“Venezuela es insegura”, “está polarizada”, “no hay luz”, “hay escasez”, “no soporto este país”, “hasta cuándo esta desgracia”, entre otras expresiones son ahora el común denominador de muchos. Es un constante golpear de lo nuestro sin darnos cuenta que nos vamos hundiendo en una crisis emocional y depresiva
Todos los fenómenos sociales tienen un aspecto psicológico que analizar. En el caso de Venezuela y sus últimos tiempos, las explicaciones políticas ya resultan insuficientes, a veces se usan hasta religiosas. Quienes creemos en las ciencias sociales tratamos de ver de manera integral la situación actual venezolana.
Deterioro paulatino de lo social e individual
Muchos han sido los estudios y un aspecto poco analizado, pero de peso, es lo que tiene que ver con la autoestima de los venezolanos. Históricamente hemos sido un país con una transculturización relevante. El aprecio por otras culturas, modas y hasta el fanatismo por otros países, de alguna manera debilitaron nuestro espíritu nacional.
Si hay algo que se le debe reconocer a la política de Hugo Chávez es el posicionamiento de los símbolos de la venezolaneidad: Bolívar, los símbolos patrios, y lo criollo retomaron espacio, lamentablemente también la política polarizante hizo de esto un conflicto.
Esta especie de adoración equivocada por otros países fue debilitando la imagen del venezolano, disminuyendo nuestra autoestima ante el aprecio desmedido por lo de otros. Ahora, las circunstancias actuales han producido un deterioro paulatino de lo social, pero también lo individual.
La constante degradación de lo propio como consecuencia de la crisis política se ha traducido en una pérdida casi absoluta de la autoestima colectiva. Pocas cosas activan el sentimiento social de grupo que muestre cohesión propia de la nacionalidad, sin incluir en esto la polarización, pues obviamente los polarizados están agrupados, pero no quiere decir que respondan a estímulos nacionales comunes. Este estímulo colectivo es absolutamente necesario para la recuperación de conceptos nacionales que permitan la unión de los adversos en torno a temas comunes, aunque debo reconocer que cada vez es más difícil hablar de puntos medios, seguimos intentándolo.
Nos hundimos en una crisis emocional
La autoestima es entendida como una evaluación que hacemos de nosotros mismos, en la que ponderamos, sopesamos y visualizamos aquellos aspectos que nos fortalecen o nos debilitan en el desarrollo de nuestra personalidad. Entendido en el aspecto personal, supongamos aquella persona que siendo gorda está absolutamente inconforme consigo misma, se critica, se castiga, llora, se deprime, no se ve ni se siente bien, al punto que su crítica destructiva hacia sí misma puede llevarla al suicidio. Es exactamente igual en el ámbito colectivo: “Venezuela es insegura”, “está polarizada”, “no hay luz”, “hay escasez”, “no soporto este país”, “hasta cuándo esta desgracia”, “qué desesperación las colas”, “qué terrible no conseguir desodorante”, “aquí nada se puede”, “esto es insoportable”, entre otras expresiones son ahora el común denominador de muchos.
Es un constante golpear de lo nuestro sin darnos cuenta que nos vamos hundiendo en una crisis emocional y depresiva que se concreta en acciones de llanto desmedido, ira, rabia, odio, agresión y en un peligroso círculo de violencia. El no permitirse ni disfrutar de espacios neutrales alejados de los conflictos es un símbolo inequívoco de poca sanidad mental y consecuentemente llevará a un deterioro en la salud, y además del espíritu.
Quien comenta una película, publica una foto en la playa, hace un chiste en las redes sociales, u opina sobre un partido de futbol es criminalizado acusándolo de vivir en un país paralelo. Es impostergable colocar límites personales que por espacios, aunque sean temporales, nos alejen de un conflicto alienante. Hay que aprender a ver cosas positivas aún en los peores escenarios.
Un suicidio en lo colectivo es un estallido ciudadano
A mi nadie me va a quitar mi amor y mi pasión por Venezuela y sus cosas positivas, eso no es negar los graves problemas por los que transitamos, es impedir que la realidad sea intransformable por ausencia de ciudadanos en sus cabales. Un país que desea cambiar y prosperar necesita de sus nacionales en una disposición absoluta de trabajar, de transformar, de aportar, de sumar y multiplicar.
El proceso que acompaña la ausencia de autoestima es muy destructivo es un desvalor absoluto por lo propio, es una ceguera total de la globalidad absorbida por la parcialidad crítica. Un suicidio en lo colectivo es un estallido ciudadano que cobre vidas y psiquis dejándonos en un vacío lamentable y a largo plazo reversible. Este proceso de depresión y destrucción de la autoestima se ha llevado hasta a los núcleos familiares, en los que la convivencia también se ha deteriorado; es en el hogar donde se deberían encontrar espacios de paz y lejos de ello se han extendido los conflictos hasta a lo más íntimo de las parejas.
De cada adversidad una oportunidad
No es sano, no es lógico, no es positivo, y tampoco ha resultado productivo este transitar enfermizo por la cólera. La realidad sólo ha empeorado, la violencia se ha incrementado, la confrontación es cada vez mayor, las necesidades no cesan, las demandas son mayores, pero sobre todas las cosas la infelicidad y la pérdida de la autoestima han encabezado un camino al abismo más peligroso que es necesario de detener antes que esa realidad nos aplaste y nos inhabilite en el ejercicio de esa necesaria venezolaneidad. Lo bueno hay que valorarlo y apoderarse de ello para crecer, lo que no es positivo hay que transformarlo. De cada adversidad una oportunidad para ser cada vez más y mejores venezolanos.
¡No todo es negativo!
Un paciente con cáncer en fase terminal tiene la capacidad absoluta de ser positivo, de ver en colores y de sonreír; es absurdo que los ciudadanos no seamos capaces de asumir la realidad sin que ésta nos destruya rebajando la autoestima patria a un subnivel que ya luce peligroso.
Al igual que en el ámbito personal no todo es negativo, y si lo hay se debe modificar con conductas y voluntad firme, en lo colectivo el reconocimiento de una realidad adversa y no plácida, no puede ir adherido a un proceso de autodestrucción que luce como una lapidación permanente a nuestra nacionalidad
Para que te defiendas
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez