«¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas personas [del Evangelio] me asemejo? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana», dijo el papa en un tono grave ante una multitud congregada en la Plaza San Pedro, en una homilía improvisada.
Poco antes, el sumo pontífice había presidido la procesión de Ramos, apoyado en un bastón esculpido para la ocasión por los presos de la cárcel de San Remo (noroeste de Italia), y rodeado de un centenar de jóvenes sacerdotes y obispos.
Hacia las 8H30 GMT, vestido con la tradicional casulla litúrgica roja, hizo uso de la palabra, pero no leyó el texto que se había repartido previamente, en el que se refería principalmente a la entrada de Jesús en Jerusalén, la cual se celebra, según la tradición cristiana, durante la misa de Ramos.
El papa prefirió recalcar el hecho de que este domingo también está relacionado con la Pasión de Cristo.
«¿Quién soy yo, delante de Jesús que sufre? Hemos oído muchos nombres: tantos nombres. El grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley que había decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos?», preguntó el papa al iniciar su discurso.
«Incluso hemos oído otro nombre: Judas. 30 monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se quedaron dormidos mientras el Señor sufría. ¿Mi vida está dormida?», indagó el papa argentino, elegido hace un poco más de un año al frente de la Iglesia Católica.
«¿Soy yo un traidor? ¿Soy como aquellos líderes religiosos que tienen prisa en organizar un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy yo como ellos?», preguntó nuevamente, citando a Poncio Pilato, quien, «ante una situación difícil, se lava las manos, no asume sus responsabilidades», y a los soldados, quienes «golpean al Señor, le escupen, lo insultan y se divierten humillándolo».
También citó ejemplos que considera positivos en el Evangelio, como el personaje de Simón de Cirene, «que volvía cansado del trabajo, pero tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz».
Tras la misa, un grupo de jóvenes brasileños entregó la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a otro grupo de jóvenes provenientes de Polonia, donde tendrá lugar la próxima JMJ, en Cracovia, en 2016. La cruz se colocó en un zócalo delante de la plaza.
Durante el ángelus, el papa recordó la canonización el 27 de abril, junto con Juan XXIII, de Juan Pablo II, iniciador de la JMJ hace 30 años, quien, «en la comunión de los santos, seguirá siendo un padre y un amigo para los jóvenes del mundo».
Luego, sonriente y aclamado por fieles que esgrimían palmas y ramas de olivo, Jorge Mario Bergoglio dio besos a niños y discapacitados y tomó un poco de mate que le ofreció un fiel.
Según un portavoz del Vaticano, más de 100.000 personas asistieron a la misa de Ramos.
AFP