Es un libro que nadie ha podido leer, que está escrito en un idioma que no existe, está ilustrado con plantas y criaturas que nunca han sido vistas en el planeta.
¿De qué se trata? ¿Un sistema de comunicación secreto sobre un tesoro enterrado? ¿El manual de un envenenador? ¿La receta codificada para la eterna juventud?
Esta es la desconcertante y, hasta ahora, indescifrable historia de un manuscrito antiguo que ha confundido a algunos de los más grandes criptógrafos del mundo. ¿Realmente se trata de un código hecho para ser desvelado o es una broma muy bien elaborada?
Vine a la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, para resolver un misterio que hace que el Código de Da Vinci se vea un tanto soso.
Se le conoce como el Manuscrito de Voynich, en honor al comerciante de libros de segunda mano Wilfrid Voynich, quien dijo que lo descubrió en Italia en 1912.
Desde entonces, el texto ha obsesionado a un sinnúmero de expertos y ha generado numerosas teorías, unas científicas, otras realmente descabelladas.
«Mi favorita es la que dice que se trata de un diario ilustrado de un adolescente extraterrestre que lo dejó en la Tierra antes de partir», bromea el curador de Beinecke, Ray Clemens.
Dibujos
Lo que me sorprende es cuán pequeño es. Esperaba un manuscrito del tamaño de un álbum. Sin embargo, el libro que tengo enfrente es del tamaño de uno de los libros de la colección de clásicos de la editorial Penguin.
Está encuadernado con una débil cubierta de vitela (piel de vaca o ternera que sirve para pintar o escribir sobre ella) de color marfil viejo.
Tiene 240 páginas ilustradas. En ellas se pueden ver plantas raras, símbolos astrológicos, criaturas con formas de medusas y lo que se asemeja a una langosta.
En una de las imágenes se ve a un grupo de mujeres con piel de alabastro, desnudas, que se deslizan por lo que parece ser un tobogán de agua.
El texto está escrito con letras marrones que me recuerdan al idioma Elvish, creado por el escritor inglés J. R. R. Tolkien, autor de novelas de fantasía como «El hobbit» y «El Señor de los Anillos».
Hechos
Pero vamos a remitirnos a algunos hechos: Voynich nació en 1865, era de origen polaco y vivía en Lituania, territorio que en ese entonces pertenecía al Imperio Ruso. Fue detenido y llevado a Siberia por ejercer actividades revolucionarias. Huyó a Inglaterra a través de Manchuria.
En Londres, estableció una librería de textos de segunda mano, la cual se convirtió en un centro donde confluían exiliados políticos. Entre ellos se encontraban figuras como Carlos Marx y un inmigrante ruso, quien adoptó el apodo de Sidney Reilly y se volvió famoso por ser «El As de los Espías».
Voynich dijo que se había topado con el manuscrito en un seminario jesuita, afuera de Roma, llamado la Villa Madragone.
En el manuscrito había anexada lo que parecía ser una carta escrita en 1665 por Johannes Marcus Marci, un físico del Sacro Imperio Romano.
En la misiva decía que el texto le llegó a pertenecer a Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1576-1612), y que probablemente era obra del alquimista isabelino Roger Bacon.
Otros dos posibles autores que suelen vincularse con el misterioso texto son: John Dee, un mago extraordinario y astrólogo de la reina Isabel y uno de sus seguidores, Edward Kelley.
Voynich se refirió al libro como «El manuscrito con el mensaje codificado de Roger Bacon».
Imán
Desde entonces, se ha transformado en un imán para las mentes brillantes. El estadounidense William Friedman, uno de los grandes criptógrafos del siglo XX, quien creó una institución que recientemente ha estado en la palestra pública gracias a Edward Snowden, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés), pasó 30 años intentando descifrar el código del manuscrito.
Las nuevas teorías en torno al misterioso libro se reproducen como moscas.
Un botánico estadounidense retirado dijo recientemente que algunas de las plantas eran de origen mesoamericano, mientras que un experto británico aseguró que, tras aplicar conocimientos en lingüística, tradujo diez palabras.
Una alerta
Yo creo que el manuscrito fue falsificado por el propio Wilfrid Voynich.
Uno de los artilugios más comunes en la historia de la falsificación es el de un comerciante de libros raros que «descubre» un manuscrito previamente desconocido.
Voynich es conocido por tener ese toque mágico. Se dice que adquirió una gran cantidad de pergamino y que aplicó el conocimiento sobre química que obtuvo en la Universidad de Moscú para producir tintas medievales y pigmentos.
Se cuenta que entre los libros que estudió su sombrío amigo Sidney Reilly en la biblioteca del Museo Británico se encontraba «Algunas Observaciones sobre Tintas Antiguas».
Creo que al haber falsificado el manuscrito, Voynich hizo lo que numerosos falsificadores ya habían hecho: crear un segundo documento para validar el primero y darle un origen plausible.
Pero hasta que las pruebas forenses de la tinta y los pigmentos no se hagan, el enigma de este misterioso libro seguirá cautivando a presentes y futuros «Voynicologistas». Hasta ahora sólo se ha logrado determinar que la vitela data del siglo XV.
«Para descifrarlo, él dedicó un esfuerzo infatigable», Marci escribió sobre un propietario previo del manuscrito en la carta que Voynich aseguró que estaba adjunta. «Como queda obvio con sus intentos, que aquí incluyo, y solo abandonó la esperanza al quitarse su propia vida».