buena noticia las mujeres somos valientes y tarde o temprano sabemos decidir punto y final, ahora comienzo a pensar en mi. Es tu hora VENEZUELA, demuéstrame que podemos lograrlo.
Los miedos
de mi hija
Mi hija, esa que hace unos años cuando me secuestraron lo primero que me dijo fue “mamá pero no nos vamos a ir de Venezuela, ¿verdad?”, te ama inmensamente, pero se quiere ir para no tener miedo de caminar por tus hermosas calles y ser víctima o de una agresión entre políticos o de un vil delincuente. ¿Dime tú cómo le digo que no?
Es duro esta mezcla de sentimientos que produces. No hay duda que te amamos, pero estamos claros que la situación en la que estás no es la mejor
PARA QUE TE DEFIENDAS
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez